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«Ricki»: Mamma mia!

Director: Jonathan Demme. Guión: Diablo Cody. Intérpretes: Meryl Streep, Kevin Kline, Mamie Gummer, Sebastian Stan. EE UU, 2015. Duración: 101 min. Comedia dramática.

«Ricki»: Mamma mia!
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Me pregunto cómo ha evolucionado la guionista Diablo Cody para, tras debutar en estas lides con la notable y un poco desencantada y honesta «Juno» (Jason Reitman, 2007), estampar ahora su firma en «Ricki», la nueva película de Meryl Streep. Y de Jonathan Demme, por cierto, el director de «El silencio de los corderos» y «Algo salvaje». Misterios de la vida y de Hollywood, que paga muy bien a sus trabajadores cuando rinden en taquilla o prometen hacerlo. Ricki, guitarrista entre cuero y collares baratos que cada noche actúa, junto a su amante, en un garito para cuatro gatos y medio versionando temazos de rock, hace años que abandonó a su familia para cumplir un sueño, el de convertirse en una estrella. Pero ni siquiera en EE UU éstos se cumplen siempre, no crean. Un día, el ex marido de Ricki (el siempre convincente y un tanto cómico Kevin Kline, que lidia con un personaje que podría haber tenido más sustancia) la llama para decirle que su hija arrastra una grave depresión desde un reciente y traumático divorcio, por lo que la mujer, aunque con las dudas a cuesta, emprende el regreso para reencontrarse con su pasado. Y, a partir de ese instante, se suceden por riguroso orden de aparición los inevitables encontronazos, los desencuentros, las sorpresas familiares, amargas o no y, posteriormente, las inevitables lamentaciones y acercamientos, parece una fórmula química, y casi lo es. Qué decir de la protagonista, de Streep, una de las intérpretes más sólidas y versátiles desde hace ya medio siglo, capaz de agarrar la guitarra y de cantar como si llevase en el negocio lustros. El cuarto Oscar tal vez, al tiempo. Entre Bonnie Tyler y una versión femenina de «El Boss», Street se sube al escenario con la soltura de una veterana guerrera, lamenta en un interesante monólogo que las mujeres siempre salgan perdiendo, también en el mundo de la música, se pelea con la perfecta y actual esposa del hombre al que abandonó y se deja acariciar por él cuando descubre que todavía, y mira que lo trató mal, la ama. Sin ella en el epicentro de este filme previsible, de este drama correcto, suave y manido, poco habría sido igual. Incluso cuando exagera un poco o se le escapa el gesto demasiado, Streep ratifica que puede con todos y con cualquier personaje que le echen por mucho peinado hortera, ropa barata y abalorios que le planten encima. Si parece que vive en la carretera, como decía Miguel Ríos...