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La fiera de Crissie Hynde

Un momento del concierto
Un momento del conciertolarazon

A sus 65 años, la vocalista The Pretenders se mantiene pletórica en el escenario, con su voz en una forma sensacional.

Voz y guitarra: Crissie Hynde. Batería: Martin Chambers. Guitarra: James Walbourne. Bajo: Nick Wilkinson. Teclados: Carwyn Ellis. 1.700 espectadores. Teatro Real, Madrid. 24-VII-2017.

En un segundo, te monta un expolio. Esa es la fama que siempre ha tenido Crissie Hynde, alma de The Pretenders, terror de periodistas y, según los antecedentes, incluso de su propio público, como sucedió en Cap Roig, donde la estadounidense no dudó en amenazar verbalmente a los adictos a las fotografías con el móvil. En el Teatro Real, una voz en off pidió que los teléfonos permanecieran en el bolsillo.

Como era previsible, Hynde tuvo que amonestar a un insumiso tecnológico de las primeras filas en pleno estribillo de "Don't Get Me Wrong". Mejor no hagan que se cabree, porque la de Ohio (EE UU) derrocha una actitud punk que sostiene como armazón una ristra de canciones deliciosamente melódicas. En el fondo, así es esta superviviente: un esqueleto resistente a un entorno hostil para una mujer, tanto en la sociedad como más específicamente en la música, y al mismo tiempo una persona carismática, inteligente y sexy, que guarda las garras y bromea con su historial si es menester. En lo estético, poco le duraron las apariencias: apareció con una americana de brillantes lentejuelas de la que se despojó en la primera canción para dejar ver una camiseta de Elvis de manga corta y aún remangada, tejanos y botas de cuero.

La noche transcurrió así, de los estribillos inolvidables a los arranques de fuerza. A sus 65 años, Hynde se mantiene pletórica en el escenario, con su voz en una forma sensacional (y hasta brutal anoche), aunque en el estudio haya andado menos fina. Su último disco, producido por su paisano de Akron Dan Auerbach, titulado “Alone”, mantiene la tendencia de unos últimos trabajos irregulares. En el Teatro Real, sin embargo, sí que entregó una de las mejores canciones de ese álbum como la que da nombre al trabajo y “I Hate Myself”, pero por suerte centró el repertorio en sus tres primeros álbumes, con joyas como “Message Of Love”, “Don't Get Me Wrong” y “Kid” que entregó al principio para quitar la ansiedad.

Menudo genio tiene Hynde, vegetariana y activista por el medio ambiente y contra el consumo de alcohol y tabaco. Pero una cosa es eso y otra convertirse en una puritana. Anoche su actitud y su presencia en el Teatro Real fue la de una punk-rocker que lanza consignas antitaurinas y después defiende la religión. "Algunos no creen en ellas, yo sí. ¿Ah no? Pues ¡que os jodan!". Esa fue la introducción a "Boots of Chinese Plastic", que expone sus creencias.

Después llegaron “Talk of the Town”, “Hymn to Her”, "Stop Sobbin"y “Let's Get Lost”, del último álbum. Y un par de clásicos a continuación, cada uno de un polo: la sexual “Brass in Pocket” y la incomparable "Back On The Chain Gang", esa canción dedicada a James Honeyman-Scott, su mayor pérdida, de la que se sobrepuso, como ella canta, volviendo a "los trabajos forzados". También la dulce "I'll Stand By You"y la rockabilly "Thumbellina". Tras un colosal solo de batería de Martin Chambers, socio de Hynde desde hace 40 años, quedaba "Middle of the Road", y aún quedaba tiempo para "I Go To Sleep"y el cierre de "Precious".

Hynde sigue teniendo la pose de una “golfilla de extrarradio”, como ella se define en su autobiografía. Juega con el doble sentido porque siempre deja una puerta abierta, una escapatoria por si las cosas se ponen feas. Para poder decir, como su canción: “Hey, no me malinterpretes". Pero, oigan, la gente la entiende a la primera. En el Real, nadie volvió a sacar el teléfono.