Novela

Un obsceno y amoral infierno

Un obsceno y amoral infierno
Un obsceno y amoral infiernolarazon

Unos bloques de casas arruinadas de cemento en un barrio marginal, una joven que se prostituye en un «ciber club», unas fuerzas especiales de policía (eufemismo) que toman por asalto la barriada cuando quieren, la familia golpeada de la joven, un lenguaje expresionista, una continua letanía que habla de armas y proyectiles modernos... Una realidad donde la marginalidad, el horror, la desesperanza y la violencia institucionalizada del Estado confluyen en una realidad obscena en el sentido moral y sexual: es la terrible y cruel última novela de la chilena Diamela Eltit, que ya en sus anteriores obras paseaba el espejo del Callejón del Gato por los conflictos sociales y por la corrosión que el ácido de un lenguaje muy personal opera sobre el material narrativo.

Porque Diamela Eltit, a través de los amigos y colegas de la protagonista, enfrentados y usados por los «pacos» y los «tiras», según la taxonomía que utiliza la joven para la clasificación de las tropas especiales, da forma a las fuerzas en conflicto: la marginalidad enfrentada a la otra «marginalidad», esas fuerzas especiales empobrecidas que se llevan lo que pueden, vuelcan su frustración en la violencia sobre indefensos o simplemente en el robo y la violación (recuerda algunos de los informes judiciales sobre las actuaciones de la policía de Pinochet robando neveras o televisiones de las casas de los detenidos), de tal manera que el lector comprende que es un círculo vicioso de marginalidad cuando desaparece la democracia y la garantía de la ley, y entonces ya todo es un infierno. El infierno que describe mecánicamente la protagonista cuando va al café para tener sexo pagado en turnos de media hora. Todo ese mundo en derribo, como la descripción de un infierno familiar (costillas partidas, grapas en la cabeza) se une a continuas citas de armas sofisticadas, como señalando que la modernidad puede ser simplemente la máscara de carnaval de una sociedad que, en determinados sitios, acaba como una ruina de cemento tomada al asalto.