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¿Se puede vender un Goya? Sí

Los hermanos Bajo Ulloa retiran su estatuilla a Mejor Guión Original de 1991, tasada en 4.999 euros, de una tienda de segunda mano tras el «revuelo» levantado.

¿Se puede vender un Goya? Sí
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Los hermanos Bajo Ulloa retiran su estatuilla a Mejor Guión Original de 1991, tasada en 4.999 euros, de una tienda de segunda mano tras el «revuelo» levantado.

Si su sueño es tener un Goya, ya no es necesario luchar contra los elementos para levantar una película lo suficientemente buena como para ser premiada. Simplemente basta con tener 4.999 euros en el banco y pasarse por el Cash Converters de Vitoria o dar con Eduardo Bajo Ulloa y hacerle una oferta tan suculenta como para que dé el «ok» a la operación. Al menos esto es lo que se podía hacer hasta ayer –cuando la pieza se retiró de la venta y se devolvió a sus propietarios por el «revuelo» causado, justificaban desde el comercio– en la tienda de segunda mano de la capital alavesa. Entre televisores, móviles y juguetes varios se podía encontrar el «cabezón» de Fancisco de Goya diseñado por José Luis Fernández como máximo reconocimiento del cine español. En su peana tres palabras y un año: Mejor Guión Original 1991. Rápidamente se «googlea» y se encuentra que en tal fecha Montxo Armendariz se hizo con semejante galardón por «Las cartas de Alou». Sin embargo, no es de él. Al lado de la estatuilla, y detrás del cristal que separa el trofeo de la calle, una placa da fe de la autenticidad de aquello: «Objetos insólitos. Modelo: Goya ‘‘Alas de mariposa’’ 1991. Coleccionismo».

«Fake» o error

¿Entonces? La explicación está en que en los premios de 1992 se talló el año de producción de los largometrajes y no de entrega como en el resto de ediciones. Por tanto, el «cabezón» del escaparate es el de los hermanos Bajo Ulloa –Juanma y Eduardo– por «Alas de mariposa», como rezaba la leyenda. Y con Armendariz desmintiendo las informaciones iniciales con una foto de su Goya en las redes sociales: «Es ‘‘fake’’ o error, porque el mío está por aquí».

Desde el establecimiento se reconocía que «es el auténtico», a la vez que se confirmaba que fue Eduardo quien llevó allí los 3 kilos de bronce en depósito. Nada de empeñar, por lo que sólo se obtendría beneficio en caso de venta. Aun así, el elevado precio ha hecho que desde que dejó la pieza en la tienda hace dos semanas no se haya dado salida, a pesar de «haber recibido alguna oferta» lejos de esos 4.999 euros –precio muy por encima de los «entre 900 y 2.400» que cuestan las estatuillas, como han reconocido en alguna ocasión los dueños del taller que las esculpen–.

Entre tanto, los implicados se encontraban desaparecidos al cierre de esta edición. Ni siquiera la Academia de Cine había logrado hablar con ellos: «Hemos intentado contactar con ellos, pero no hemos podido», apuntaban en la tarde de ayer desde la institución. Una llamada que se produjo para consultar la veracidad de la noticia y preguntar por los motivos de un hecho «novedoso», como lo calificaban. Sin ir más allá. Porque, como comentaron, «en las bases no se dice nada sobre una posible venta. Pone que se queda en propiedad de quien lo reciba, así que, de entrada, se puede hacer lo que se quiera con la estatuilla». Situación tras la que no descartan cambiar la norma, como ya hacen otros premios, sirvan los Oscar como ejemplo, que, ante la posible adquisición por parte de un tercero de su trofeo, la Academia norteamericana se guarda el derecho de recompra por el precio simbólico de un dólar, contrato firmado mediante: «A raíz de este precedente se podría plantear algún tipo de cláusula que evitase repetir la situación, pero eso es algo de lo que debe encargarse la nueva directiva».

Por tanto, la pregunta de si se puede vender un Goya se contesta con un «sí». Otro punto sería si se tratase de una réplica y no del original que se entregó el 7 de marzo de 1992. «En ese caso, la Academia de Cine tomaría acciones legales porque tiene los derechos del ‘‘cabezón’’», apuntan.

Alejamiento del cine

Parece romperse así la relación entre Eduardo Bajo Ulloa y el cine, no la de su hermano, que estrenó en 2015 «Rey gitano» –con Arturo Valls, María León y Karra Elejalde, ente otros–. Y es que, según la prensa vasca, el que fuera guionista de «Alas de mariposa», «La madre muerta» (1993) y «El hombre ubicuo» (2001) –de la que también fue director– ha trabajado durante los últimos años en la hostelería de su ciudad natal. La casi ruptura matrimonio Goya-Eduardo obliga a remontarse al día en el que éste recogió el galardón de manos de Puigcorbé y Forqué, en el que apenas 20 segundos de adiscurso le sirvieron, con la ausencia de su hermano, para agradecer el trabajo de los suyos: «A todos los que han colaborado en la película, que han hecho que la historieta que escribimos pareciera un buen guión». Para guión de historieta éste.