Estreno

Ben-Hur, carrera hacia la taquilla

Casi 60 años después del estreno de la película de William Wyler llega a España un «remake» del clásico, cargado de efectos digitales pero con una historia clásica. El coste de esta superproducción ha rondado los 100 millones, aunque en su primer fin de semana en EE UU apenas ha conseguido 11

La la versión del filme de Timur Bekmambetov
La la versión del filme de Timur Bekmambetovlarazon

Casi 60 años después del estreno de la película de William Wyler llega a España un «remake» del clásico, cargado de efectos digitales pero con una historia clásica.

Jack Houston es un actor inglés moreno y bien musculado. ¿Les suena de algo el apellido? En efecto, es nieto de uno de los gigantes del séptimo arte, John Houston, y sobrino de Anjelica. Es, por si no fuera suficiente, de muy buena cuna, pues su madre es lady Margot Lavinia Cholmondeley, miembro de la aristocracia británica cuyos ancestros incluyen a Robert Walpole, quien fuera el primer primer ministro de Gran Bretaña en el siglo XVIII. Cuando este joven de rancio abolengo acudió a las pruebas de reparto lo hizo para interpretar el papel de Messala, sin embargo, el director del filme, Timur Bekmambetov, le eligió para dar vida a Judah Ben-Hur al pensar que había captado lo que él quería para desarrollar la relación entre los dos protagonistas: «Fue una bonita manera de entrar en el personaje, pues la gente a la que amas de verdad es, en muchas ocasiones, la que más daño te puede llegar a hacer, como en este caso», explica. Sabe que el reto de dar vida al personaje por el que Charlton Heston se convirtió en un icono no es baladí: «Me encanta la interpretación que hizo él. De hecho soy amigo de su hijo y su nieto, aunque esta vez la historia está contada de manera diferente. Mi personaje está muy perdido desde el principio. Emprende un viaje en el que tiene que madurar y hacerse un hombre. Pienso que la gente se puede identificar hoy con su viaje. Es una historia de perdón y redención», explica.

Parte del filme se rodó en los estudios de Cinecittà, donde su abuelo había rodado en su día el filme «La Biblia» (1966): «Aún quedaba gente que había trabajado con mi abuelo en esa película. Es imposible hablar de Cinecittá sin sentir toda la historia cinematográfica», afirma. La escena del filme que todos tenemos en mente es la durísima carrera de cuadrigas, en la que pocos saben que Sergio Leone dirigió partes de la misma como asistente de director de la segunda unidad.

- Caballos a 60 kilómetros

En la actual, y gracias a los nuevas tecnologías empleadas, todo ha sido más sencillo, aun así Huston explica que a pesar de estar acostumbrado a montar a caballo, conducir un carro es una historia totalmente diferente: «No hay nada que te pueda preparar para una escena como la de las cuadrigas. Tener a cuatro caballos tirando de ti a toda velocidad es un esfuerzo muy complicado de dominar. En total había 32 galopando, arena saltándote en la cara, apenas veíamos lo que teníamos delante, pero resultó una experiencia inolvidable. Es una de las cosas más increíbles que he hecho en mi vida». Y es que los equinos iban a más de sesenta kilómetros por hora «y cuando dabas la vuelta a una esquina literalmente te dejabas llevar y volabas», añade el actor. Con todos estos ingredientes y siguiendo la tendencia de Holllywod de optar por nuevas versiones de grandes clásicos, Paramount y Metro Goldwin Meyer decidieron unir sus fuerzas y rodar una versión del siglo XXI para las nuevas generaciones. Para tan ardua tarea, los ejecutivos se decidieron por Timur Bekmambetov, un director nacido en Kazajistán, que vive en la misma casa en la que habitó Walt Disney se hizo famoso en Rusia por su película «Guardianes de la noche» (2004), el filme que mejor funcionó en taquilla ese año. La secuela superó a la anterior y situó al realizador en un lugar privilegiado de cara a EEUU: con este doblete tenía ya abierta las puertas de Hollywood. «Wanted» (Se busca) (2008), protagonizada por Angelina Jolie, recaudó 341 millones de dólares a nivel mundial, una cifra nada despreciable para un director que prueba suerte por primera vez en la ciudad del oropel. De momento, Bekmambetov ha tenido bastante suerte con sus proyectos, no sólo con los que rueda en Estados Unidos, como es el caso de «Eliminado» (2015), que costó un millón y recaudó 64, sino también con los filmes que continúa haciendo en Rusia. Su empresa de efectos especiales tiene sucursales en EE UU y China. El director se considera un personaje poco convencional que en ningún momento ha pensado renunciar a seguir trabajando en Rusia: «Siempre estoy buscando algo diferente y si lo encuentro voy a por ello. Tanto en mi faceta de director como en la de productor arriesgo lo que puedo y no me conformo con cualquier cosa. Disfruto el proceso creativo como nadie y sigo haciendo películas en mi tierra porque es mi público, le conozco y sé lo que le gusta a la gente allí», señala.

Cuando MGM y Paramount le ofrecieron ponerse al frente del «remake» con un presupuesto de 100 millones de dólares (más otra decena en gastos de marketing y distribución), la intención de Timur, ardua y complicada tarea, era una: escapar de la sombra del clásico de Charlton Heston. Muy difícil lo tenía. «Fue un reto que me asustó mucho cuando me lo ofrecieron. La película está basada en un libro estupendo que ficciona una historia bíblica pero que al mismo tiempo resulta bastante entretenido. Me gusta correr riesgos, sobre todo los que nadie más quiere correr», explica el director, quien ha querido subrayar que el filme «va dirigido a un público amplio, desde los jóvenes que están acostumbrados a las cintas de superhéroes con cortos diálogos a gente de más edad deseosa de ver esta versión de una película que es un mito».

Y riesgos, desde luego, ha corrido, como si fuera la suya una carrera de cuádrigas y la taquilla no le ha favorecido, pues tras su estreno el viernes de la semana pasada en EEUU, la cinta ha recaudado las once millones de dólares, colocándose en el quinto lugar de estrenos, algo que da que pensar para un filme de este presupuesto. La intención era llegar a un público interesado en temas religiosos. Paramount afirmó que antes de su estreno la película había sido mostrada a varios pastores porque ésa era la intención de marketing del estudio. «En una situación donde el contenido está bien hecho, y es relativamente fiel al original, debemos quizá plantearnos si el error ha sido la estrategia de marketing», asegura Matthew Faraci, presidente de Inspire Buzz, cuya agencia se dedica a conocer qué interesa a las audiencias religiosas. Curioso es el tratamiento de Jesucristo en esta nueva entrega, pues mientras que en la original la figura del hijo de Dios aparece siempre medio oculta, en ésta es interpretada por el actor brasileño Rodrigo Santoro, quien tiene una gran presencia en el filme. Esta impronta religiosa quizá tenga bastante que ver con que uno de los productores del filme sea Mark Burnett, creador de realities como «Supervivientes», «Shark Tank», o «The Apprentice» y conocido por explotar el tema religioso en series de televisión y hacer millones con ello junto a su mujer Roma Downey. Series como «The Bibble» o «A.D. The Bibble Continues» le han proporcionado las mayores alegrías financieras de su trabajo como productor por el gran seguimiento de los evangelistas en Estados Unidos.

Un clásico en el Olimpo cinematográfico

En el Olimpo del cine ha quedado para siempre aquella película en la que el Imperio romano tomó el siglo XX a golpe de cuadrigas. Fue todo un «boom», culpable ahora de que, 57 años después, se lance a bombo y platillo su «remake». Sin embargo, antes del «Ben-Hur» del 59 hubo más. Primero, el original, el libro que imaginó Lewis Wallace sobre la vida de Judá Ben Hur y alrededores, en los que se estaba gestando una nueva fe. Su salto a las pantallas llegaría de la mano de Sidney Olcott en 1907. No más de quince minutos bastaron para contar una pequeña parte de la vida de su protagonista. Más extensa fue la versión del 25 que dirigiera Fred Niblo: «Ben-Hur: un cuento de Cristo», en la que ya se emplearon cerca de dos horas y media. Reflejo en el que se miraría William Wyler años después (1959) para levantar la que hoy es una película de culto. Protagonizado por Charlton Heston, la nueva versión del clásico de Wallace superó con creces a su antecesora. Siendo, tras su estreno en el Lowe’s State Theater de Nueva York, la película más taquillera de su año, aunque por detrás de «Lo que el viento se llevó» en la clasificación histórica. Buena culpa de ello la tuvieron los 14,7 millones de dólares que se gastaron en su producción, convirtiéndola en el largometraje más caro hasta entonces. Los decorados fueron los más monumentales que nunca se habían construido en una producción hollywoodiense. Y las cifras fueron a lo grande: se usaron 10.000 extras, 2.500 caballos y 200 camellos. Se tardó en completar el rodaje ocho meses, en los que las jornadas laborales iban de 12 a 14 horas. Premio a todo ello fueron las once estatuillas con las que la Academia reconocería el esfuerzo, pero, sobre todo, la inmortalidad en la historia del cine.