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Un guiño a Sam y su piano

Un guiño a Sam y su piano
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Hay ciudades que son como un imán. Tánger es una de ellas. Por su posición estratégica fue codiciada por numerosos países y desde finales del siglo XIX hasta su anexión a la corona marroquí en 1960 fue un enclave privilegiado de tolerancia religiosa, liberalismo político y promiscuidad sexual, zoco donde se dieron cita artistas e intelectuales de distintos países en busca de su embrujo exótico. Aunque el cine de Hollywood consagró a Casablanca como la ciudad donde confluyeron timadores, refugiados políticos, espías y cónsules de las naciones en conflicto durante la II Guerra Mundial, siguiendo la moda del melodrama exótico inaugurada por Josef von Sternberg y Marlene Dietrich con «Marruecos» (1930) y luego «Argel» (1938), en realidad fue en Tánger, la ciudad condominio de siete naciones, con estatus de Zona Internacional, donde campaban los espías por sus respetos.

El novelón «El tiempo entre costuras», de María Dueñas, puso de moda la mezcla de thriller, melodrama romántico, novela histórica y de espionaje en enclaves exóticos como Tánger y Tetuán tras la Guerra Civil y la II contienda. Un tipo de novela-río que bascula entre la nostalgia de la vida familiar de los españoles en estas ciudades del norte de África el siglo pasado y la autoficción. Asunto distinto es el tratamiento de «La ciudad de la mentira», de Iñaki Martínez, cuya referencia a Tánger como ciudad mítica y la novelización de los años convulsos que retrata «Casablanca» (1942) logra un inquietante relato que tiene a ésta de protagonista y a una serie de personajes como referencias «reales» de aquéllos de ficción a los que dieron vida Bogart y Bergman en el mítico filme.

Al son de la ruleta

El lector debe llegar hasta el intrigante final de la novela para comprender las claves intertextuales del relato y el propósito del autor al presentar similitudes con la película, que más que un homenaje es el metarrelato que pudo dar origen a la obra teatral de Alison, pues lo solapa fabulándolo. No, no está el Rick’s con su ruleta ni un pianista negro toca canciones de amor. Pero el nombre de la protagonista, Joan Alison, advierte al cinéfilo de que esta periodista que sueña con escribir una novela sobre Tánger y su variopinta fauna de extranjeros internacionales es la misma que escribió el conflicto que plantea «Casablanca».

Lo curioso es que los nazis nunca estuvieron allí y sí en Tánger. El famoso Café de Rick’s fue copiado del hotel El Minzah de Tánger, y sus autores cuentan que durante 1938, en un viaje por Europa, Murray Burnett y Joan Alison, protagonista de la novela de Iñaki Martínez, concibieron la obra teatral «Everybody Comes to Rick’s» al entrar en un night club del sur de Francia repleto de exiliados y refugiados judíos, cuyo dueño era un trasunto de Sam. «La ciudad de la mentira» fabula con acierto, aunque abuse de una prosa en exceso discursiva, aquéllos dramáticos momentos en una trama que configura una de esas obras que atrapan desde el principio.