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No corra ni consuma tanto

No corra ni consuma tanto
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No sólo los tiempos han cambiado. La concepción misma del tiempo ya no es la misma que antes. Se vive a un ritmo mucho más acelerado, en un movimiento perpetuo y constante, presente, sin pausa para el ocio o el descanso. Es que se mueve, el mundo, la humanidad, al compás de una producción incesante, de un consumo frenético, pulsado por un capitalismo ante el cual, según parece, no existen alternativas.

De ese tiempo actual se ocupa el mexicano Luciano Concheiro en este lúcido libro («Contra el tiempo», finalista del Premio Anagrama de Ensayo), en el que el joven autor examina el capitalismo (un turbocapitalismo, lo llama) en un doble movimiento: uno que va desde la aceleración entendida como un fenómeno total y global, y otro que procura detenerse en las formas particulares en las que esa aceleración (aceleración del tiempo, de la economía, de las relaciones sociales y personales) se encarna.

El mundo acelerado

«Nuestras vidas están atrapadas por el consumo: vivimos consumiendo y consumimos para darle sentido a nuestras vidas –señala Concheiro en un estilo directo–. Desde varias décadas atrás, comprar dejó de ser una actividad exclusivamente económica. Los objetos, más que instrumentos, son ahora signos lingüísticos: sirven en cuanto significan algo».

Concheiro, así, estudia la velocidad como un fenómeno amplio y en el que aparecen varios aspectos. Un aspecto económico, que se traduce en el desarrollo del capitalismo y en los diferentes modos de producción (obsolescencia programada, producción en serie, la actualización permanente de aplicaciones); un aspecto político, representado en la corta duración de los gobiernos, en la rapidez de las decisiones; y, finalmente, en su dimensión social, donde intervienen los medios de comunicación y el flujo de escándalos constantes, las redes sociales, manifestaciones espontáneas y tramadas, paradójicamente, por una falta de narrativa, de una unidad discursiva que las represente.

«En un mundo acelerado resulta imposible hilvanar una narrativa aglutinadora y coherente para nuestras vidas-explica-. El sentido de nuestra existencia nos ha sido arrebatado por la celeridad.» El panorama que ofrece el turbocapitalismo resulta desalentador. Así lo expresa: «Vivimos condenados a ser, de una forma u otra, parte de la vorágine. Actualmente no existen las condiciones para resistir la aceleración que nos asedia».

No obstante, para romper con esta dictadura de la velocidad y la prisa, el autor propone una salida: que surja una temporalidad que disloque la aceleración, que se logre «experimentar el instante, ese momento de pura presencia en el que los minutos dejan de transcurrir, en el que la velocidad es algo imposible».

Rebelión pacífica, una filosofía vital en la que se cruzan artistas y pensadores como Suzuki, Duchamp, Cage, Gaston Bachelard y Gabriel Orozco (cuyas fotografías acompañan la edición del libro) y en la que se celebra la «temporalidad radical» del instante, lo único, afirma Concheiro, que puede hacer frente a la aceleración. «No es un fin ni una solución, es una estación: un mientras tanto. Es lo que tenemos por ahora –concluye-, pero no asumamos que es todo lo que tendremos».