Teatro

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Carlos Latre: «Las mujeres necesitan que las quieran y que las hagan reír»

Carlos Latre/ Foto: Cristina Bejarano
Carlos Latre/ Foto: Cristina Bejaranolarazon

Siempre que me encuentro con Carlos Latre compruebo que no es que «contenga multitudes», como diría Walt Whitman, sino que tiene un cerebro capaz de archivar los registros de 150 personajes sin dejar de atender a otros muchos proyectos. Y todo eso, sin olvidarse de asuntos tan cotidianos como cocinar. Como lo leen. Latre, además, cocina. Alguien pensará que será un «hobby» de fin de semana, para cuando le deje tiempo su espectáculo «15 años no es nada» –con el que anda girando por toda España y va a estar en el teatro Compac Gran Vía de Madrid del 30 de abril al 30 de mayo– y el resto de las cosas que hace, que son muchas... «Pues te diré que cocino a diario. Me encanta comer, cocinar me relaja muchísimo y le tengo cogido el punto a los arroces, como buen castellonero, aunque las paellas se las dejo a mis tías, que son las mejores cocineras del mundo...» .

Me gusta conocer el otro lado de Latre. Porque que arrasa en el teatro y que es de una rapidez mental que impresiona lo sabemos todos. Pero, por ejemplo, que tiene una empresa de tecnología, me parece que no. «Pues la tengo. Es de tecnología y entretenimiento y tiene gran éxito». Le digo que lo que igual no sabía era qué hacer con el dinero y por eso anda en el tema virtual, que es lo que se lleva y se pone serio: «No te creas. Con esto ni hemos puesto un duro Pablo (Lara, su socio, director de innovación y desarrollo de la Universidad Abierta de Cataluña) y yo, ni hemos ganado un duro... Pero vamos inventando cosas. Ahora una de nuestras grandes historias es una aplicación que se llama FANapp, para empresas y para celebrities, que funciona como un aglutinador de contenidos». «Mira –me dice mostrándome su teléfono– ésta es mi aplicación. Aquí está todo mi universo: mi información, mis entradas de teatro, mis redes sociales integradas sin salir de la app, mi merchandising...». ¡Como siga así no vamos a tener tiempo para hablar de su espectáculo, porque esto es interesantísimo! Le digo que es muy listo. «Soy apañado...» –me dice riendo. Y continúa–, «además, hemos entrado en el mundo editorial digital con Mediazines, que son revistas que también aglutinan contenidos digitales y que tienen integrados vídeos, redes sociales, juegos, usabilidad de la aplicación... Llevamos un año y estamos en 19 países. Y alguna de las revistas se ha situado como una de las más descargadas de la historia de Apple con más de 200.000 descargas... Son de mujeres, de adolescentes, de historia...». Sorprendente, la verdad, esa especie de Spotify, pero de revistas. Y también que Latre tenga tiempo para eso y para hacer reír a toda España, empezando por Cataluña, donde le tienen adoptado: «Yo soy muy querido en Cataluña y me encanta. Por eso me apena un poquito la situación política, porque distorsiona mucho las bondades de la región... Pero creo que ha pasado un poquito el temporal. Aunque tampoco me fijo demasiado, porque tengo la suerte de ser querido en Cataluña y en el resto de España y nunca toco la política. Intento no hablar de política, ni de fútbol ni de religión, porque creo que son puntos en los que, aunque la gente dice que uno tiene que mostrarse tal como es y decir lo que piensa, es mentira: en España estamos todavía demasiado marcados en ese sentido». Pues acierta, porque a la gente le gusta lo que hace y cómo lo hace. Si con su anterior espectáculo «Yes We Spain» llegaron a los 400.000 espectadores, este nuevo, «15 años no es nada», va aún mejor.

Con tanto éxito, me animo a preguntarle que para qué hacer más cosas: «Tengo un punto de locura,‘‘Yes We Spain’’ fue un experimento. Una obra de teatro en la que hacía 70 personajes conocidos, pero que estaba estructurada como una historia teatral. Y lo quise hacer así porque venía de hacer un Shakespeare en Londres –«Sueño de una noche de verano»– en inglés... Intento complementar. Yo sé que lo mío es la imitación, pero a partir de ahí, no sólo de voces voy a vivir toda la vida. Aguantar 15 años como estoy aguantando y celebrando en el escenario, tiene que ver con la preparación. Cuando estuve en ‘‘Crónicas Marcianas’’ empecé a hacer teatro, hice interpretación, di clases de canto, un curso de inglés en Londres, el Shakespeare... He estado en Nueva York en Broadway bailando, bailo claqué... Intento hacer de todo». No es raro que sea un artista tan completo porque nunca deja de prepararse. Y eso se nota. Con eso es con lo que se gana al público, muy diferente en cada rincón de España: «Cada público es un poco como se dice que es. El catalán, muy correcto pero muy agradecido; el valenciano, muy fallero, muy de palma y de Levante, muy mediterráneo. El andaluz, depende. En Cádiz son muy salaos, en Sevilla tienes que entrar, en Málaga tienen mucha fuerza y mucho arte, en Madrid cada día hay uno diferente... Quizá el de Madrid es el más complicado porque no sabes qué vas a encontrarte».

Mientras hablo con Carlos, de vez en cuando, se le escapa algún personaje. Los ha interiorizado tanto que ya forman parte de sí mismo: «Es cierto. Me poseen de vez en cuando. Y recurro mucho a ellos. Los personajes van muy bien para decir cosas que tú no dirías». Es un poco lo que sucede con el humor, que sirve para atreverse y, según dicen algunos, para ligar... Como siempre estuve gordito, tuve un poco de complejo físico y me di cuenta de una cosa importantísima: las mujeres necesitan dos cosas, que las quieran y que las hagan reír».

Personal e intransferible

Carlos Latre nació en Castellón en 1979. Está casado y tiene una hija. Se arrepiente de muchas cosas a diario: «Soy un lenguaraz. Tengo incontinencia verbal». Perdona y olvida «si no le tocan el corazón». A una isla desierta se llevaría «tantas cosas que ya no sería desierta...». Le gusta el vino de todos los tipos y asegura tener millones de manías; entre ellas, «la de lavarme las manos con Fairy. Además, soy un enfermo de las pastillitas de la garganta». En cuanto a vicios: «Tengo todos los del mundo». Y si volviera a nacer sería... «Creo que necesitaría 17 reencarnaciones diferentes, porque me gustaría ser muchas cosas».