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«Clash»: El director egipcio que Hollywood salvó

El asfixiante segundo largometraje de Mohamed Diab, que está íntegramente rodado en un furgón, retrata a la sociedad de su país durante el derrocamiento del islamista Mohamed Mursi.

Represión brutal. Los manifestantes, todos dentro de un furgón policial, son rociados con agua
Represión brutal. Los manifestantes, todos dentro de un furgón policial, son rociados con agualarazon

La cinta impactó a Tom Hanks, quien escribió al director una carta de apoyo ante el boicot sufrido. El cineasta prepara ya un largo en Los Ángeles.

Toda la sociedad egipcia protestó bajo una misma voz en la plaza Tahrir contra el presidente Hosni Mubarak. Ya en febrero de 2011 el grito de «Hosni barra, masr hurra» (Hosni se ha ido, Egipto es libre) se escuchaba al unísono y con alegría en las calles de El Cairo. El régimen de quien les había gobernado con puño de hierro durante casi 30 años caía y las esperanzas de un mejor país afloraban. En todas esas manifestaciones estuvo presente, como activista, el director y guionista egipcio Mohamed Diab. Su segundo largometraje, «Clash», no es sobre esa revolución sino sobre lo que ocurrió en el verano de 2013: las protestas a favor y en contra del Gobierno post-revolución del islamista Mohamed Mursi, miembro del histórico partido de los Hermanos Musulmanes. Sin embargo, Diab insiste en que su filme es sobre «la coexistencia entre seres humanos». Una coexistencia que se exacerba si se encierra a dos decenas de egipcios, de distinta ideología, estrato social y edad, en un furgón policial de ocho metros cuadrados y bajo ese asfixiante sol de la capital, como se comprueba en los 97 minutos de película.

El filme no es un documental, por mucho que se pueda asemejar. «El mejor piropo que me pueden decir es que algunas imágenes de las protestas parecen de archivo, pero todo fue rodado y guionizado, se utilizaron cientos de extras», explica orgulloso Diab a LA RAZÓN, quien confiesa que se inspiró en hechos reales y verdaderos acontecidos en su país. Reunir a cientos de personas en el Egipto actual, gobernado por el general Abdelfatah al Sisi, no es tarea fácil. No solo porque lo rodó íntegramente desde el interior del furgón policial y en tan solo 26 días, sino por el actual clima de represión en Egipto, donde activistas de derechos humanos, periodistas y también directores de cine se quejan de las trabas en detrimento de la libertad de expresión y los nuevos modos de censura, sin ser censura propiamente dicha.

De hecho, la película se estrenó hace un año en el Festival de Cannes y a partir de ese momento la televisión nacional comenzó una campaña contra el director. «Fue muy irónico. Me acusaron de todo: de ser un espía, de tener otras intenciones, de dar mala imagen del país, de trabajar para la Hermandad Musulmana... Al volver a casa, mi distribuidor fue amenazado, por lo que una semana antes del lanzamiento de la cinta en Egipto, no podía estrenarla», recuerda el director, que aún no ha cumplido los 40.

Por suerte para Diab, a Tom Hanks le encantó «Clash» y su película pudo ser vista en Egipto. La hazaña se hizo viral y ante la presión social y el apoyo recibido, se proyectó en las salas. Al preguntarle qué pensó la sociedad egipcia al verse tan fielmente retratada, Diab responde que, «irónicamente, cuando vieron la película, me atacaron desde todos los bandos por igual. Equitativamente». Y es que la mayoría quedaron decepcionados: «A los que les gustaba la revolución, a los que estaban con los Hermanos Musulmanes, a los que estaban en contra, con el Ejército... Todos estaban bastante descontentos porque humanicé al otro». No obstante, Diab está satisfecho: «Ésta era mi misión y estoy muy orgulloso de haberlo hecho».

► Ser el nuevo tirano

Es asombroso comprobar lo profundamente dividida que está la sociedad egipcia en la actualidad. Las imágenes de unidad en 2011 desaparecieron dos años después, con millones de egipcios protestando contra Mursi, y otros cientos de miles de islamistas siendo detenidos y reprimidos por las Fuerzas de Seguridad y esperando que el depuesto Mursi volviera. ¿Qué ha pasado en tan poco tiempo? «Creo que ocurrió algo normal tras una revolución. Solo estuvimos unidos contra la tiranía, en contra de la pobreza, en contra de la situación en Egipto, pero después descubrimos que la mayoría de nosotros quería ser el nuevo tirano. Sobre esto va la película. La realidad es que tras la revolución hay que plantearse: ¿cómo vamos a coexistir con el otro? ¿Con el diferente? No podemos eliminarlos. No importa lo que piensen, son parte del país. Al final esto es una democracia».

Los protagonistas de la película son dos personajes neutrales, un periodista veterano y un joven cámara, los únicos que han sido detenidos por hacer su trabajo, no por su ideología. «Somos un poco como mi hermano pequeño (guionista) y yo», reconoce Diab. Es curioso cómo el resto de los arrestados dudan de ellos al no poder etiquetarlos y en muchas ocasiones utilizan insultos típicos para acusarles de estar a favor de un lado o de otro. Uno tiene nacionalidad estadounidense, por lo que las teorías conspirativas brotan en su contra. El propio Diab lo ha vivido en su piel. «Sí, lo sufrí desde el primer día. Cualquiera que esté en desacuerdo con el tema en Egipto, es acusado de ser espía, un lacayo de Estados Unidos... Por eso intenté hacer un poco de humor con esto en la película. Es llamativo que todos odien América, pero que al tiempo sueñen con ir allí. Tenemos una relación enloquecida con EE UU, es como el enemigo del que todos queremos formar parte», se ríe Diab. De hecho, dicho personaje asegura que su padre se fue de Egipto a ese país porque «era el infierno», aunque su último deseo era descansar en territorio egipcio. «Es lo que sentimos todos. Mis amigos aquí, los que han abandonado Egipto... Hay tantos problemas con los que queremos terminar... Sin embargo, tu nación es como tu madre, la quieres, no importa cómo sea ella. Tenemos esta gran contradicción. La quieres tanto que morirías por el país, incluso con todos los problemas y todo lo en desacuerdo que estamos con lo que sucede. Y los que ya no viven en Egipto y viven en ‘‘el cielo’’, en el mejor país del mundo, no disfrutan de nada sin pensar en sus amigos, su familia, donde se criaron... Nada está completo cuando abandonas tu país».

En la actualidad, Diab prepara dos películas, una que acaba de terminar de escribir «de ciencia ficción para Hollywood y otra con la historia de un palestino como protagonista, muy en el tono de ‘‘Clash’’», ahondando en la identidad. Al advertirle al original director de si es consciente de antemano de que va a ser criticado por estar a favor o en contra de la causa palestina o israelí, Diab lo sabe, aunque vuelve a insistir en que lo suyo es un cine muy humano sobre qué tiene todo el mundo en común.