Actores

Hugh Jackman: Mandela tiene la clave contra el acoso sexual

Cierto: al ser preguntado sobre qué opinaba sobre la avalancha de denuncias por abusos en Hollywood, el actor recordó ayer en Madrid mientras presentaba «El gran showman», su vuelta al musical tras «Los miserables», que el presidente Mandela propició la reconciliación entre víctimas y agresores para evitar una guerra civil en Suráfrica. La comparación es al menos chocante

El actor visitó ayer fugazmente Madrid para hablar de su nueva película
El actor visitó ayer fugazmente Madrid para hablar de su nueva películalarazon

Cierto: al ser preguntado sobre qué opinaba sobre la avalancha de denuncias por abusos en Hollywood, el actor recordó ayer en Madrid mientras presentaba «El gran showman», su vuelta al musical tras «Los miserables», que el presidente Mandela propició la reconciliación entre víctimas y agresores para evitar una guerra civil en Suráfrica. La comparación es al menos chocante

«Cuando comenzaron las denuncias me conmocionó el valor de estas personas que dieron el paso y hablaron. No puedo ni imaginar lo frustrante de padecer algo así, y cuantos más años pasan, más difícil resulta referirse a un tema como éste. Da igual la edad, el sexo, la profesión... No hay ningún lugar, ningún trabajo en que pueda existir abuso de poder. Tenemos ahora la oportunidad de crear un entorno en el que no exista». Habla Hugh Jackman sobre la situación que vive Hollywood desde que todo saltara por los aires a raíz del caso Weinstein, y añade: «Al salir Mandela de la cárcel después de vivir bajo el apartheid, lo primero que hizo ya de presidente fue crear una comisión de la verdad y la reconciliación para que víctimas y agresores tuvieran la oportunidad de hablar abiertamente y dejar que el veneno saliera. Gracias a eso, Suráfrica hizo la transición y evitó la guerra civil, y creo que es un gran ejemplo sobre cómo podemos abordar esta cuestión». Personalmente tengo varias dudas sobre dicha comparación.

Mujeres barbudas y enanos

Volvamos al cine puro y duro que será mejor. Jackman confirmó de nuevo ayer en Madrid que es guapo y simpático hasta el aburrimiento y que anda entusiasmado con su nueva película, un musical que narra la historia de Phineas Taylor Barnum (1810-1891), aquel empresario de EE UU que surgió de la nada para crear un espectáculo que se convirtió en la sensación del mundo formado por mujeres barbudas, enanos y otros artistas especiales por sus apariencias físicas. Había nacido el «freak show». Y todo en plan contemporáneo, muy «Moulin Rouge», al compás de las canciones pop compuestas por los autores de la banda sonora que hicieron grande a «La La Land», bajo la dirección del debutante Michael Gracey y con Michelle Williams y Zac Efron también en el reparto. Regresa de esta forma a un género muy querido por el actor tras «Los miserables» y se muestra encantado de participar en una cinta presumiblemente, porque se estrena en España el 29 de diciembre y está pendiente aún de la calificación, apta para todos, o casi todos, los públicos. Quizá porque «soy padre de dos niños y nada me hace más feliz que dar un paseo con ellos, que hacer juntos cosas sencillas y a la vez milagrosas, vives esos momentos de manera especial. Cuando pido un deseo por mi cumpleaños siempre lo hago pensado en mis hijos».

Hablábamos de «Los miserables», la cinta orquestada por Tom Hopper en 2012 para la que todos los temas fueron grabados en directo: «Mientras la rodé no te podías poner enfermo, cada día debías darlo todo. Cuando estás en el escenario te notas libre. Me dio entonces por beber dos copas de vino antes de actuar porque ayuda a relajarte. Antes me notaba incómodo cantando, no me gustaba ni escucharme. Para “El gran showman’’ nos pasamos horas en el estudio y empecé a disfrutarlo». Una película que se larvó, por cierto, durante bastantes años: «Comenzamos con el proyecto en 2009. Ya interpreté cinco musicales en el teatro, pero nunca para el cine. Habían pasado 23 años desde la última película de este género rodada por los estudios, no existía aún el fenómeno “La La Land”, pero surgió este personaje perfecto para volver a él. Entonces no sabíamos el éxito posterior que iba a experimentar este tipo de cintas, fue un riesgo».

Y comenta por qué confió en un novato, aunque con larga experiencia en el mundo de la publicidad: «Michael Gracey es, como yo, australiano, nos conocimos haciendo un anuncio para televisión que él dirigía. Un terreno en el que es famoso, y le comenté de hacer un filme juntos, a lo que me respondió que cada actor con el que colaboraba en un spot le decía lo mismo, y luego nada. Sin embargo, dos semanas después le mandé el guión porque me parecía que nadie es más parecido a P. T. Barnum que el propio Gracey». Y ambos están de acuerdo en los motivos por los que les enganchó la vida de aquel excéntrico visionario y lo que supuso para EE UU: «La película plasma el nacimiento del “show business”, de la América moderna, pero también resulta importante esa idea sobre la tolerancia que contiene. Barnum acogió a todas esas personas marginadas pero, además, les dio cariño. Es más, creo que fue el primero en decir que “lo que te hace diferente te hace especial”. Por contra, hoy existe en Gran Bretaña, Estados Unidos, en mi país también, una tendencia al aislamiento, aunque dichas decisiones deben ser cuestionadas, sobre todo cuando el motivo de ellas reside en el miedo. No debemos construir muros, sino comprendernos. En el fondo, era también el mensaje de “X-Men”. Pensamos que debemos encajar en un estereotipo aceptado por los demás, pero lo importante radica en ser tú mismo, siempre».

Barnum, insiste Jackman fascinado, «era un hombre de la calle cuya herencia es cómo se origina un espectáculo. También fue el primero en repartir lotería; vendió unos billetes cuyo premio consistió en 500 botellas de vidrio usadas porque decía que a la gente lo que le importaba era ganar, sabía lo que querían. Supo cómo convertir los limones en limonada. Leí sobre él la más dura reseña que conozco, en la que escribían que era un criminal, un delincuente, y su circo, lo peor. Pues al final Barnum la publicó en todos los diarios de Nueva York porque para él no existía una mala crítica. Sin promoción no hay nada. Fue el Steve Jobs de su tiempo».

Una bombilla y poco más

Y ahora Jackman desvela a qué otro filme habría dado el sí quiero sin pestañear: «Habría protagonizado “Cantando bajo la lluvia”, para mí se trata de una cinta prácticamente perfecta, hábil, satírica, divertida. Gene Kelly ensayaba ocho semanas cada tema. Y a Debbie Reynolds le sangraban los pies por tanto esfuerzo...». Sí, se le ve un tipo activo a Jackman y enamorado de la profesión, aunque «mi prioridad es la familia. Vi cuánto sacrificó mi padre por nosotros, por eso mi esposa y yo pensamos que el matrimonio es lo primero y lo que fuese bueno para la familia, aunque a veces no aciertes. Me produce auténtico terror perderme momentos importantes de mis hijos y no darles lo mejor».

Repetimos: alto, guapo, atractivo, encantador, aunque lo de Mandela aún no nos lo expliquemos del todo. Algún defecto tendrá, nos preguntamos. «Bueno, podría mejorar tanto... Por ejemplo, no soy nada manitas. Poner bombillas, pase, pero todo lo relacionado con cámaras, sonido, móviles... Odio reconocerlo. Sin embargo, no se me da mal cocinar. Debuté en el cine con 26 años, y hasta entonces me preparaba mis platos porque no podía comer en la calle... Siento curiosidad por las cosas nuevas y por desafiar tus propios límites. Al principio cantando me sentía un fracasado. Pero di clases y todavía hoy voy a las de interpretación. Siempre puedo mejorar, es un deber». A ver quién le lleva la contraria a Lobezno, aunque Jackman decidiera con «Logan» descansar ya de él.