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Rodolfo Sancho: «Siempre he tenido algo de bandolero»

Rodolfo Sancho / Actor. Interpreta a Héctor, el protagonista de «Mar de plástico», la serie de Antena 3 que continúa con su segunda temporada

Rodolfo Sancho
Rodolfo Sancholarazon

Interpreta a Héctor, el protagonista de «Mar de plástico», la serie de Antena 3 que continúa con su segunda temporada

Rodolfo Sancho demuestra ser capaz de hacer dos cosas a la vez. No sólo se le ha visto en varias series de forma simultánea, sino que puede liarse un cigarrillo mientras contesta a unas preguntas que no se le ahúman. Interrumpe una respuesta para pedir mechero a unas chicas que se prenden con su mirada. Y continúa. La segunda temporada de «Mar de plástico» (hoy, en Antena 3) arranca con más misterio, suspense... ¡y acción!

–Es un mar de plástico, pero con oleaje. Nunca está en calma.

–Habrá más crímenes. No saber quién mató a Marta hace que se viva más la trama.

–Un «thriller» psicológico que desconcierta incluso a los actores...

–Si empezara la serie sabiendo quién es el asesino no me divertiría tanto, y podría condicionarme.

–Su personaje se ha vuelto majareta.

–Y en adelante estará todavía peor. Se ha convertido en alguien desarraigado que no tiene nada que perder. Sólo vive por la venganza. Para superar esas situaciones se necesitan una mente fuerte y unos valores definidos. Pero si no tienes ciertas armas para defenderte de las crudezas de la vida... No hay nada más triste que estar en el lecho de tu muerte cagándote en la madre de un tipo que te hizo daño.

–¿Cómo se supera la muerte de un ser querido?

–No se puede superar. Aprendemos a vivir con ello.

–Héctor se enamora de la pareja de su amigo. ¿Y si le pasara en la vida real?

–Bufff. No dejaría que me ocurriera.

–¿Tiene el amor reglas?

–Se pueden poner límites, ser inteligentes para no entrar. Habría que ver el preámbulo del personaje para ver cómo llegó a enamorarse, pero no sé...

–¿Qué hay de Héctor en Rodolfo?

–Nada. Héctor no está cómodo en su propia piel. Por suerte, tengo una vida mucho más alegre, feliz y estable que el 100% de los personajes que interpreto.

–Como Guardia Civil, ¿a quién enchironaría?

–A todos los que se aprovechan de la bondad de la gente y nos roban en nuestra cara. Encarcelaría a quienes se creen tan listos que han creado una sociedad de egoístas.

–¿Le gusta ir armado?

–No. El que va armado vive con miedo.

–La audiencia les respaldó en la primera temporada, pero ¿qué es lo más importante para engancharla?

–El espectador es tremendamente caprichoso. Y de una temporada a otra le pueden cambiar los gustos. Si supiéramos dónde está el secreto del éxito... No hay normas concretas para enganchar al público. Y menos ahora, que las producciones son tan dispares.

–Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas...

–Es un dicho. A veces, no funcionan porque no son necesarias y únicamente pretenden exprimir a la gallina de los huevos de oro. Pero mira las series americanas. Tienen segundas, terceras, cuartas, quintas y sextas temporadas.

–¿Nada que ver con las españolas?

–Todavía tenemos que madurar mucho, aunque estamos dando muy buenos pasos, acercándonos hacia el rigor y la seriedad, sin el miedo a no hacer audiencia. Desde el terror no se puede hacer nada bueno. Tendrá que hacerse desde el corazón. Nos falta presupuesto. Cuando tengamos más tiempo y dinero, el espectador español podrá disfrutar de mejores series.

–Proyecto en el que se embarca, proyecto que triunfa...

–Yo mismo me pregunto por qué. Doy el 115% de mí mismo en cada escena. Tiene que ver con elegir el producto, con el talento, pero también hay dosis de suerte. Es difícil saber por qué funcionan. Hay proyectos que convergen y resulta complejo combinarlos. He llegado a estar un año y siete meses sin parar de trabajar.

–¿Qué tal lleva ser protagonista?

–Muy bien. A todos nos gusta ser el «prota». Ojalá me dure mucho tiempo.

–¿Y los piropos?

–Recibo. No me sonrojan, pero cuando se extienden me incomodan, porque no sé qué decir.

–¿Se considera un «sex symbol»?

–No. Estudio todo lo que puedo, intento que mi personaje sea potente, creíble, fuerte. Que aporte a la serie para tener buenas audiencias.

–Pero seguro que ha sido muy ligón...

–No me puedo quejar. He tenido épocas buenas.

–Usted que ha viajado en el tiempo, ¿en qué siglo le hubiera gustado vivir?

–Vivimos en la mejor época de la historia. La gente se olvida de que abres un grifo por la mañana y sale agua. Y caliente. Entiendo que para que el ser humano evolucione siempre tiene que haber quejas, pero vivimos mejor que nunca.

–Su padrino fue Adolfo Suárez. ¿Deben aprender nuestros políticos de él?

–Adolfo Suárez supo hacer malabares. Los políticos actuales deberían aprender de él la falta de egoísmo. Adolfo no trabajaba por él, sino por España. Ahora sólo están preocupados por su carrera. La política, de por sí, es compleja, ya que para que exista la democracia tenemos que ser enemigos unos de otros.

–¿Cómo es Rodolfo Sancho fuera de la interpretación?

–Muy normal, con los pies en la tierra. No me gusta el falso «glamour». Además, en esta profesión no hay millonarios. Tengo unos valores de base que me han llevado a ser quien soy, tanto profesionalmente como humanamente. Me gusta ser yo mismo.

–¿Algo bandolero, como Curro Jiménez?

–Siempre he sido algo bandolero. Pero mi padre era un bandolero muy inteligente que hablaba de la libertad. Disfrazó un panfleto político en una serie de aventuras. Uno de los grandes éxitos fue que la gente necesitaba un Robin Hood. Él quería dar un mensaje necesario en el año 75.

–¿Por quién se dejaría las patillas largas?

–Por mi familia.

El lector

A Rodolfo Sancho le llegan por internet artículos de distintos medios, entre los que se encuentra LA RAZÓN. Se informa, pero la espesura política le satura y, de vez en cuando, necesita épocas de desinformación. «Me gusta leer un poco de todo, pero sin exceso de nada», confiesa.