Secretos y mentiras

En la elipse que construye Ana de la Morena en su novela «Maraguí» existen dos centros: por un lado, un caserón, Maraguí, donde siempre ha vivido la familia Aguirre, y por otro lado, un pantano de lodo en sus cercanías. Pero, atención, que ambos puntos son simbólicos de los personajes cuya vida tendrá su núcleo dialéctico en los dos lugares citados. Todos permanecerán en un puente de tablas levantado sobre un abismo pantanoso, haciendo oscilar con sus manos las cuerdas que son la barandilla de ese puente. Isabel Allende y su libro «La casa de los espíritus» se unirán en esta obra a las llamadas comedias de «imbroglio» de Lope de Vega, esas que están caracterizadas por contar dos historias o más en la misma obra, una protagonizada por nobles y otra por sus sirvientes plebeyos.

Con el transfondo de una guerra civil ya pasada, pero que ha cambiado para siempre el paisaje humano y social, Ana de la Morena va colocando piezas en un tablero donde solamente al final el lector percibirá cuáles son las jugadas ocultas: la brusca desaparición en plena juventud de Irene Aguirre, su búsqueda durante años por su hermano Tristán, que encargará esa indagación a un detective, y el matrimonio de la hija de la criada de toda la vida en Maraguí con Tristán, irán trazando poco a poco una tela de araña que el lector irá descubriendo poco a poco, y así sabiendo que las cosas nunca son lo que parecen, aunque el corazón ya nos haya dado sus claves hace mucho tiempo, como en un sueño mágico.