Literatura

Nueva York

Alt Lit, reseteando la literatura

La última revolución de las letras. ¿Es una generación o sólo un calentón literario? Tao Lin y una decena de jóvenes son el rostro de una nueva forma de escribir

En busca de sí mismo. Tao Lin, el escritor más representativo de la generación Alt Lit, en Barcelona
En busca de sí mismo. Tao Lin, el escritor más representativo de la generación Alt Lit, en Barcelonalarazon

Decía Alvaro Enrigue, reciente ganador del Premio Herralde, en un encuentro digital, que no tenía intenciones de participar en el centenario por el nacimiento de su compatriota Octavio Paz porque, «si vas al centenario de un autor, automáticamente dejas de leerlo. Y yo prefiero leerlo». Tao Lin (Nueva York, 1983) es de la misma opinión acerca del grupo en el que insistentemente le colocan como líder en los blogs especializados: no quiere oír hablar de Alt Lit, una especie de acrónimo del entorno de internet que engloba a una generación de autores que aspira a renovar la literatura igual que se hace para arrancar de nuevo un ordenador que se ha quedado colgado: esa situación que nos pone enfermos y que no somos capaces de aguantar 30 segundos antes de pulsar Ctrl + Alt + Supr... Y vuelta a la pantalla de inicio. Pero, ¿se puede «resetear» la novela? Y, en tal caso, ¿lo necesita? ¿Están estos chicos jóvenes lo suficientemente preparados para hacerlo? ¿Será esta etiqueta tan rápidamente perecedera como la caducidad de la Nocilla?

Tao Lin pone el dedo en la llaga: «No me gusta hablar de Alt Lit porque, si dentro de medio siglo alguien se acuerda de ello, será un epígrafe en libros de texto o en universidades, puede que como una cápsula en el tiempo, un grupo de escritores uniforme. Y no se hará mucho caso al trabajo de cada uno de ellos», asegura este narrador, autor de «Richard Yates» y «Taipéi» (ambas en Alpha Decay, la segunda acaba de publicarse), y dueño de una personalidad doble: campeón de la participación en las redes sociales, en las que parece un impaciente iconoclasta, y apocado viandante, conversador con sordina. Como escritor, algunos han visto en Lin cualidades rompedoras por la desnudez de su prosa, y ya le llaman retratista de una nueva generación. Pero, como todos los escritores, se espanta cuando se le pregunta por su pertenencia a un movimiento. «Las categorías me parecen peligrosas», afirma lacónico. Esta semana, el escritor neoyorquino ha intervenido en un debate sobre las literaturas alternativas que se ha celebrado en La Casa Encendida de Madrid y en el que han participado jóvenes narradores, varios de ellos españoles, como Antonio J. Rodríguez, que mira las cosas con distancia. «El concepto de Alt Lit se crea en Estados Unidos, y, por tanto, en España hay una sensibilidad distinta. Tao Lin representa esa nueva manera de hacer y esas inquietudes y preocupaciones estéticas no vistas antes, pero a pesar del mundo interconectado y de internet, no cabe duda de que vive en un espacio concreto y tiene unas inquietudes determinadas. Posee su voz, pero es interesante escucharla desde la distancia», comenta el autor de «Exhumación» (también en Alpha Decay) y «Fresy Cool» (Mondadori). Algunos autores citados en este grupo son Frank Hinton, Scott McClanahan, Noah Cicero, Zachary German, Mira Gonzalez, Blake Butler y una española, Luna Miguel.

«Una diferencia del trabajo de Alt Lit con el caso español es que, por ejemplo, se toma como leit motiv de sus obras el entorno de internet y el consumo de drogas como el Xanax (un tranquilizante) como puertas de un "spin"vital y existencial», comenta. Bueno, también toman Ambien, Seroquel, Adderall, Oxycodone, Flerexil, Perocet, LSD, cocaína, psilocibina, setas alucinógenas y codeína. Por estúpido que parezca, este uso de medicamentos es tan idiota como la forma de drogarse de miles de personas que comparten generación simplemente por necia diversión (carente de «exploración del yo») y de forma desmesurada. «Sin embargo, el consumo de estos tranquilizantes es la puerta en los relatos a esa crisis personal del estilo americano, que en el caso de los autores españoles no aparece tanto. Aquí la crisis es más social o histórica», comenta Rodríguez, editor también de la revista «PlayGround» desde Barcelona.

Superpoblación de marcas

Una de las críticas a este movimiento es la aparente vacuidad que queda detrás de la pertinaz insatisfacción vital que aqueja a los protagonistas de estas historias con alma de canción pop o de película «indie» americana, pero que se filtran desde la realidad de una generación anestesiada. Las parejas de antes que molestan, las nuevas parejas que no significan nada, el escrutinio de fotos ajenas por Facebook, el jarabe para la tos que marea o coloca, las calculadas dosis de medicamentos con nombres seductoramente científicos y una superpoblación de marcas por todas partes: Red Bull, MacBook, Urban Outfitters, American Apparel, Starbucks... un hecho que irrita sobremanera a los críticos más tradicionales y que casi les impide ver más allá.

¿Pero qué hay detrás de esos nombres? «A mí, más que el concepto de la Alt Lit en sí, y las preguntas sobre si existe como escuela definida, me interesan las alternativas que abre a la actividad literaria que va más allá de la ficción. Estos autores mantienen una producción muy importante que no se publica en forma de novela. Sus blogs, por ejemplo, o trabajos periodísticos que están a la altura o por encima de sus novelas», explica Rodríguez. Uno de los casos más destacados es el de Blake Butler (que publica también en Alpha Decay), quien escribe para la revista «Vice» y mantiene su producción en su página personal de internet. «Esas alternativas son muy interesantes literariamente, y, como en el caso de David Foster Wallace, por ejemplo, tanto o más que su propia obra», explica. Y quizá fruto de esa actividad paralela esta generación de autores, que reproducen en su obra diálogos en chat, mensajes telefónicos o tuits respetando sus formas, ha llevado a la novela una forma de expresión, que, según Tao Lin, es buscada deliberadamente después de un enorme trabajo de corrección, aunque pueda paracer lo contrario. «La literatura trata de comunicar ideas, diálogos y situaciones al lector. Y la sencillez es una manera de llegar a la gente». Para Rodríguez, internet no es un entorno para barroquismos, pero eso no es malo en sí mismo. «Hay que tener en cuenta cómo se consume la información en formatos que se transmiten por la red. La poesía, por ejemplo, ha renacido en el medio digital por su brevedad y su síntesis».

Algo se mueve en las corrientes subterráneas de la nueva literatura, aunque es pronto para saber si este movimiento, que apenas tiene, hay que pasmarse, seis años de vida (según Wikipedia), será algo perdurable o apenas una de las fiebres que alumbran la centrifugadora de internet, que presenta como simples calentones intelectuales.

¿Seguidores o lectores?

Tao Lin tiene 5.000 amigos en Facebook, varias páginas de admiradores, 20.800 seguidores en Twitter y algunos millares más en Tumblr e Instagram. ¿Acaso para seguir la obra de un escritor del futuro no será suficiente con distinguir su escuálida novela de entre el montón de novedades? ¿Habrá que «googlear» sus seudónimos? ¿Tienen tantas cosas que decir los treintañeros hoy en día? Puede que sí, o quizá su caso sea otro más del fenómeno pop; de nuevo, el tiempo lo dirá. Pero, ¿tenemos tiempo para tanto tuit? Una nota positiva: el crítico del «New York Times» comentaba que la obra de Tao Lin tiene «ecos de Hemingway filtrados a través de Twitter y clonazepam: es tensa, neutra, compuesta a partir de pequeños e intrincados gestos». Habrá que probar.