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Una obscena decadencia

Una obscena decadencia
Una obscena decadencialarazon

Que Sara Mesa recupere su segunda novela, revisada, es una gran noticia pues se trataba de una obra necesaria e inencontrable. Ganadora del Premio de Novela de Málaga hace siete años, nos muestra las dotes de la autora para la literatura teatral, su buen pulso al perfilar personajes, situaciones y escenarios claustrofóbicos. Por ello celebro este vino «viejo» en odre nuevo. En sus páginas encontramos la cartografía de su narrativa posterior – «Cuatro por Cuatro», mi preferida–: la llegada de un foráneo a un mundo opresivo, la relación ambigua entre adultos y niños, el amor turbio –descompensado y oscuro– que preludia el que veremos en «Cicatriz»; la salvación –o pérdida– de un perro; la paternidad o maternidad; los centros comerciales. También es una constante, en Mesa, la decadencia de lo urbano que sucede como si fuera una «implosión» lenta, como telón de fondo de otros acontecimientos que transcurren de manera morosa, como le gusta a la buena literatura . La acción se desarrolla en una zona geográfica imaginada, la ciudad de Vado, que aunque recuerde remotamente a la comunidad de la Ruche de Pilar Adón, está inspirada en Detroit. Hasta allí llega un geriatra para hacerse cargo de un asilo de ancianos otrora un espacio de lujo y hoy en decadencia, con pocas reglas y personajes a la deriva, que muestran lo que puede ser el final de algo que no acaba de concluir.

La personalidad del galeno, por su parte, es poco edificante. Se nos muestra como un profesional con infinita desgana y, en un determinado momento, se le insinuará al lector que también es pederasta. Su transitar por la historia es la puesta en evidencia de su incompetencia, indolencia y banalidad, espejo de todo aquello en lo que se ha convertido una ciudad que no es sino ruina de un pasado deslumbrante. Una metáfora de los tiempos actuales, de la sensación de derrumbamiento de algo, de la decadencia, del paso del tiempo, de la imposibilidad del amor. Me gustan los autores coherentes con intereses compactos. En caso de Sara Mesa me fascina su capacidad para cartografiar la condición humana a través de los perdedores, del abuso de poder, de los lugares opresivos y aislados, de la degradación lenta y continuada. Por eso me interesan sus novelas: porque son siempre ásperas, amargas, sinceras, oscuras, nada complacientes, y lentas como una gota malaya.