Barcelona

Festivales: una guerra a voces

La industria de la música atrajo a España a 1,2 millones de turistas que compraron entradas para eventos desde el extranjero, la mayor parte de ellos, para asistir a festivales. Mientras, la competencia se recrudece: el año que viene podrían coincidir el mismo fin de semana el Mad Cool, BBK Live y FIB.

Depeche Mode rivalizaron en emociones en Bilbao
Depeche Mode rivalizaron en emociones en Bilbaolarazon

La industria de la música atrajo a España a 1,2 millones de turistas que compraron entradas para eventos desde el extranjero, la mayor parte de ellos, para asistir a festivales. Mientras, la competencia se recrudece: el año que viene podrían coincidir el mismo fin de semana el Mad Cool, BBK Live y FIB.

Cuando salen estas líneas publicadas, en España se están celebrado cuatro festivales de gran aforo: Mad Cool en Madrid, BBK Live en Bilbao, Cruïlla en Barcelona y Ressurrection Fest en Viveiro (Lugo). Además, también tienen lugar otros eventos de corte más alternativo, como el Huercasa Country Festival, Alterna, Weekend Beach, Cabo de Plata y Músicos en la Naturaleza, y arrancan otros de duración discontinua como Cap Roig. Aparentemente, la competencia no ha impedido a los cuatro eventos de gran aforo vender un altísimo porcentaje de los tickets disponibles. Salvo BBK Live, que no alcanzará el «sold out», los otros tres, sí. El próximo fin de semana arranca el Festival de Benicàssim, otro de los clásicos veraniegos, con una excelente cifra de asistencia. La clave de este éxito está en el público extranjero, especialmente británico, que empieza a ser una parte importante en los festivales españoles. Según Ticketmaster, la compañía líder en venta de entradas, 1,2 millones adquirieron un ticket para un evento musical en nuestro país. En el Mad Cool su presencia en la primera jornada era indiscutible, igual que en el BBK Live, algunos atraidos por la posibilidad de dejarse caer también por las Fiestas de San Fermín en Pamplona como un todo turístico. Sin embargo, la competencia en el sector puede recrudecerse.

Mad Cool nació el año pasado como festival de referencia de Madrid. Dirigido por Javier Arnáiz y con el apoyo de Live Nation (la principal promotora de conciertos del mundo), comenzó celebrándose del 16 al 18 de junio, coincidiendo con el Azkena Rock, evento promovido por Last Tour, compañía donde Arnáiz había trabajado anteriormente. Este año, desplazó sus fechas y le hizo competencia directa al BBK Live, también organizado por Last Tout. Para el año que viene, la situación puede ser incluso más cruda: estos dos eventos han anunciado nueva fecha, la del fin de semana del 12 al 14 de julio, días en los que habitualmente se celebra el de Benicàssim, evento que todavía no ha hecho pública su ubicación en el calendario y que contempla retrasarse una semana.

El director de comunicación del BBK Live, Gabriel Salaverry, asegura que «el Mad Cool es lo mejor que nos ha podido pasar. Como siempre digo: ¿qué sería del Barcelona sin el Real Madrid?». Salaverry se sentía seguro del éxito de esta edición, a la que esperan que acuda un total de 115.000 personas, diez mil más que el año pasado y unas cinco mil menos de lo que necesitarían para agotar las entradas. Sobre la coincidencia con Mad Cool, admite que le sorprendió el cambio de fechas: «Hemos flipado, porque además lo ha montado un ex socio nuestro. Pero, al final, logró que trabajemos para definir nuestra personalidad como festival y para que dijéramos: “Vale, vamos a competir”».

La contratación, clave

El problema es la contratación de artistas. Las fechas de celebración de un evento de alto presupuesto como un festival de música no son un capricho, sino una decisión estratégica. Los principales artistas mundiales reservan un tiempo para su gira europea y por eso su contratación es más fácil en determinados momentos que en otros. En el espacio de una semana, España tendrá, en los diferentes carteles, a Foo Fighters, Green Day, Depeche Mode, y Red Hot Chilli Peppers, entre muchas otras bandas por distintos lugares de la península. De su elección depende el éxito o el fracaso de una inversión millonaria. Salaverry define la apuesta del BBK Live de este año como «open minded», es decir, que defienda la diversidad y el equilibrio, o sea, que los cabezas de cartel «no se coman al resto de grupos, sino que los asistentes vengan atraídos por ellos pero tengan suficiente afinidad con los otros como para quedarse a verlos». «Ya no traemos bandas como Pearl Jam porque terminamos atrayendo a 30.000 fans exclusivamente de esos grupos. Nos sucedía que según tocaba el cabeza de cartel, dos tercios del festival se iba a casa», afirma Salaverry. A pesar de la intención de «renovar público», la edad media de los asistentes sigue siendo de 30 años, en parte porque Bilbao atrae no ya solo por la oferta del festival, sino por la gastronomía, y el gasto promedio del asistente es, según sus estudios, de unos 500 euros. Por otro lado, aunque no apuesten por grandes bandas de rock, sí trajeron como reclamo a Depeche Mode: «Porque la electrónica es un perfil más abierto que el de los fans del rock. Grupos como Foo Fighters, por ejemplo, son muy talibanes».

Talibanes o no, el grupo de Dave Grohl arrasó en la primera noche del Mad Cool, que evitó el naufragio en el sentido literal de la palabra con los nervios de punta. Finalmente, 45.000 personas según la organización pusieron a prueba la capacidad de un recinto saturado y empapado. Las cifras oficiales de la primera jornada del BBK fueron 36.000 personas. Los que sí pudieron ver a Depeche Mode presenciaron a Dave Gahan ataviado con una chaqueta roja de la que se deshizo pronto. Abrieron con «Revolution», de The Beatles y un signo de la paz dibujado en el bombo de la batería. La primera parte del concierto estuvo dedicada a su último disco, «Spirit», con «We are going backwards», «Where’s the revolution» y «Cover me». Aunque al público le costó calentar motores –muchos no conocían las canciones nuevas–, Gahan se entregó a los bailes que le caracterizan sobre el escenario desde el primer momento. Por su parte, Martin Gore derrochó voz en «Home» y «Somebody», y no faltaron temas de sus álbumes más antiguos como «World in my eyes», «In your room» y «Walking in my shoes». La emoción se desbordó con «Enjoy the silence» y «Never let me down again»; fue cuando, además, amenazó con llover, aunque al final fueran tan solo unas pocas gotas. El concierto terminó con «I feel you» y «Personal Jesus». Ayer, el público esperaba la aparción en el escenario Heineken de Phoenix y más tarde de The Killers. Gabriel Salaverry asegura que traer a estos últimos fue importante porque «era el grupo que más nos pedían en las redes. Yo mismo me fui a Los Ángeles el año pasado a comerle la cabeza a su agente». Y ayer el público se lo agradeció.