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Cristina y Ramón Paricio: «El día que no vea libros en Fráncfort pensaré que el papel se ha acabado»

Cristina y Ramón Paricio: «El día que no vea libros en Fráncfort pensaré que el papel se ha acabado»
Cristina y Ramón Paricio: «El día que no vea libros en Fráncfort pensaré que el papel se ha acabado»larazon

Siguiendo la tradición familiar, pero haciendo su propio camino, estos dos hermanos lanzan Cinco Tintas, la nueva editorial especializada en «libros prácticos ilustrados».

Nacieron y crecieron entre libros y, por el momento, la vida no tiene pinta de cambiar para estos dos hermanos que lanzan su propia editorial. Como si de una obligación hereditaria se tratase. Pero antes de independizarse de los sellos que han conocido toda la vida, Cristina y Ramón Paricio se han curtido de feria en feria por Fráncfort, Londres, Nueva York... Ahora lanzan Cinco Tintas en honor al último paso de todo el proceso, el que lleva la esencia.

–Abuelo editor, padre editor, no había otra salida para esta tercera generación, ¿no?

–Cristina Paricio: Hemos tenido suerte de que nos guste lo que hacemos. Y ahora queríamos llevar a cabo otras cosas diferentes por voluntad propia. Somos un poco aventureros.

–Ramón Paricio: Desde que nacimos ha sido el tema que había encima de la mesa. Sant Jordi, las ferias, cuando mi padre se iba a Fráncfort a por nuevos títulos, siempre ha girado todo alrededor del libro. Ha sido una empresa familiar que fue evolucionando y siendo jóvenes pudimos desempeñar una serie de funciones y, sobre todo, aprender mucho de cómo va el negocio.

–Primer recuerdo del mundillo.

–C. P: Crecimos entres libros, siempre han formado parte de las conversaciones familiares. No podría separar un solo recuerdo, pero quizá me quedaría con los «Principios de Bioquímica» de Lehninger, siempre se ha hablado de él en la familia.

–R. P: La feria de Fráncfort. Para nosotros era el sitio de dónde sacaban los libros que llegaban a casa, era el referente. Además del que comentaba Cris, diría la «Guía de aves» de Svensson.

–¿Cómo han evolucionado aquellas obras que les llegaban de niños de la editorial familiar?

–R. P: Se ha mantenido mucho el libro de texto. Aunque, por desgracia, la piratería con las fotocopias es un tema muy complicado. Es un pez que se muerde la cola, porque entendemos que la gente diga que los libros son caros, pero es que las impresiones suelen ser más cortas de lo ideal...

–Terreno farragoso... ¿De dónde sale la idea de independizarse?

–C. P: Yo ya había estado en otra empresa y, cuando iba a ferias, veía que los libros que nos enamoraban no tenían cabida en el catálogo, así que al cabo de un tiempo decidimos hacerlo, teníamos todas las herramientas.

–Aunque cuentan con la ventaja de no partir de cero, ¿cómo hay que abrirse hueco?

–C. P: Está la suerte de que sabemos cómo funciona, pero nos hemos independizado cien por cien: no hemos utilizado ningún recurso de las editoriales familiares, todos los distribuidores son distintos. Al final la cosa es hacerlo bien; con seriedad, profesionalidad y compromiso con el lector. Pero no nos pongamos filosóficos.

–R. P: Tenemos el conocimiento, los recursos, los contactos... aunque el primer paso es tan fácil, o difícil, como hacer una llamada a un distribuidor. Nosotros le comentamos el proyecto y ya nos dijeron «queremos publicar con vosotros». El camino por esa parte fue muy llano. A lo largo de los años hemos ido conociendo a mucha gente, y lo que hacemos es importar de otros países, entre comillas, comprar un producto cerrado.

–¿Es un reto eso de salir del confort familiar?

–C. P: Es personal, pero no tiene que ver con demostrar nada. Tenemos la convicción de hacerlo y esperemos que salga muy bien.

–Y ¿por qué Cinco Tintas?

–C. P: Viene del tipo de libro que publicamos. Hacemos coedición con grandes grupos y con otras editoriales del mundo, donde, en este tipo de edición, varias ese ponen de acuerdo para imprimir un libro y el único elemento que cambia es el texto, que para imprimirlo se usa una tinta extra, la quinta, la que le da la esencia.

–R. P: No es la primera empresa que montamos y sabemos lo difícil que es encontrar un nombre que quiera decir algo, que tenga sentido. Éste viene de muchas horas de pensar y, al final, el nombre define muy bien el proyecto.

–¿De qué iba esa aventura?

–R. P: No nos han frenado muchas cosas, la otra empresa fue hace casi cuatro años, única y exclusivamente para desarrollar una aplicación móvil. Vimos un tema que publicamos en la editorial familiar sobre el embarazo y, hablando con un pediatra, le propusimos desarrollar un app que ahora es un consultorio. Una herramienta para que los padres sepan qué hacer cuando tengan una emergencia con su hijo.

–¿Desde dentro cómo se ve el futuro del papel?

–C. P: No creemos que esté en extinción, estamos convencidos. El día que deje de ver libros en Fránkfurt pensaré que el papel se ha acabado. Pero para eso falta muchísimo. Los dos tipos de libros, electrónicos e impresos, se retroalimentan, se nutren entre ellos. Y más en particular, nuestros ejemplares tienen un largo camino en cuanto a digitalización, deben ser más interactivos porque al final sería como colgar un PDF con imágenes, y aquí apostamos por un libro con el que pasar tiempo, que te guste tenerlo abierto en la mesa del comedor.

–Y esos ejemplares de los que hablan son los «libros prácticos ilustrados». Defínanlo.

–C. P: Es el que te permite aprender o poner en práctica cualquier tipo de habilidad. Nosotros empezamos con la gastronomía y las manualidades, pero queremos ampliarlos a deporte, salud, jardinería... cualquier tipo de conocimiento que se pueda poner en práctica en casa.

–R. P: Es el que nos gusta, creemos que es un soporte y un tipo de contenidos que tiene clientes. Son obras muy ricas con tanta ilustración, y a nivel de diseño las cuidamos para que sean atractivas.