Fotografía

El móvil entra en el Metropolitan

Una exposición encargada por el museo explora el debate sobre el uso excesivo de estos dispositivos.

Una de las fotografías que se exhiben desde ayer en al muestra «Talking Pictures» del Metropolitan neoyorquino
Una de las fotografías que se exhiben desde ayer en al muestra «Talking Pictures» del Metropolitan neoyorquinolarazon

Una exposición encargada por el museo explora el debate sobre el uso excesivo de estos dispositivos.

¿Qué es arte? ¿Dónde está su límite? ¿En lo políticamente correcto? ¿En el Código Penal? ¿Cómo determinar el valor de una pieza artística? ¿Por un galerista? ¿Crítico? ¿Museo? A todas estas preguntas se añade en los últimos años la cuestión del uso de la tecnología que se ha apoderado de nuestras vidas. Precisamente, el cambio vino determinado por el teléfono móvil, el cual renovó nuestra manera de vivir. A este debate, se añade la necesidad imperiosa de los museos de intentar atraer al público. Han incluido programas familiares; han abierto sus archivos a través de sus páginas web; han permitido hacer «selfies» delante de los cuadros; y han aceptado que se les haga fotografías a los mismos, mientras los guardas de las salas contemplan cómo los visitantes están más interesados en ver la pieza en la foto que en sí mismas. Ahora, el Museo Metropolitan de Nueva York abraza este debate con una exposición, «Talking Pictures: Camera-Phone Conversations Between Artists», que se puede ver hasta el 17 de diciembre del próximo año.

Esta muestra intenta examinar la cuestión desde el personal punto de vista de 12 artistas cuyas cámaras de los teléfonos móviles han cambiado el modo de hacer fotografías durante la última década. Cómo se utilizan. Cómo se mira. Cómo se explora hoy en día y cómo se utilizan estos aparatos, que servían al principio cómo herramienta para preservar el pasado. Sin embargo, en la actualidad sirven para «compartir» la experiencia visual en el momento, en tiempo real, como se dice ahora, a la vez que se muestra sin precedentes los momentos más íntimos de cada uno.

La muestra es el resultado del encargo del Museo Metropolitan a 12 artistas para que explorasen qué podía ocurrir si se intercambiaba material visual captado sólo con sus teléfonos durante un período de cinco meses. A partir de esta idea, cada artista invitó a otro a compartir sus imágenes desde noviembre de 2016 hasta abril de 2017. Sólo se les pidió que no se escribiesen mensajes para aclarar las instantáneas. Tampoco se les permitió que compartiesen el material en las redes sociales. Cada uno lo hizo de una manera. Unos se intercambiaron material de forma diaria, de manera que no estaba planeada. Otros mantuvieron conversaciones de forma metódica. Incluso, algunos decidieron hacerse parte de la controversia política que tiene lugar en el país desde que el presidente Donald Trump ganó las elecciones, ya que empezaron el proyecto justo en el mes en el que tuvo lugar la cita con las urnas.

Entre el resultado del proyecto, destacan las imágenes de Manjari Sharma e Irina Rozovsky, cuando descubrieron que estaban embarazadas y salían de cuentas en abril. De esta forma, ambas relatan un diálogo que termina con imágenes de sus hijos recién nacidos. William Wegman y Otny Oursler optaron por un intercambio cómico de vídeos. Cynthia Daignault y Daniel Heidkamp llevaron a cabo un proyecto en el que fotografiaron pinturas, creadas especialmente para este trabajo. Mientras, Nicole Eisenman y A. L. Steiner se decidieron por una conversación sobre feminismo y política.

El resultado es una cascada de conciencia visual, con sentido o no. Otras veces se muestra un diálogo en el que los dos artistas están de acuerdo o totalmente en desacuerdo. Seis de los intercambios se muestran en mesas, libros en papel, tabletas y en un proyector. El resto se distribuye en la pared y en televisiones.

La exposición está patrocinada por Adobe. Es la segunda colaboración después de presentar en el museo en 2012 «Copia: fotografía manipulada antes de Photoshop». Curiosamente, esta última exposición se encuentra en una sala del «Met», donde no hay casi cobertura telefónica. Sin embargo, habrá que esperar a que lleguen los visitantes. Si se hacen «selfies» se podría decir que ha sido un éxito. Si deciden enfilar a la sala de Grecia y Roma seguirá el debate sobre qué hacer para acaparar su atención. O quizá sea mejor que no.