Crítica de libros

Seso sentido

Seso sentido
Seso sentidolarazon

David Eagleman es un tipo inteligente y telegénico al tiempo que un neurocientífico especializado en la plasticidad cerebral, percepción del tiempo, sinestesia y empatía. Mucha diversidad. En la humilde opinión de quien esto escribe no es más que una pálida sombra de Steven Johnson, con quien los demás le comparan pero, ¿qué postula? ¿Un guión mediático con elaborados gráficos, fotos e ilustraciones? ¿Un caramelo literario? ¿Dispositivos periféricos plug-and-play? En su libro visualizamos las posibilidades de nuestra futura materia gris, incluso, de nuestra especie. Una singularidad preconizada (vagamente) por Ray Kurzweil, cuando avanzaba que saldríamos de nuestros cuerpos y viviríamos en un mundo digital subiendo el contenido de nuestro cerebro en un sistema informático, lo que hoy conocemos como «nube», aunque sus desafíos fueran ilusos (a veces).

Pese a ello, Kurzweil argumentaba que con más de cien mil millones de neuronas y muchos trillones de conexiones entre ellas, la complejidad del cerebro sería incuestionable pero comprensible. A día de hoy, con Eagleman y su libro, ¿podemos decir algo nuevo? Gran parte de su trabajo está dirigido a la forma en que los cerebros se reconectan en respuesta a la práctica y discute los dispositivos que ayudan a nuestra «sesera» a recuperar funciones dañadas como la visión o el oído. De igual modo nos muestra cómo las nuevas tecnologías han revelado el alcance y los límites de la empatía humana: ¿por qué sentimos y pensamos en las cosas que hacemos? Tal vez nuestro cerebro es la suma de todas nuestras preguntas. Lo que el lector aún no ha descubierto es el «fisicalismo» que propone el autor desde el que nos advierte de que no somos nada, o de que nuestro cerebro es sólo parte de nosotros.