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El Cigala, viaje a la hondura de la salsa

El cantaor reivindica la poesía del género y el legado de Fania All Stars o Héctor Lavoe

Diego «El Cigala», ayer, durante la rueda de Prensa
Diego «El Cigala», ayer, durante la rueda de Prensalarazon

El cantaor reivindica la poesía del género y el legado de Fania All Stars o Héctor Lavoe

Para Diego «El Cigala», flamenco y salsa son dos géneros «primos hermanos». «Ambos son del barrio, de la calle, son fiesteros y nocturnos». Así explica el cantaor la fusión de estilos en su último disco, «Indestructible. El alma de la salsa», que presenta en concierto en Madrid y Zaragoza en las próximas fechas (27 y 28 de noviembre). «Tienen más cosas en común –aseguraba–. Por ejemplo, que hablan del desengaño, de la pena y la tristeza y también del amor con una impronta únicas. Hay un sentir muy fuerte en ambos géneros y además los dos permiten mucha improvisación». El Cigala, que estableció su residencia en República Dominicana en 2013 y se deja ver más bien poco por España, presenta como prueba de sus descubrimientos también una película homónima, un proyecto que fue concebido y gestado «con mucho amor» junto a su mujer, Amparo Fernández, fallecida en 2015 de cáncer.

un viaje por la historia

La película retrata el aprendizaje del cantaor, criado en Madrid junto al Rastro, por la génesis de la salsa: Puerto Rico, República Dominicana y Colombia, con parada también en Miami y Nueva York (EE UU), cunas anglosajonas pero igual de decisivas para la gestación del género, por donde siguió el rastro de los grandes intérpretes como los Fania All-Stars, Héctor Lavoe, Gonzalo Rubalcaba, Óscar D’León, Cheo Feliciano «y los demás artistas de los más hondo de la salsa», como les definió ayer El Cigala. «Es muy difícil encontrar a tanto genio junto como había en la Fania. Y trabajar con Los Muñequitos de Matanzas ha sido inolvidable. Son musicazos que traban alegrías y emociones en sus temas y yo quería reconocer ese género con un homenaje, porque tuvo un tiempo de gloria que no sabemos si volverá», comentó el artista, que ya antes había arrimado el flamenco al «latin jazz» y depués al bolero y el tango en sucesivos proyectos como el que le lanzó a la fama junto a Bebo Valdés («Lágrimas negras», 2003) y un buen número de músicos argentinos en «Cigala y Tango» (2010).

A pesar de la hermandad rítmica que pueda existir, el cantaor reconoció que le tomó un tiempo interiorizar la clave rítmica para jugar con ella. «Hemos intentado agarrar esos temas míticos y darles una vuelta, porque no puedo cambiar lo que soy en esencia. Por eso, en el disco y en la película se puede apreciar la verdad que hay en lo que he hecho como flamenco, que ha consistido sobre todo en no perder mi pureza». En el álbum –y en el filme– se puede ver al madrileño hacer revisiones de éxitos salseros como «Periódico de ayer», «Juanito Alimaña», «El Ratón» y de otros temas más románticos como «Conversación en tiempo de bolero» y «Cómo fue». La puesta en escena es, en sus palabras, «increíble. La Cali Big Band que me acompaña está formada por 11 locos maravillosos. Hemos tenido algunos cambios de percusionistas, pero a estas alturas suena súper sólida. Te atrapa. En directo puedes sentir la emoción y todos los detalles tal y como están en el disco». A estas alturas, El Cigala no piensa que alguien se asuste con el resultado: «No creo que los aficionados al flamenco no lo vayan a entender, todo está hecho con naturalidad».

Sobre el periplo americano, comentó con orgullo que «es difícil abrir camino para un flamenco en algunos países, pero hemos conseguido que nos abran las puertas de México, Argentina o Colombia. Nos quieren mucho y nos respetan. No es fácil y a mí me ayudó Bebo, le debo todo a su piano, y también haber trabajado con Omara Portuondo, que es una mujer maravillosa, y otros grandes. No puedo esperar a volver a La Habana, adonde regreso el 9 de diciembre diez años después de la última vez, que fue con Chucho Valdés».

siguiente parada: méxico

En esta fusión con el paisaje americano ha encontrado El Cigala un terreno fértil. «Estoy dándole vueltas a un nuevo proyecto que tenga que ver con México, el bolero y las rancheras –reveló–. Con temas de Chavela, Armando Manzanero, Juan Gabriel, José Alfredo Jiménez o Vicente Fernández, que han dejado huella en mi vida. Es un estilo romántico y creo que el flamenco también puede serlo, aunque a veces parezca tan serio». Esa es una búsqueda que, sin embargo, tendrá que esperar a una necesidad más perentoria: la de volver al flamenco austero, a la sencillez del cante y la guitarra. «Quiero hacer un disco de estudio de flamenco con guitarra y palmas. Nada más. Desde ‘‘Picasso en mis ojos’’ (2005) no tengo uno, y necesito las guitarras que tocaron en ese disco Morao o Tomate, eso es lo más importante a día de hoy», puntualizó. «El otro día me tiré toda la noche cantando, con Farruquito, con Ramón el Portugués, mi tío, y allí comenzó a salirme todo otra vez. Soleás, tarantas, bulerías y fandangos. Necesito esa vitalidad en mi mundo, ya se ha convertido en una cuestión de ego, me hace falta».