Crítica de libros

No es un cuento chino

No es un cuento chino
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Se traduce por primera vez al castellano a Eileen Chang (1920-1995) una de las escritoras chinas más interesante del pasado siglo XX. Perteneciente a una familia de clase alta, su formación estuvo marcada por los aires de modernidad de su madre, educada en Inglaterra, y por los principios extremadamente tradicionales de su padre. Un tipo de enfrentamiento cultural difícil, pero que suele generar unos excelentes resultados literarios. A los veintiún años Eileen Chang comenzó a publicar sus relatos y «nouvelles» en la Shangai ocupada por los japoneses y se convirtió en una autora de éxito. Existía entonces una nueva clase media que percibió con agrado la agudeza de aquella joven que hablaba de tradiciones anquilosadas y daba una importancia desconocida a los sentimientos y deseos individuales.

La protagonista de esta novela refleja fielmente esos cambios. Liusu es una joven divorciada de 28 años que ha vuelto a vivir con su familia que la humilla y menosprecia. Conoce a un rico heredero con el que vive una historia de amor que se refleja en sutiles diálogos. En un momento la enamorada protagonista reflexiona: «Lo que ella buscaba, después de todo, era seguridad económica». Estas breves palabras son el reflejo de una sociedad en la que las mujeres tenían muy difícil la subsistencia si no contraían matrimonio, pero también deseaban amar y ser correspondidas por un hombre que las respetara. El volumen incluye un magnífico relato, «Bloqueados», que crea un microcosmos de la sociedad china en un tranvía atrapado en la ciudad de Shangai. De nuevo priman los sentimientos, en esta ocasión los de un hombre y una joven que arrastran vidas malogradas. Chang es un grato descubrimiento, una autora poseedora de una exquisita inteligencia y sensibilidad que fue capaz de fusionar de forma seductora el viento del este y el del oeste.