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La memoria no prescribe

Iñaki Arteta presenta hoy en la Seminci de Valladolid su nuevo documental, «Contra la impunidad», en el que da voz a algunas de las más de 300 víctimas cuyos casos aún están pendientes de resolverse judicialmente.

Una imagen de «Contra la impunidad», que rescata testimonios de un puñado de víctimas
Una imagen de «Contra la impunidad», que rescata testimonios de un puñado de víctimaslarazon

Iñaki Arteta presenta hoy en la Seminci de Valladolid su nuevo documental, «Contra la impunidad», en el que da voz a algunas de las más de 300 víctimas cuyos casos aún están pendientes de resolverse judicialmente.

El título ya es en sí mismo una declaración de principios. Cuando se lo comentamos a Iñaki Arteta responde con un «sí, dice bastante. No me ando con mucha poesía». Lo que ha querido hacer el director vasco en «Contra la impunidad» es dar un repaso a cómo están ahora las cosas, «pues es momento de relatar todo lo que ha sucedido en estos años. Antes nos decían que había que dejar pasar el tiempo para tener cierta perspectiva. Nosotros ya veníamos contando lo que pasaba desde quince años atrás con nuestros trabajos», explica. Y Arteta entra entonces en el asunto mollar de este nuevo documental: ¿Cómo está el asunto de la Justicia para las familias? ¿Y el de la impunidad? Ambos están ligados con la memoria, y la memoria es esto: no es esquivar lo que tiene aristas o duele más, es recordar. Otra pregunta: ¿Se ha cerrado el capítulo para las víctimas?, se inquiere». Hay todavía más de 300 casos de asesinatos sin resolver, bien porque no hubo una investigación en su momento, bien porque los expedientes se perdieron; otros han prescrito... Pero la memoria no prescribe», explica de una manera tan clara y directa como contundente.

Conocer la verdad

Y habla de esa verdad judicial, del hecho de que una mujer pueda saber quién le arrebató la vida a su marido, al padre, al hermano, «y es gente que a veces convive en el mismo pueblo que la víctima. Sé y sabemos que habrá muchos casos que no podrán resolverse, pero es necesario conocer la verdad y ahí entra en juego la voluntad de los asesinos de decir: ‘‘yo hice esto’’. Y la actitud que esgrimen no nos da mucha esperanza de que vaya a suceder, no creo que para ellos sea el camino más lógico. Ésa sería la manera de cerrarlo, el diálogo entre quienes han padecido y sus verdugos», dice Arteta, que hoy presenta su documental en la Seminci de Valladolid. «No es un momento de nervios, es más bien excitante», responde al comienzo de esta conversación. ¿Por qué está lejos esa actitud de reconocer la culpa? «Al no haber habido una derrota del terrorismo y de su ideología ellos no tienen la sensación de que tienen que pedirla, ni ellos ni sus hooligans; tenemos, además, un partido político que los sustenta, van a los platós de las televisiones y se les ha colgado el marchamo de opinadores, les hacen entrevistas..., es decir, que han pasado por el filtro de la decencia social. Sí, aunque parezca mentira. ¿Qué culpa van a querer reconocer entonces?». Con exacta contundencia insiste en que «es en la sociedad donde está la llave, esa sociedad que no les dicho a la cara: ‘‘No podéis convivir con nosotros mientras no estéis a la altura’’. Existe esa pereza social de pensar que si esto ya se ha acabado para qué nos vamos a meter en líos».

Desfilan los testimonios de la viuda del empresario Patxi Arratibel, el del nieto del taxista Manuel Albizu o el de las hijas del comandante Manuel Velasco. Por eso él levanta la voz contra esa «impunidad» que da nombre a su película. «Ellos y muchos otros, las víctimas, son eternas, el suyo es el peor de los papeles. Si ellos no protestan nadie lo va a hacer en su nombre. Y entonces, si no se hace, llegarán el olvido», señala Arteta. Para el director de «Trece entre mil» se ha acabado la actividad terrorrista, pero sus causas continúan ahí, forman parte del desarrolla de nuestra historia, las hemos heredado. Si naces en un suburbio de Bombay ese estigma no te lo puedes sacudir, pues a nosotros nos sucede lo mismo. Nos ha marcado durante 50 años y significa un trauma que ha generado un inmenso dolor».