Patrimonio de la Humanidad

La Seu Vella, en el punto de mira de la UNESCO

La catedral románica es una de las joyas que conforman el patrimonio del Turó de la Seu Vella, que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad
La catedral románica es una de las joyas que conforman el patrimonio del Turó de la Seu Vella, que aspira a ser Patrimonio de la Humanidadlarazon

Tras entrar en el índice de Patrimonio Histórico, este conjunto monumental ilerdense podría incorporarse al Patrimonio de la Humanidad.

Cuando el autobús turístico procedente de Barcelona se acerca a la ciudad de Lérida, todos los ojos se dirigen impacientes hacia el mismo punto, el Turó de la Seu Vella, una imponente colina que es el hábitat de la catedral románica, el Castillo de la Suda y la fortificación que rodea el complejo. El monumento, que ya es Bien de Interés Cultural, ha sido reconocido como Patrimonio Histórico Español, y, a su vez, se ha incluido en la lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco junto al Risco Caído y los espacios sagrados de montaña de Gran Canaria, La Rábida y lugares colombinos de Andalucía, y el Palacio de los Duques del Infantado de Guadalajara.

Dentro de un año, en París

Tras entrar en el índice elaborado por el Consejo de Patrimonio Histórico, asegura el alcalde de Lérida, el socialista Ángel Ros, que ahora seguirán «una línea de trabajo de mayor explicación de los valores asociados al Turó de la Seu Vella y otra parte de divulgación del conocimiento general del monumento y lo que representa. Además, se profundizará en el dossier de candidatura que se ha estado realizando durante los últimos cinco años, destacando los aspectos más inmateriales». Éste es el procedimiento para lograr el objetivo final: que dentro de un año en París la atalaya ilerdense sea considerada Patrimonio de la Humanidad, título que ostentan en España lugares como la Catedral de Burgos, la Mezquita de Córdoba y el núcleo urbano de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife, junto a otros muchos. De hecho, el alto número de espacios que poseen la condecoración de la Unesco tanto en nuestro país como en Francia e Italia es el principal obstáculo para que la candidatura de la Seu Vella sea fructífera, ya que «entre los tres estados tienen el 70% de los patrimonios mundiales de la Unesco, y esta organización está intentando que haya un cierto equilibrio territorial», afirma Ros.

Otro de los motivos por los cuales la colina se merece la denominación, según el alcalde, es su importancia en Europa, tanto en aspectos artísticos como históricos: «La catedral es una de las más relevantes del continente en estilo románico y tiene una gran personalidad porque también fue un cuartel militar y campo de prisioneros y en la actualidad alberga cultura y diálogo. No hay que olvidar que desde la Seu Vella se ordenó defender el Partenón de Atenas». Se refiere a uno de los episodios más curiosos de la Edad Media. Las tropas almogávares fueron requeridas en 1310 (poco más de un siglo después del comienzo de la construcción de la catedral, que finalizó en 1278) para hacer frente al rey de Tesalia en su intento de conquistar el Ducado de Atenas. Los soldados ibéricos fueron vencedores, pero al no recibir las compensaciones económicas esperadas por sus servicios emprendieron el saqueo de la ciudad.

Dentro del marco europeo, Ros piensa que «la situación política de Cataluña no tendrá ningún impacto en la candidatura», y ratifica que la declaración del Turó de la Seu Vella como Patrimonio de la Humanidad es uno de los proyectos en los que se ha centrado desde que logró la alcaldía en 2004: «En los 12 años de mi Gobierno se ha invertido en el monumento más que en ningún otro período, porque cuando aspiras a que alguien reconozca que algo es bueno, el primero que lo debe demostrar eres tú mismo». Si finalmente la Seu Vella triunfa en la Unesco, el máximo representante de Lérida espera que «se duplique el número de visitantes, que ahora es de unos 100.000, en dos o tres años». Sabe Ros que «la atalaya es el símbolo de todos los ilerdenses», y por eso es tan famosa la frase «ya estamos en casa» cuando la colina de la Seu Vella asoma en el horizonte.