Museo del Prado

El Prado prevé retrasos en las obras de Foster

El director de la pinacoteca, Miguel Falomir, asegura que esto se producirá si no se aprueban a tiempo los Presupuestos Generales del Estado.

Rafael Moneo, artífice de la ampliación de la pinacoteca, que cumple diez años, ayer en el acto de aniversario
Rafael Moneo, artífice de la ampliación de la pinacoteca, que cumple diez años, ayer en el acto de aniversariolarazon

El director de la pinacoteca, Miguel Falomir, asegura que esto se producirá si no se aprueban a tiempo los Presupuestos Generales del Estado.

Los plazos de la nueva ampliación del Museo del Prado, con el proyecto de Norman Foster para el Salón de Reinos peligran debido a la no aprobación aún por el Congreso de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). El propio director del Museo, Miguel Falomir, asume que si los PGE no se aprueban se producirán «retrasos» en el calendario establecido, ya que se prorrogarían los últimos, donde no había ninguna partida prevista para la ampliación de la pinacoteca. No obstante, Falomir espera que esos retrasos sean «pequeños, ya que las obras de todos modos iban a comenzar en octubre de 2018». En el caso de que no haya partidas específicas para el año que viene, el responsable del museo confía en que las cifras retrasadas «se recuperen» más adelante, lo que podría salvar el horizonte de 2021 como fecha de fin de obras. Por ahora los trabajos previos se están ejecutando con cargo al presupuesto ordinario del Prado. «Lo importante es que haya compromiso político», aseguró Falomir durante la presentación de la exposición fotográfica «Por el Prado de Moneo», que celebra en el Claustro del Prado la primera ampliación, hace diez años, de la pinacoteca.

Como agujas chinas

«La estructura tenía que entrar como agujas chinas sin dañar el edificio original», recordaba ayer el arquitecto Rafael Moneo, que diseñó un edificio aledaño al de Juan de Villanueva consciente de «lo que significa el Museo del Prado para los españoles» y con la intención de «no romper las colecciones». Eso, explicó, se llevó a cabo interviniendo la ladera de Los Jerónimos en un proyecto que calificó de «difícil». Para Falomir, el Prado de Moneo hizo pasar a esta institución «del siglo XIX al XXI» en una «revolución como ninguna otra» en la historia de la pinacoteca. En estos diez años con la ampliación a pleno rendimiento, el número de visitantes ha aumentado un 40%, desde los 2,1 millones de 1996 a los 3 del año pasado. Asimismo, valora la institución, se ha duplicado la capacidad para exposiciones temporales, almacenes y talleres de conservación. En los fastos por estos diez años del edificio de Moneo, el Prado afronta el nuevo reto de expandirse hacia el Salón de Reinos. Para los responsables de la pinacoteca no tiene sentido un modelo de museo integral y mastodóntico como el del Metropolitan o el Louvre.

El modelo de «campus» es el perfecto para Madrid, señala Falomir, con sedes independientes pero interconectadas como los sería el Salón de Reinos. El museo ya estudia con el Ayuntamiento, que es favorable a la idea, la peatonalización de la calle Felipe IV para hacer más accesible esta ampliación. Más lejos de este núcleo de tres edificios (Villanueva, Moneo y Foster) quedaría el Casón del Buen Retiro. Falomir lo concibe como una especie de «Acrópolis cultural». Moneo también es favorable a este modelo «sin necesidad de conectar las sedes, sino pensándolas cada una con vida propia». El proyecto de Foster rehabilitará el Salón de Reinos para ganar 2.500 metros cuadrados de espacio expositivo y contará con un coste de 30 millones de euros. En total, el Prado ganaría un 16 por ciento más de espacio. Si todo sale como se espera, esta obra sería la gran protagonista de los fastos del bicentenario de la institución, que será en 2019. Para entonces, el Prado ya contará con un pequeño espacio para celebrar la propia historia de sus avatares arquitectónicos. Será en una sala subterránea conocida como el Tesoro del Delfín, en la parte trasera del edificio de Villanueva. Allí se expondrán maquetas y documentación referentes a la vida arquitectónica del museo que, en casi doscientos años de vida ha experimentado importantes cambios. «La arquitectura ha sido un aspecto al que el Prado no le ha dado la importancia que debiera», señala Falomir, que espera solventar ese olvido con la puesta en valor del Tesoro del Delfín.