Crítica de libros

Cuando el crimen es virtuosismo

Cuando el crimen es virtuosismo
Cuando el crimen es virtuosismolarazon

Hay novelistas como Tana French, con un estilo tan poderoso, que son un género en sí mismo. Es tal la intensidad de su retórica, henchida de densidad narrativa, recovecos y meandros que el lector siente la tentación de asesinar a la narradora, la agente Conway –un personaje visceral que todo lo piensa y repiensa, y pone de los nervios al más pintado con su naturalismo discursivo–. Y lo coloca en un estado de desesperación con su prosa hormigonera, una retórica de extrema prolijidad, que mientras imagina la escena de la ducha en la que Norman Bates fulmina a Marion Crane en «Psicosis» no le queda más remedio que reconocer su maestría en el «costumbrismo policial»: ese catálogo naturalista de usos y costumbres de la profesión de los protagonistas. En «Intrusión», French lleva esa minuciosa descripción a un exasperante virtuosismo. Cierto, los interrogatorios son magistrales, agotadores hasta el orgasmo. Un encadenado y tenso rifirrafe entre los policías y el sospechoso, meticulosamente narrado en primera persona por la detective Conway –entre el monólogo interior y un recurrente juicio de intenciones–, como si se tratara de una larga seducción pornográfica, de un erotismo salvaje extenuante.

Esta narración, obsesiva hasta el detallismo naturalista, busca mediante la descripción recurrente de lo anecdótico reflejar el mundo de la protagonista, empotrada entre el delirio de su mente feraz y las acechanzas de sus compañeros en un proceso paranoico que guarda similitudes con la investigación policiaca: la sospecha. En ciertos aspectos ese delirio logorreico se asemeja a los desfases de Roberto Bolaño y su «realismo visceral». Cosas de la posmodernidad, que borra las diferencias entre literatura popular y la culta.

Ambos textos son hiperbólicos, circulares, pues tratan de desesperar al lector. Pero, mientras que French busca la sindéresis en la narración de un caso criminal, Bolaño cae en todas las trampas del costumbrismo intelectual de izquierda, empeñado en que su trama policíaca nunca adquiera un sentido convencional. El placer del sentido del relato policiaco se opone al goce culpable del sinsentido de una novela negra desestructurada, aunque ambos acaben infectándose y sumidos en los excesos del realismo de lo cotidiano. La diferencia entre French y cualquier Bolaño es que la narradora quiere entretener y divertir, y crear un sentido nuevo e ingenioso con su obsesiva prolijidad narrativa, mientras que los Bolaño busca en los referentes literarios y culturales una justificación metaliteraria a su melopea costumbrista, alejados de la culpabilidad del vulgar entretenimiento y próximos al tópico de la revelación. Dos estrategias excesivas.