Literatura

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Aurora, más allá de Cortazar

Aurora, más allá de Cortazar
Aurora, más allá de Cortazarlarazon

Decir Aurora Bernárdez es decir Cortázar. La mujer que se casó con el autor de «Rayuela» en 1953 en París y que, más allá de la separación de ambos, continuó ligada a él por una amistad necesaria y por ser, con el paso de los años, la albacea y heredera del argentino. Detrás de esa exquisita traductora de Flaubert, Salinger, Paul Bowles, Faulkner, Nabokov y muchos otros, se escondía, sin embargo, una autora discreta y sensible que, según dijo Mario Vargas Llosa, que frecuentó a la pareja en París, «se abstenía de publicar por una decisión heroica: para que hubiera un solo escritor en la familia».

Sea como fuere, lo cierto es que lo que escribió esta autora secreta salen ahora a la luz gracias a «Los papeles de Aurora», un libro editado conjuntamente por el compositor de óperas y realizador Philippe Fénelon y Julia Saltzmann y en el que se reúnen relatos, poema y notas que Aurora Bernárdez dejó tras su muerte, además de una entrevista, la única que dio en su vida, realizada en la casa que compartió con Cortázar en París. «Yo vivo tan en mis cosas, tan contento con la presencia de Aurora, que no necesito una vida de relación intensa», había dicho sobre ella Cortázar, alguien «muy respetuoso –señala Aurora en la entrevista– y que escuchaba siempre. Su imaginación funcionaba todo el tiempo y su sentido del humor también». Sin embargo, más allá de que escribía, la presencia Cortázar y su talento incomensurable, y el hecho, además, de que su medio hermano, Francisco Luis Bernárdez, fuera un reconocido poeta, fueron, también, un impedimento para mostrar sus textos. «Me imponían una gran exigencia», afirma. Dividido en cuatro apartados (poesía, relatos, notas y conversaciones), es una obra de delicada belleza. Los textos de una autora que despliega inteligencia, humor, en una prosa cuidada, firme y segura.

Destellos en la oscuridad

Así, en el primer apartado, dedicado a su poesía (donde aparecen «La tarea de escribir y otro s poemas» y algunos otros sueltos) se percibe la voz potente de una poeta que se centra en el milagro de la ensoñación, en los destellos en la oscuridad, en los momentos cotidianos. Una forma de abordar el mundo que se repite en sus relatos, donde Aurora describe el Buenos Aires de su infancia y toda su crueldad innecesaria, y en sus notas de viajes, sobre su quehacer cotidiano, sus recuerdos, estampas que, en la escritura de Aurora Bernárdez, se convierten en la memoria emotiva del tiempo. «Creo que siempre tuve una vocación de oscuridad y de secreto», señala hacia el final de su vida en una nota hallada en un cuaderno. Una actitud que, lejos de mostrar una pose de falsa modestia, revela su manera personal de vincularse con la literatura más allá de que su nombre aparezca ligado al de Cortázar.