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Piglia, en tercera persona

Piglia, en tercera persona
Piglia, en tercera personalarazon

Siempre quise ser únicamente el hombre que escribe», afirma Ricardo Piglia al final de este libro con el que el escritor argentino, fallecido en enero del año pasado, concluye el tercer y definitivo tomo de «Los diarios de Emilio Renzi», una obra que el autor de «Plata quemada» empezó a componer (o a registrar) a partir de 1957 en variados cuadernos de tapas de hule y cuyo primer tomo, «Años de formación» (y al que siguió «Los años felices») se dio a conocer en 2015. En este último tomo, Piglia, a través de su alter ego Emilio Renzi (protagonista y personaje en muchos de sus cuentos y novelas), prosigue el registro minucioso de su vida cotidiana, su deambular por una Buenos Aires a veces espectral en los tiempos de la dictadura militar, sus lecturas constantes de Pavese, de Brecht, de Musil y de tantos escritores, sus clases en la Universidad, el encuentro con amigos en los bares (especialmente en los míticos Ramos y La Ópera) y en las librerías de la Avenida Corrientes, la escritura de su imprescindible novela «Respiración artificial» y una reflexión constante sobre el sentido de redactar un diario que, señala Piglia, se ordena «según la sucesión de los días de una vida».

Sucesión de los días

Dividida en tres partes («Los años de la peste», «Un día en la vida», que da título al conjunto, y «Días sin fecha»), esta última entrega, sin embargo, difiere de las anteriores porque, además del registro constante de «la sucesión de los días de una vida», en ella Piglia también introduce un texto en el que Emilio Renzi, además es el protagonista de su propia biografía se convierte en un personaje narrado con la distancia de una tercera persona. Así, mientras que en la primera parte anota lo que le ocurre entre los años 1976 y 1982 (es decir, entre el inicio de la dictadura militar y la Guerra de las Islas Malvinas) y, en la última, los momentos finales (sus clases en Princeton, el regreso a Buenos Aires y la aparición de una enfermedad que sólo le permite hacer uso de la mano derecha), en «Un día en la vida» compone una narración impecable, sostenida, no tanto por la intriga o las peripecias de Renzi a finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventa, sino por el tono y la cadencia del propio relato.

«El diario que escribe es para él un laboratorio de literatura potencial», afirma Piglia sobre Renzi en un momento de l libro. Y agrega: «La vida o las vidas de un particular que en su lejana juventud apostó todo a la palabra escrita. En ese aspecto es una obra de no ficción, una novela verdadera, un testimonio real y un documento histórico». Sea lo que fuere, lo cierto es que los diarios de Emilio Renzi, la obra en su conjunto, es un recorrido vital y literario por la vida y la literatura (dos términos que se confunden hasta ser uno solo) de uno de lo más grandes escritores argentinos que, sin embargo, solo quiso ser una cosa: un hombre, un hombre que escribe.