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Iñaki Ezkerra: «Los populistas juegan con la tentación del abismo»

«Podemos pretende traer a España una libertad queya se consiguió en el año 78»

Iñaki Ezkerra / Escritor
Iñaki Ezkerra / Escritorlarazon

«Podemos pretende traer a España una libertad queya se consiguió en el año 78»

La trayectoria ensayística de Iñaki Ezkerra (Bilbao, 1957) está ligada al nacionalismo y el terrorismo vascos, a la denuncia de sus mecanismos represores. Ahora, con «Los totalitarismos blandos. Podemos, nacionalistas y otros enemigos de la democracia» (La esfera de los libros) analiza el deterioro del discurso moderado frente a una forma de hacer política que enmascara «tics» del pasado.

–¿En qué consisten los totalitarismos blandos? ¿Qué los distingue de los clásicos?

–Muchas cosas. Para empezar el contexto. El nazismo y el stalinismo se dieron en un momento histórico en que no existía la Unión Europea, las democracias no estaban asentadas y había una fuerte crisis económica. Los totalitarismos blandos están dentro del sistema democrático que a la vez que frena sus intenciones, los alimenta y desarrolla. Estos totalitarismo han asimilado la cultura de la corrección política y el valor de la democracia. Se creen más demócratas que nadie. Usan los valores del feminismo, la defensa de los animales, etc, para edulcorar su discurso, pero introducen elementos de conflicto. Así, por ejemplo, entienden el feminismo no como igualdad de sexos sino como lucha de mujeres contra hombres. Es una mutación de los totalitarismos clásicos, pero con muchos elementos reconocibles.

–¿Qué impacto pueden tener sobre la democracia si llegaran a acaparar poder?

–El contexto es distinto y la experiencia histórica sirve para algo, por lo que no se llegarían a guerras civiles o matanzas. Esos es impensable. Ni siquiera a la situación de Venezuela. Pero sí supondría un deterioro de la democracia y una grave inestabilidad económica. Sin tener tantos componente totalitarios como Podemos, el populismo británico, por ejemplo, que ha llevado al Brexit ha causado un gran impacto. Los populismos llevan a la sociedad al abismo, juegan con esa tentación. Y si tienen componente totalitarios eso los hace más peligroso. Eso sí, no hay que exagerar, aunque sí hay mucho que hacer. Por ejemplo, un partido como el PNV sigue reivindicando estos días a Sabino Arana, triste antecedente de los episodios más negros de Europa. Hubo jerarcas del III Reich que simpatizaban con la causa nacionalista vasca.

–Usted analiza en el libro los gobiernos de Ada Colau, «Kichi» y Carmena. Habla de La Comuna de Madrid. ¿Qué caracteriza a estos liderazgos?

–Son parodias de una verdadera revolución, que hoy sería impensable, y de unos valores que ya han sido reconocidos: la sexualidad libre, la libertad religiosa... Todo eso ya existe, pero ellos pretenden traer a España una libertad que ya hemos conseguido con la Constitución del 78. También magnifican los rasgos de la crisis que hemos atravesado, la de 2008. Después hacen iniciativas pintorescas como la de que los padres limpien los comedores escolares o los niños recojan colillas, medidas que serían propias de una aldea tercermundista. Viven de eso.

–El derrocamiento del «régimen de 78», como lo llaman, se ha convertido en su caballo de batalla.

–Estas ideas vienen de la época de Zapatero. A partir de 2008, con su segundo triunfo y el desaliento de la derecha, surgen corrientes de carácter antisistema que niegan los valores de la Constitución y critican el sistema económico. Incluso desde la derecha sociológica se empieza a cuestionar la Monarquía y ahí vemos concomitancia con el falangismo de los años 30 y los ideales autárquicos... A eso se suman algunos medios de comunicación que alientan ese enfado con la derecha liberal y moderada que representa Mariano Rajoy, y aupan a Podemos y el populismo. El momento álgido fue la abdicación de Juan Carlos I, que se realiza en vísperas de que el PSOE tuviera una deriva que hubiera hecho imposible el consenso para esa abdicación, con las elecciones europeas en las que apareció Podemos y unos socialistas que ya no eran los de Rubalcaba.

–Hablando del PSOE. ¿Se juega mucho en estas primarias?

–Está en un momento en que no se aclara porque no ha hecho verdadera autocrítica del zapaterismo. Si siguen sin hacerla surgirán los «pedros sánchez». A mí me da miedo también Patxi López, que juega a una tercera vía entre Sánchez y Días, pero que ha estado alineado con el «sanchismo».

–¿Qué papel juega Podemos ante el nacionalismo vasco y las ansias independentistas de un sector de Cataluña?

–Intenta acercarse a ellos, incluso a los más radicales, precisamente para fagocitarlos, para zampárselos. Eso lo estamos viendo en Cataluña con Ada Colau, que intenta hacer una revolución dentro de la revolución nacionalista, el desafío secesionista. En el País Vasco, vemos que desde las filas de Podemos surgen personas que hacen guiños al mundo de ETA, que ofenden a las víctimas. Son especialistas en acercarse al primer friki que dice una burrada. Esto responde a la estrategia de aproximarse al nacionalismo radical para sustituirlo, para canibalizarlo. Todo eso tendría una lectura positiva, pero en democracia no valen atajos ilegítimos o inmorales, por lo que el problema es que en ese camino han conseguido que se convierta en permanente tema de debate nacional si se pueden o no ofender a las víctimas después de todo el sufrimiento. Y eso no se puede debatir.

–Precisamente ETA ha escenificado recientemente su desarme...

–Hay que valorar que acabamos de atravesar la primera legislatura de la democracia sin atentados de ETA ni yihadistas. No hay que lanzar cohetes, pero sí valorarlo frente a ese mensaje catastrofista que prende con facilidad. Pero el gran arma que tiene que entregar ETA es ella misma, más allá del ridículo paripé de Bayona.

«LOS TOTALITARISMOS BLANDOS»

Iñaki Ezkerra

La esfera de los libros

272 págs.,19,71 eur.