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¿Qué esconde el mujeriego Casabona?

¿Qué esconde el mujeriego Casabona?
¿Qué esconde el mujeriego Casabona?larazon

Vila-Sanjuán parece tener un claro propósito literario: Barcelona. Como ocurriera con Macondo o el condado de Yoknapatawpha, pero de «carne y hueso». Su ciudad ya fue protagonista en sus anteriores novelas –«Una heredera de Barcelona» y «Estaba en el aire» (Premio Nadal)–, y vuelve a serlo ahora en «El informe Casabona», donde estrena personaje, un periodista-investigador llamado Víctor Balmoral que nos conducirá con su sagacidad profesional a través de un mundo de intrigas centradas en la élite social, cultural y económica. El 22 de abril de 2015, en la habitual recepción de los Reyes en el Palacio Real, el nonagenario empresario y mecenas Alejandro Casabona muere de un infarto ante su cuarta esposa, los Monarcas y la concurrencia. Minutos antes había saludado a un periodista, Balmoral, de «La voz de Barcelona», que bien podría tratarse del «alter ego» o la proyección del propio autor. Si el infarto de Casabona impacta en el arranque del libro, no será menos insólito su testamento: el prócer lega diez millones de euros al Instituto de Estudios Éticos con una única condición: «Que el dinero debe destinarse a un fondo para actividades y estudios que lleve, no su nombre, sino el de Mery Casabona». Personaje que, fallecido en 1974, será crucial en estas páginas. Es en este punto en el que la directora de la institución, Luisa Francà, encargará al periodista un informe del fallecido en tanto que el instituto no puede relacionarse con nada que tenga que ver con negocios turbios o corrupción.

Entrevistas al entorno

Así, Víctor Balmoral se afana en su tarea como haría el propio Vila-Sanjuán, mediante entrevistas con el entorno más inmediato del fallecido: sus hijos, sus más estrechos colaboradores, sus dos mujeres, su yerno... Todos coinciden en perfilar el retrato de un hombre dinámico, ambicioso, apasionado, hedonista, amante de las mujeres y el arte, dotado de la sagacidad suficiente como para levantar el relevante Museo Casabona. En la segunda mitad del libro, como un relato dentro del relato, el narrador cierra el foco sobre un episodio familiar acaecido durante la Guerra Civil donde se nos revelan muchas de las claves y misterios, y donde la novela adquiere su verdadera profundidad de campo. Toda una demostración de inteligencia narrativa que toma forma en la precisión de su escritura, que fluctúa entre lo evocador y lo analítico. Un estilo que juega a dos bandas: explota la autoridad fáctica del periodismo y crea atmósferas propias de la narrativa... Sin timonazos, con un estudiado minutaje del tempo y un verbo despojado, sin artificio, y con embridada prosa.

Los libros son la última barrera de la subjetividad y es en las viejas historias que nos cuentan los buenos narradores donde podemos encontrar las armas más eficaces contra lo que la realidad tiene de falso. ¿Redimió el informe de Balmoral a aquel Casabona que «forma parte de una generación brillante del patriciado catalán, hombres cultos, demócratas, europeístas con éxitos»? La respuesta está en estas páginas que abarcan los temas cruciales de la literatura: el amor, la familia, la muerte, el poder, la traición... Una narración que destila una melodía misteriosa en la que reconoces la literatura.