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Una mirada jocosa a la realidad

Una mirada jocosa a la realidad
Una mirada jocosa a la realidadlarazon

José María Guelbenzu (Madrid, 1944) es un novelista de variados registros narrativos; desde el ya lejano experimentalismo de «El mercurio» (1968) y «El río de la luna» (1976) a la reciente serie de novelas policiacas protagonizadas por la jueza Mariana de Marco, se desarrolla una inclasificable trayectoria literaria marcada por la originalidad argumental, el rigor estilístico y la tensión psicológica de los personajes. Dando un paso más en esta variada gama de propuestas, «Los poderosos lo quieren todo» se enmarca en el relato paródico de signo esperpéntico y grotesco, pura simbología farsesca que no enmascara una intencionada crítica social. Un humor un punto surreal, nada inocente, absurdas situaciones cotidianas y delirantes diálogos configuran una trama que arranca en el Madrid actual, con la visita que realiza la Muerte en persona a Hermógenes Arbusto, reconocido asesor fiscal y triunfante hombre de negocios. Logra zafarse de tan mala compañía, aunque para caer en manos de un diablo maquiavélico y desinhibido, quien le propone salvar la vida a cambio de su alma y de dejar en prenda garante del acuerdo el destino de su queridísima hija Ma-ribel. A partir de este planteamiento se suceden un cúmulo de graciosos malentendidos y geniales despropósitos que pretenden evidenciar el egoísmo y la ambición inherentes a la condición humana. No debe enfocarse esta novela en clave realista, sino bajo una deformante mirada jocosa, cómplice el lector de una original inverosimilitud que denuncia oscuras corruptelas del poder. Melifluos convencionalismos sociales y prejuicios se cuestionan en este retablo de las maravillas imposibles. Extravagantes personajes como la esposa del protagonista, María Ilustración, quien evoluciona de la sensatez al desquiciamiento, la seductora mercenaria Magdalena Desamants o Tomás Beo-vide, quijotesco y excéntrico profesor de literatura, forman un manicomial grupo protagonista de quiméricas ficciones, metáfora al fin del sinsentido de la realidad. Impagable ese pedante Círculo Gongorino, porque el engreimiento intelectual y la pretenciosidad teorizante tampoco quedan a salvo en esta ácida, divertida y desacomplejada novela.