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«Star Wars: Los últimos Jedi»: La fuerza a ti debida

La Razón
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Rian Johnson. Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac, Mark Hamill, Carrie Fisher, Adam Driver. EE UU, 2017. 150 minutos.

«Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana...». Y tanto: exactamente, han pasado cuarenta años desde que se estrenase la primera entrega (aunque en realidad es el capítulo IV de la saga, un lío importante para los fans no acérrimos, como yo) de «Star Wars». Fue en 1977, y, con aquel pelotazo de taquilla (piensen solo en el «merchandising» que reparten desde entonces tan alegremente las hamburgueserías y otros negocios), George Lucas consiguió un seguro de vida para él y sus venideros tataranietos como poco. El mundo ha cambiado desde entonces, mucho, y no siempre para mejor, los creadores del voraz monstruo galáctico lo saben, de ahí las singulares novedades que van introduciendo en cada ración de una tarta inacabable. Por ejemplo, el personaje de Finn (que encarna John Boyega), el primer negro en esta historia sin final posible, soldado y enemigo de la Resistencia, que, sin embargo, decide cambiar de bando, y ahí sigue en esta película; pero, sobre todo, la activa y firme Rey (Daisy Ridley), que de chatarrera se convertía en la mayor esperanza para «el lado bueno» y la mujer con mayor peso en esta factoría. El emponderamiento. Veamos ahora cómo se ha cocido «Los últimos jedis»: la Primera Orden se ha vuelto más poderosa todavía tras el anterior filme, «El despertar de la fuerza» (2015), y tiene contra las cuerdas a los pocos que aún intentan cambiar la tortilla de lado, un grupo que lidera la general Leia Organa (la ya desaparecida Carrie Fisher; los agobiados guionistas todavía le dan vuelta a la cabeza sobre la mejor manera de «matarla» en la próxima). El piloto Poe Dameron encabeza una misión para destruir un acorazado de los enemigos, mientras Rey se debate entre su futuro y la vocación que alimenta. Prohibidos, por expresa y lógica petición de los estudios, los «spoilers», sí podemos confirmar que la cinta encierra un par de sorpresas en su guión, bastante caótico y un tanto embarullado, por otra parte, y que Luke Skywalker es ahora un tipo amargado y triste; que la máscara que ocultaba a Darth Vader la codicia cierto joven de pasado traumático y que posee las suficientes escenas de acción, de efectos especiales aparatosos y de frenéticas luchas galácticas como para que los «frikis» más irredentos estén con la boca abierta buena parte de su larguísimo metraje. También salpicado por ciertas dosis de humor (así, en el arranque), que casi siempre provienen de los robots, bien sean de primera generación o entre los que ya peinan tecnológicas canas. Quien quiera, podrá hacer una lectura política sobre la sublevación frente al abuso de poder y tal; también, que el futuro del universo se encuentra ya en manos femeninas se pongan ellos como quieran, pero lo más importante es lo que se ve: un vistoso espectáculo dilatado hasta lo imposible con las puertas siempre abiertas de par en par a la proxima batalla. Leia, más allá de las estrellas, debe estar feliz por la victoria.

LO MEJOR

Digamos lo que sea, y con sus defectos, seguro que a los «fans» les vuelve otra vez locos

LO PEOR

¿Por qué a nadie se le ocurrió recortarle, no sé, unos veinte minutos de metraje? Qué larga