Literatura

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Juan Manuel de Prada: «El éxito es una mala puta que hay que echar de casa»

Juan Manuel de Prada / Escritor. Su nuevo libro, «Mirlo blanco, cisne negro», es un duro y sincero ajuste de cuentas con la cultura y el mundo literario, pero también, y sobre todo, consigo mismo.

Juan Manuel de Prada, escritor
Juan Manuel de Prada, escritorlarazon

Su nuevo libro, «Mirlo blanco, cisne negro», es un duro y sincero ajuste de cuentas con la cultura y el mundo literario, pero también, y sobre todo, consigo mismo.

Sin máscaras ni héroes que actúen de lenitivo de los recuerdos amargos. Desde hace tiempo, Juan Manuel de Prada viajaba con la urgencia de detenerse, mirar hacia atrás y encararse con el reflejo pasado de sí mismo para ajustar cuentas. «Necesitaba reconocer mis errores y debilidades», comenta inclinando la cabeza. Y lo ha hecho en un libro visceral que molestará a muchos, irritará a bastantes y no dejará indiferente a nadie. «Mirlo blanco, cisne negro» (Espasa) ficciona la relación que ha mantenido con su vocación literaria y da fe de sus desilusiones, yerros y expectativas equivocadas.

–¿Sus errores fueron...?

–Hubo dos. El primero, la tentación del éxito. Tuve la fortuna y la desdicha de triunfar joven. El éxito es un enemigo del escritor y el artista, porque destruye la vocación artística. El segundo en el que caí, por circunstancias personales, repercutió en la literatura. Harto de que me insultara el mundo supuestamente progresista, dejé de escribir y me dediqué a un mundo ajeno, que es el de las tertulias televisivas.

–¿Se arrepiente del éxito?

–El éxito es una mala puta que hay que echar de casa, porque te contamina de gonorrea. Yo sucumbí al éxito y gané el Planeta con una obra de la que me burlo aquí. Pude seguir escribiendo libros de éxito, pero tenía que ser fiel a mi vocación. Tuve que optar entre convertirme en un pelele que se pasea por los saraos o ser un escritor.

–¿Cómo lo hizo?

–Me ayudó mi temperamento de maldito. Soy una persona que siente repugnancia hacia los paradigmas culturales actuales y las mafias que hoy controlan el pensamiento. Lo hice a costa de recibir golpes, ser insultado y difamado.

–¿Por qué no encaja?

–Tengo una visión del mundo contraria a la que se ha impuesto; un pensamiento cristiano que es como aguarrás sobre este mundillo cultural de gente materialista. Mis principios les producen urticaria. El éxito de esta mafia se basa en el aplastamiento del espíritu, porque el espíritu es un incansable buscador de belleza y lo que se ha impuesto es un gusto hórrido, terrible, solipsista, ensimismado que sólo puede ser degustado por un público que ha renunciado a la búsqueda de belleza.

–¿Qué opina de la literatura que se publica ahora?

–El capitalismo es implacable. Tritura todo e impone determinadas relaciones mercantiles entre el lector y el escritor. Los autores están sucumbiendo a una literatura pelada para que el consumidor se la pueda tragar. Pero la literatura que queda es la que desafía este ambiente. Sigue habiendo escritores buenos que se resisten a este mundo en el que sólo se persiguen productos de consumo rápido.

–Critica las camarillas.

–Tras la muerte de Franco, todos éramos demócratas de repente y no teníamos pasado. Eso generó un vacío. Fuera de personalidades puntuales, como Delibes o Cela, había que crear un nuevo canon literario y hubo un medio de comunicación que, de forma legítima, lo propuso en los 80. Lo curioso es que todos estos autores que publicaban en la misma editorial, opinaban en el mismo diario y tenían las mismas ideas. Es muy legítimo. Lo grotesco es que se piense que esos son los únicos escritores buenos. Es como decir que sólo hubo chicas guapas en el Ho-llywood dorado. No es así. Por supuesto, esos autores se convirtieron en adalides de la progresía.

–Arremete contra los progres.

–¿Qué es ser progre en España? Progre es comer con magnates de la Prensa que tienen esclavizados a sus periodistas, ser aplaudido por fundaciones plutocráticas mundialistas, ser amigo de banqueros y ministros. ¡Joder, qué raro es ser progre! ¡¿Y quién es el facha?! El facha soy yo, el amigo de unos cuantos curas pobres y que, además, defiendo los derechos de los fetos. Pero nada de esto te da premios ni recompensas, claro. Este es el mundo cultural español.

–Y es muy duro con los editores.

–Efectivamente, sí, porque ellos tienen la responsabilidad moral y la capacidad de encauzar el gusto del público, pero el deterioro editorial es monstruoso. La cantidad de libros basura que se editan es espantosa. También ocurre, que, anteriormente, en el colegio, leíamos «La Celestina» y «La vida es sueño». Hoy, «Manolito gafotas». La realidad es que estos chavales no tienen formado el gusto literario. ¿Cómo vas a decir a un chaval con una educación lamentable y que apenas accede a libros importantes que lea grandes obras?

–¿Sus amistades peligrosas?

–Con casi todos los escritores con los que tuve una amistad literaria en mis comienzos acabé mal, salvo Cela. Ellos no soportaron mi éxito. Era muy joven y entiendo que eso provocara una reacción odiosa. La relación más intensa fue con Francisco Umbral, porque se veía en esa lucha. Terminamos mal. Ahora, lo lamento mucho, porque tenía un talento extraordinario y fue un escritor muy golpeado por la mafia de la que hablamos antes. Él escribió libros basura por su ansiedad de triunfo, pero cualquier título de él tiene más valor que la literatura sistémica de estos años.

«Mirlo blanco, cisne negro»

Juan Manuel de Prada

Espasa

440 páginas,

21,90 euros