Literatura

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Agatha Christie, misterio a la hora del té

Se cumplen 125 años de su nacimiento. La editorial Espasa lo celebra con la reedición de «Diez negritos», «Asesinato en el Orient Express», «Muerte en el Nilo», «El asesinato de Roger Ackroyd» y «Un cadáver en la biblioteca»

A la escritora másvendida de la historiale gustaba siempre estar bien informada
A la escritora másvendida de la historiale gustaba siempre estar bien informadalarazon

Se cumplen 125 años de su nacimiento. La editorial Espasa lo celebra con la reedición de «Diez negritos», «Asesinato en el Orient Express», «Muerte en el Nilo», «El asesinato de Roger Ackroyd» y «Un cadáver en la biblioteca»

Hace doce años ya, el por entonces joven sello editorial Debolsillo acometía un estimable proyecto: lanzar la Biblioteca Agatha Christie, la obra completa de la autora británica en ediciones en rústica. Se trató de cuarenta volúmenes, cada uno de los cuales incluía dos o tres novelas, y que ponía la prolífica carrera literaria de la «reina del crimen» al alcance de la mano. Era la respuesta a la actualidad permanente de la novelista, traducida a docenas de idiomas en todo el mundo y con un cantidad desorbitada de millones de ejemplares vendidos, más si cabe cuando el cine, la televisión y el teatro –«La ratonera» celebró hace años las veinticinco mil funciones, desde su estreno en 1952– han divulgado sus tramas detectivescas, sus crímenes misteriosos y la habilidad de Hércules Poirot o la señorita Marple para encontrar siempre al culpable de los crímenes más complejos.

Ahora, otra editorial, Espasa Calpe, coincidiendo con los ciento veinticinco años transcurridos desde que Christie naciera en Torquay, en la costa sur inglesa, en el condado de Devon, el 15 de septiembre de 1890, reedita cinco de sus novelas más conocidas: «Diez negritos» (su historia más vendida, se calcula que cien millones de ejemplares; de ella la BBC estrenará este otoño una nueva adaptación), «Asesinato en el Orient Express» (célebre también gracias a la gran película de Sidney Lumet de 1974, con una pléyade excelsa de actores), «Muerte en el Nilo» (con Peter Ustinov como Poirot en la gran pantalla), «El asesinato de Roger Ackroyd» (el primer gran éxito de Christie, en 1926) y «Un cadáver en la biblioteca» (en esta ocasión con Miss Marple).

- Prolífica e inquieta

Un puñado de historias dentro de una nómina literaria impresionante: sesenta y seis novelas, una autobiografía, seis libros con el seudónimo Mary Westmacott, una crónica de un viaje a Siria, dos libros de poesía, otro de poemas y cuentos infantiles, una docena de obras de misterio para el teatro y la radio, y unos ciento cincuenta relatos. A todo ello se le han ido añadiendo verdaderos hallazgos imprevistos, como el reciente «El gran tour» (editorial Confluencias), volumen prologado por el nieto de la escritora, Mathew Pritchard, y que refleja el viaje de diez meses alrededor del mundo que la escritora hizo en 1922 con su primer marido, quien tenía el encargo de una misión comercial para promover el Imperio británico. Así, se recogían en el libro, ilustrado además por fotos, postales originales y recortes de periódicos, las cartas que semanalmente Christie enviaba a su madre y en las que le contaba mil y un detalles de los sitios tan exóticos con los que se iba topando: África del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Hawái, Canadá... Ocasión esta para conocer aspectos de la vida de la escritora en verdad curiosos, como su afición por el surf, desde que disfrutara de un mes de vacaciones en Honolulu, viajando por las Fiji y otras islas. Un deporte que encontró sencillo y divertido pese a que las primeras experiencias fueran peligrosas por el mal estado del mar, el sol le abrasase la piel y sufriera una neuritis en el hombro que no la dejaba ni dormir.

Escritos inesperados, pues, que aparecen al calor de lectores nuevos, dado que cada generación ha seguido leyendo las entretenidas tramas de una autora que hasta resucitó hace escasas fechas, por así decirlo, gracias a la novela de Sophie Hannah «Los crímenes del monograma» (Espasa Calpe). Esta autora especialista en «thrillers» psicológicos de éxito internacional, en efecto, sería la elegida para retomar el personaje de Poirot, que había muerto en la novela «Telón» –poco después fallecía Christie, en 1976– y escribir una secuela del detective belga más refinado y perspicaz, conocido por su cuidado bigote y sus modos tan exquisitos como contundentes.

El resultado, excelente, ofrecía una trama que verdaderamente podría haber firmado la propia Christie, dada la calidad narrativa de esa autora de Manchester, y la fidelidad a los patrones argumentales y características que el buen lector conoce propios de Poirot; de tal modo que presentaba un enorme caudal de enigmas en cada capítulo alrededor de los cuales se incorporaban más y más personajes –todos inocentes, y al tiempo sospechosos todos– hasta que, mediante un ritmo frenético de disquisiciones que enganchaban al lector de principio a fin, aparecía el sorprendente culpable.

- Cóctel de drama y fama

Poirot había surgido en una novela que muestra a una víctima envenenada, «El misterioso caso de Styles». La escribe la que ya ha dejado de ser Agatha Mary Clarissa Miller, su nombre de soltera, para pasar a llamarse Agatha Christie tras casarse en 1915 con el piloto de aviación Archibald Christie; él combate en la Gran Guerra y ella trabaja como enfermera voluntaria en la farmacia de un hospital. Unos inicios difíciles que eran la continuación de otros también poco afortunados. La autora pierde a su padre, con once años, en 1901, pero el declive económico que acompaña la tragedia tendrá una curiosa solución: ella y su madre alquilan la casa en invierno y pasan ese tiempo en Egipto, con lo que pueden ahorrar dinero y retomar su vida social a la vuelta. Agatha escribe y escribe, sufre varios rechazos editoriales y se dice que casi está a punto de olvidarse de su vocación, sobre todo al acabar la guerra, cuando debe cuidar de su madre y ya ha nacido su hija Rosalind. Pero entonces, en 1920, encuentra una editorial que confía en sus relatos e incluso recurre a los servicios de un agente literario, Edmond Cork, al que será fiel toda la vida.

La fama que le reporta «El asesinato de Roger Ackroyd» queda empañada por un drama personal, sin embargo: la madre fallece y el marido la engaña con su secretaria. El divorcio es inevitable, al cabo de dos años, y persiste a solas en escribir, ahora bajo seudónimo obras de trasfondo sentimental, al tiempo que realiza adaptaciones teatrales de sus relatos y materializa su deseo de ir a Oriente. Será en pleno viaje cuando conocerá a Max Mallowan, un arqueólogo quince años menor que ella y con el que contrae matrimonio en 1930. Es la época de la génesis, en «Muerte en la vicaría», de la solterona Miss Marple, así como de las novelas que precisamente ahora relanza Espasa Calpe, llevadas al cine con relativo agrado para la autora, que sólo aprobó de verdad la versión de Billy Wilder de «Testigo de cargo».

Por desgracia, la felicidad dura poco. Como antaño, en una nueva casa la Segunda Guerra Mundial la separa de su marido, y vuelve a otra farmacia militar sin dejar no obstante de escribir. Se suceden «Un cadáver en la biblioteca», «Cianuro espumoso», «Sangre en la piscina»... Ya convertida en toda una leyenda, un icono de la literatura popular en todo el mundo, en 1971 es condecorada por el Imperio Británico.

Una vida realmente apasionante que podrá conocer quien se haya acercado a Londres estos días, donde se exhiben, en la Bankside Gallery y con el título de «Agatha Christie: Unfinished Portrait» una serie de fotos inéditas de la colección privada de la inquieta escritora (se la puede ver, por ejemplo, tocando la mandolina de niña o con dos de sus muñecas preferidas, Phoebe y Rosalind, en 1898); lo cual se completa con el International Agatha Christie Festival, en Torquay, donde se llevará a cabo la representación de obras de teatro, se impartirán conferencias, talleres de escritura o incluso demostraciones culinarias en torno al legado de una autora que acaba de cumplir veinticinco años de vida.

Una amnesia poco clara

La capacidad fabulosa para crear intrigas que siempre aportan un final sorprendente es lo que más caracterizó la trayectoria narrativa de Christie. Pero si hemos de hablar de un misterio en la propia vida de la autora es el que nace a raíz de la infidelidad de su primer esposo, Archibald, con su secretaria. Ante la petición de divorcio, en primera instancia Christie se niega, y hundida en la tristeza, el 4 de diciembre de 1920 desaparece tras abandonar su coche en la carretera. El percance, recreado en la película «Agatha» (1979), dirigida por Michael Apted, acaba cuando se la encuentra diez días después en un balneario; entonces, el marido, esquivo, afirma que su mujer padece amnesia (se separarán al cabo de dos años).

Sus más fervientes admiradores

Qué duda cabe que las historias de Agatha Christie constituyen un entretenimiento maravilloso para un caudal enorme de lectores, pero su aparente sencillez y su esquema narrativo orientado a desvelar un misterio sacaron de quicio a lectores de reconocido prestigio. Porque si bien este gusto por el género detectivesco recibió el aplauso de grandes literatos como Faulkner, Yeats o T. S. Eliot, muchos fueron también los que se preguntaron: «¿Por qué la gente lee novelas policiacas?» (1944), como reza un ensayo de Edmund Wilson. El crítico estadounidense reconocía haber leído una obra de la autora ambientada en Egipto que lo tuvo atrapado hasta el final, aunque la acabaría desdeñando hasta el punto no querer abrir ninguna otra suya. «Uno no puede leer semejante libro, lo recorre para ver el problema solucionado». Así es, pero vivir el misterio, y llegar hasta su solución, bien merece la pena para muchos.