Festival de Málaga

Daniel Guzmán, justicia de barrio

Se alza con la Biznaga de Oro y Mejor Dirección en Málaga por su primer largo, «A cambio de nada»

Guzmán en el festival de Málaga
Guzmán en el festival de Málagalarazon

Se alza con la Biznaga de Oro y Mejor Dirección en Málaga por su primer largo, «A cambio de nada»

Era de ley que «A cambio de nada», debut en el largometraje como director del actor Daniel Guzmán, saliera por la puerta grande del Festival de Málaga. Y eso se llama Biznaga de Oro y premio a la Mejor Dirección, además del de mejor Actor de Reparto para el joven Antonio Bachiller, o sea, Luismi, o el «mejor amigo de». Reconocía tras el premio que «tengo una carga emocional muy fuerte de estos años y no sé lo que me pasa pero no puedo explotar de alegría» y deseaba que «estos premios sean el inicio de un viaje largo y un empuje para la película, que se estrena el próximo 8 de mayo. Hay mucho extrarradio en este retrato autobiográfico de Guzmán. Mucho barrio en la historia de Darío, espejo del propio Guzmán, que fue graffitero –y bala perdida– antes de actor. «El barrio es fundamental para mí, son mis referentes, mis raíces, es donde yo me he formado. Allí he encontrado mi espacio y mi libertad. Me considero un tío libre y todo viene de haberme buscado la vida en mi barrio», cuenta Guzmán. Darío es un chaval que hoy huye de casa y mañana levanta burras, hasta que a su filósofo de cabecera, un «loser» interpretado por Felipe García Vélez, le recetan Chinchón. Una pena que los festivales tengan que repartir, porque tanto Vélez como el protagonista, Miguel Herrán, o la propia abuela de Guzmán, que hace del ángel protector que debió ser en la realidad, están igualmente de premio.

Natalia de Molina, la película

Cantada era también la Biznaga de Plata de Natalia de Molina, y no ya por su versatilidad –se presentaba también con la reinvención española de «Resacón en Las Vegas», «Cómo sobrevivir a una despedida», amén de un papelito en «Sólo química»–, sino por su arrollador retrato de una madre soltera y en paro en «Techo y comida», casi un docudrama de la crisis firmado por Juan Miguel del Castillo. Ella era la película. «Fue duro», responde la actriz. «Como la historia era tan dura y todo lo que contábamos tan intenso, cada que vez que parábamos de rodar nos reíamos», confiesa De Molina. La actriz granadina –aunque nacida en Linares–, ganadora de un Goya gracias a «Vivir es fácil con los ojos cerrados», suma y sigue. «Todo es por haber tenido la suerte de participar en esa película», reconoce. «Ha sido un año muy bueno».

A Ernesto Alterio lo tenemos desde el viernes en la cartelera con «Sexo fácil, películas tristes», metapelícula, con la que ha debutado el hispanoargentino Alejo Flah. Alterio se llevaba ayer el premio al Mejor Actor por su papel de un guionista en crisis, laboral y personal, que debe escribir una historia romántica canónica –la que interpretan Quim Gutiérrez y Marta Etura–. ¿Está todo inventado? «Esto ya lo hacía Shakespeare, que en “Hamlet” y otras obras utilizaba el teatro dentro del teatro», explicaba Alterio. «A mí es un doble juego que me interesa mucho, los distintos planos de realidad y cómo no hay una sola». Y aunque reconoce que el filme «tiene una mirada irónica sobre las estructuras y los lugares comunes de esas películas», explica que la comedia romántica «me gusta, descubrí que me gustaba hablar de amor, aunque antes creía que no, y que se revalorizó lo romántico en mí. Ahora lo encuentro muy interesante y siento que es uno de los grandes temas de la humanidad y uno de los motores que tenemos».

Y poco que objetar a que el Premio Especial del Jurado –es una película «especial» y muy «de jurado»– recaiga sobre el viaje francés de Jonás Trueba en «Los exiliados románticos», que también ha rascado palmarés por su música, que firma el grupo Tulsa. «La deuda (Oliver’s deal)» se va con doblete de Biznagas de Plata: a la Mejor Actriz de Reparto para Elsa Olivero y al Mejor Guión, de Barney Elliott. Montaje, Fotografía y Guionista Novel han sido para «Requisitos para ser una persona normal», cine «indie» y con receta vital de Leticia Dolera. Ella, como Guzmán y Zoe Berriatúa, el gran olvidado con «Los héroes del mal», la otra cinta que se postulaba como «biznaguizable», han protagonizado una edición llena de actores que debutaban como directores.