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Galdós, en zapatillas

Galdós, en zapatillas
Galdós, en zapatillaslarazon

En 1856 un entonces afamado escritor muy amigo de Honoré de Balzac, Léon Gozlan, publicaba una singular biografía del inmortal creador de «La comedia humana», con un título, «Balzac en zapatillas», que ha pasado a ser un referente de la semblanza íntima y el retrato moral, enmarcados en la vida cotidiana del autor estudiado. Las fuentes histórico-biográficas son muy diversas: memorias, dietarios, testimonios directos, anecdotarios populares, documentos de época y, de manera sobresaliente, los epistolarios. En el siglo XIX europeo la correspondencia va más allá de la funcionalidad comunicativa; supone un hecho social de reconocimiento colectivo, un poderoso medio de cimentación de las relaciones humanas; en muchos casos, además, un elemento de clara proyección literaria. Se reúnen ahora, por primera vez, con el título genérico de «Correspondencia» una ingente cantidad de cartas de Benito Pérez Galdós dirigidas a colegas escritores, políticos, periodistas, familiares, amantes, y a su hija María, en un tono aquí particularmente entrañable y cariñoso. En una modélica edición e introducción de tres destacados especialistas galdosianos, Alan E. Smith, María Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask, un exhaustivo –aunque de imposible totalidad completiva– conjunto epistolar que ofrece numerosas e interesantísimas claves interpretativas sobre la personalidad y la literatura del creador de «Fortunata y Jacinta», «La desheredada» o «Misericordia», entre tantas inolvidables novelas. Esta colección de cartas abarca casi sesenta años, desde 1860 hasta 1919, en una amplia variedad de tonos expresivos y referencias circunstanciales: misivas de condolencia, felicitaciones diversas, adhesiones a homenajes, consejos literarios o algún que otro desencuentro personal conforman un palpitante friso de la vida cotidiana del más emblemático representante del realismo español decimonónico.

Particularmente atento y cercano se muestra Galdós con su admirado Leopoldo Alas «Clarín», y muy amistoso con José María de Pereda, un novelista muy opuesto a sus planteamientos estéticos e ideológicos, sin olvidar recomendaciones literarias, como la que dirige a Narcís Oller en el sentido de que escriba en castellano: «Porque en verdad que ni V. ha de dejar de escribir en catalán por lo que yo le diga, ni yo he de dejar de apreciarle a V. en lo mucho que vale porque sus novelas estén escritas en lengua distinta del castellano».

Curiosísimas las cartas amorosas, a veces de alambicada expresividad; a Teodosia Gandarias le dice: «Adoradísima: tu carta de ayer, y la otra y todas son mi oxígeno. Con este oxígeno y el de la atmósfera, que a grandes tragos meto en mis pulmones, lo voy pasando muy bien» ; o de pintoresca desinhibición como las dirigidas a Concepción Morell –«Cochina», la nombra en el encabezamiento con complicidad–, sorprendentemente firmadas como «Botijo azul». Muestra también cierta dureza para con una crítica literaria inoperante o tendenciosa, se manifiesta contrario a un melodramatismo narrativo que lastra follestinescamente la novelística de su tiempo, y aparece su polémica dedicación al teatro o el carácter liberal-republicano de su ideología política. Un libro este que ilumina decisivamente, día a día, la rica personalidad galdosiana.