Literatura

Barcelona

Josep Pla, un espía para Franco

El historiador Josep Guixà analiza en un documentadísimo volumen el papel que tuvo el escritor ampurdanés durante el conflicto bélico de 1936, especialmente como espía para el cuartel general de Franco en Salamanca

Entre los documentos del archivo hay una postal de Josep Pla
Entre los documentos del archivo hay una postal de Josep Plalarazon

Uno de los temas que más controversia han provocado dentro de la biografía de Josep Pla es el relacionado con su papel durante la Guerra Civil. Unos lo han visto como un espía, un personaje de John Le Carré a la catalana, mientras que otros, especialmente su amigo Carles Sentís, minimizaron su importancia asegurando que se limitaba a anotar la llegada de los barcos que atracaban en el puerto de Marsella,nada más. Josep Guixà ha indagado en un tema que hasta ahora se ha considerado tabú en un trabajo que está llamado a generar controversia. Profundamente documentado, «Espías de Franco», que publicará Fórcola el próximo día 10, arroja luz al tema a partir de la consulta en numerosos archivos, y rompe algunos tópicos relacionados con el escritor. Guixà ha podido consultar los documentos originales de los Servicios de Información de la Frontera del Nordeste de España (Sifne), entidad puesta en marcha por Francesc Cambó, el líder de la Lliga Regionalista. Muchos de estos informes se guardan en el Archivo Militar de Ávila, así como el dedicado al conflicto bélico en Salamanca. De todo esto, además de varias entrevistas con algunos de los supervivientes de todo aquello, como Sentís, se puede saber algo más sobre ese otro Josep Pla.

Según Guixà, el autor de «El quadern gris» es en ese momento «la persona mejor informada de la Lliga. Ha hecho muchos contactos en Madrid. Es como si tuviera dos o tres vidas». El estallido de la guerra le coge en su Mas Pla de Llofriu, huyendo en octubre hacia Francia, un mes antes de que se produzca una matanza en la playa de Pals. «Tuvo la suerte de que la FAI no hubiera leído sus artículos en "La Veu de Catalunya", donde colaboraba, porque si no, Pla habría caído», sostiene el autor. Todo ello porque el escritor, según el investigador, «está en total sintonía con Cambó. Piensan exactamente lo mismo. Creen que hay que estar con los militares y saben que el Foreign Office quiere la victoria de Franco, aunque los dos comparten el gran miedo de que tanto Hitler como Mussolini coloquen a España como una pieza en el mapa totalitario».

En el libro se expone la atribución de diversos informes anónimos de la Sifne marsellesa a Pla, que se basan en el estilo literario, así como en el hecho de que algunos de los informadores del ampurdanés fueran amigos suyos, caso de Estanislau Duran Reynals o Josep Maria de Sagarra, aspecto este último que fue confirmado a Guixà por Sentís. «La Sifme tenía varios buenos agentes en Marsella, pero únicamente Pla tenía la capacidad analítica que se puede ver en los informes. No era un hombre de acción, pero sí periodista y toda buena agencia de información necesitaba uno como era Pla. Gracias a él, los informes hacen que en Salamanca, en el cuartel general de Franco, se tenga información de primera mano sobre Cataluña, que es la que le cuentan los refugiados a Pla», matiza el autor de «Espías de Franco». De esta manera, los franquistas saben, por ejemplo, que la situación en Cataluña es caótica.

No es un héroe

El estudioso aconseja «ver los hechos como fueron. No era un James Bond. Busca el beneficio para Cataluña y, por ejemplo, confía que la entrada de Franco en Cataluña podría frenar el estado de destrucción que se vivía allí».Pero todo ello no acabó representando que Pla tuviera las manos manchadas de sangre y que algunos de sus informes implicaran muerte alguna: «No traicionó a ninguno de sus amigos. Miraba al futuro y, por ello, también escondió mucho. Es muy consciente en ese momento de los pasos que está dando, del mundo en el que se está moviendo. Por eso nunca será ni un fanático, ni un revanchista. Nunca aconsejará bombardeo alguno», dijo Guixà. En este sentido, desmiente que, como se ha afirmado en alguna ocasión, Josep Pla escribiera un documento que implicase la destrucción de un barco griego.

Otra de las sorpresas que depara el libro es el descubrimiento de la colaboración anónima de Pla, en la misma época en que era corresponsal en Madrid de «La Veu de Catalunya», en las revistas falangistas «FE» (1934) y «Arriba» (1935). Este dato ya había sido insinuado por el falangista catalán José María Fontana. La revisión de los papeles personales del secretario de José Antonio Primo de Rivera y letrista del «Cara al sol», José María Alfaro, ha permitido constatar el hecho. Alfaro, en unas declaraciones a Marino Gómez Santos, le apuntaba que «Pla enviaba un artículo semanal para que se publicara en la revista de Falange». Lo que no está claro es quién estaba detrás de la participación planiana con la vieja guardia falangista. Guixà sospecha que podría ser su amigo José Félix de Lequerica o el mismísimo Cambó. En este sentido, «el catalanismo del 95 por ciento de los biógrafos de Pla ha impedido que se entendiera cómo alguien de la Lliga pudo tener una colaboración con Falange», según el responsable de «Espías de Franco».

Pero Josep Pla no era falangista porque «no se cree la historia del fascismo. Lo que le sucede es que muchos monárquicos creen que un partido así puede triunfar y acabar con la situación que se vive en la Segunda República». Los artículos recogen la dualidad del escritor. Por ejemplo, en 1935, escribe en «La Veu de Catalunya» a propósito de la invasión que las tropas de Musolini han llevado a cabo en Abisinia. Defiende la expansión italiana, pero no quiere que todo esto implique una humillación de Gran Bretaña ante la Sociedad de Naciones. Como contraste, en las páginas de «FE» publica una burla del entonces primer ministro inglés Anthony Eden. De nuevo, como pasa con los informes para Sifne, el estilo de Pla es inconfundible y Guixà cree que no se puede dudar de que la mano de Pla está detrás de todos esos textos que posteriormente se encargaría de ocultar.

¿Sacó algún provecho Pla de todas estas incursiones, aunque de la mano de Cambó? La realidad parece demostrar que no. Cuando entra con las tropas de Franco en Barcelona, acompañado de Manuel Aznar se pone al frente de la dirección de «La Vanguardia», pero durará muy poco. Aznar y Pla serán sustituidos por el controvertido anticatalanista Luis de Galinsoga. A partir de ese momento, Josep Pla se dedicará en exclusiva a la creación de su obra literaria, probablemente la más importante de las letras catalanas del siglo XX.

Josep Guixà considera que con su libro se puede conocer más de los movimientos de Josep Pla, «pese a que posteriormente se dedicó a borrar cualquier tipo de huella». Incluso el autor de «Vida de Manolo» o «Lo que hemos comido» apostará por actitudes valientes para su época, como su nada oculta defensa de las políticas aliadófilas desde las páginas de la revista «Destino», la publicación puesta en marcha por su buen amigo y editor Josep Vergés. «No humilla a los vencidos y, por ejemplo, en su artículo publicado en 1939 en "La Vanguardia Española", "Retorno sentimental de un catalán a Gerona", defiende a los campensinos catalanes que evitaron las colectivizaciones», concluye Josep Guixà.

Lo que queda por saber

una posible visita a josé antonio primo de rivera

El autor de «Espías de Franco» cree que los herederos de Josep Pla deberían abrir los cajones y dar a conocer documentos que permanecen inéditos. Uno de ellos, un dietario que habría escrito entre enero y marzo de 1936, cuando todavía estaba en Madrid. En él podía aparecer, en la entrada referente al 27 de marzo de 1936, la noticia de una visita de Pla al líder de Falange, José Antonio Primo de Rivera (en la imagen), en aquel momento encarcelado en Madrid. Guixà lo deduce de la lectura de uno de los textos que el escritor firma como «XXX» y en el que se refiere a «la última vez que lo vi en la cárcel», añadiendo que Primo de Rivera está totalmente informado de la puesta en marcha de un golpe de Estado contra el gobierno de la Segunda República. En marzo de 2011 se supo de la existencia del documento e incluso se llegó a anunciar que vería la luz en otoño de 2014, pero del asunto nunca más se supo. Guixà ha preguntado por él en la Fundació Josep Pla de Palafrugell, donde se conservan algunos de sus manuscritos, sin embargo, allí no se tienen ninguna información sobre la existencia del dietario.

El detalle

LA SEDE DE LOS INFORMADORES

La finca que se reproduce en la imagen es La Grande Frégate, villa con vistas a la playa de Biarritz, situada en

el número 3 de la rue des Vagues –en la actualidad 7 rue de Louison Bobet–, en la que José Bertrán y Musitu instalaron la sede de la Sifne. Fue aquí donde se recibieron los informes de la agencia puesta en marcha por el político Francesc Cambó, con Josep Pla como uno de sus principales colaboradores. Guixà apunta que el líder de la Lliga quería hacer méritos y propone para ello dos empresas. Por un lado, la puesta en marcha de una oficina de propaganda en París, con la implicación de uno de sus hombres de confianza: Joan Estelrich. La otra iniciativa es la del servicio de espionaje con Bertrán y Musitu. De esta manera, Cambó se hacía eco de un deseo del general Mola al conde de los Andes, Francisco Moreno Zulueta, de crear una red dedicada al espionaje. Andes le habría dicho a Mola que «se puede confiar en los catalanes». Dicho y hecho, la propuesta de Cambó acabó por materializarse.

«La vida lenta», inédito en otoño

Una de las novedades editoriales de este otoño llevará el nombre de Josep Pla, pues la editorial Destino publicará tres diario inéditos del escritor agrupados bajo el título «La vida lenta» (que lleva por subtítulo «Notes per a tres dietaris, 1956,1957,1964») y que verán la luz en noviembre. La edición ha sido posible gracias a la investigación realizada en los archivos del autor y que ha permitido localizar libretas correspondientes a los años 1956, 1957 y 1964. La información de los cuadernos ha hecho posible tener un conocimiento de primera mano de realidad cotidiana de Pla en unos años bastante importantes para su creación literaria, y al mismo tiempo comprobar que la escritura era para él una especie de «tabla de salvación a la que no dejaba de recurrir nunca», según sus palabras. El volumen incluye incluye un prólogo de Xavier Pla, director de la cátedra Pla de la Universidad de Girona, que también se ha encargado de su edición.