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Luis García Jambrina: «Hemos desertado de la política y nos limitamos a votar»

«La corte de los engaños» (Espasa) narra el intento de asesinato a Fernando II de Aragón, un hecho que pudo haber cambiado la historia de España.

Luis García Jambrina
Luis García Jambrinalarazon

«La corte de los engaños» (Espasa) narra el intento de asesinato a Fernando II de Aragón, un hecho que pudo haber cambiado la historia de España.

Una mirada distinta sobre la corte de los Reyes Católicos, en la que el trono lo ocupan los relatos trenzados de tres mujeres que desenmascaran una verdad disfrazada por la versión oficial. Luis García Jambrina no escribe como el cronista que todo lo sabe, sino que entrelaza tres voces silenciadas para novelar el intento de asesinato a Fernando II de Aragón. Una historia de venganzas y conjuras que pudo cambiar nuestra Historia. La de España, Europa y la cristiandad.

–¿Había alguien en la corte que no tuviera motivos para matar al rey?

–Se creó muchos enemigos. Quizás su esposa era la única persona que no quería matarlo, y no porque le faltaran motivos. Pero el amor estaba por encima de todo lo demás.

–¿Cuánto de real tuvo aquella familia?

–Mucho. Siento una gran fascinación por esta pareja, ya que son los que mejor encarnan la realeza. Intentaron construir una nueva monarquía y tenían un proyecto que, en parte, llevaron a cabo.

–¿Se amaban Fernando e Isabel?

–Fue una relación asimétrica que funcionaba muy bien. Isabel sentía más amor. Fernando tenía otras distracciones. Era muy mujeriego.

–¿Mejor amante que marido?

–Sobre un rey no se pueden decir ciertas cosas. Parece que era muy sensual. Si disfrutaban ellas es más difícil saberlo.

–No se ha escrito mucho sobre aquel intento de asesinato...

–Sucedió en 1492, un año en el que ocurrieron otras muchas cosas de gran trascendencia, por lo que pasó casi inadvertido. Tampoco hay demasiada documentación al respecto. Además, en su momento se echó tierra y no se emprendió ninguna investigación. Sabemos el nombre del agresor y poco más.

–¿Entonces?

–Para mí fue suficiente. Los novelistas llegamos donde no lo hacen los historiadores.

–¿Actuó el homicida en solitario o fue la mano ejecutora de un complot?

–La versión oficial dice que actuó solo movido por su delirio. Que escuchaba voces del espíritu santo para matar al rey y ocupar su lugar. Pero yo creo que detrás había una conspiración de carácter político o una venganza.

–Que pudo cambiar el rumbo de España. ..

–Y de Europa, y de lo que se llamaba la cristiandad.

–Hoy en día, ¿qué acontecimiento podría cambiar nuestra historia?

–España está dentro de Europa, y por ello no se desencadenaría una catástrofe. Aun así, estamos un poco estancados y necesitamos un cambio de rumbo.

–¿Hacia dónde?

–Hacia un estado con más justicia social y con menos presencia de muchas instituciones. Debemos interesarnos más por la política. Algunos países nos podrían servir de referencia para hacer gobiernos de coalición.

–La gente está harta.

–Pero eso no sirve para nada. Hace tiempo que los ciudadanos dejamos de ser súbditos. Los políticos no pueden tomar las decisiones tan alegremente. Media España gobierna contra la otra media.

–¿Qué quedó por reconquistar en 1492?

–La Reconquista es un mito. Detrás había muchos intereses económicos y políticos que usaron esa fachada para legitimar las guerras. Tendríamos que reconquistar una cierta posición política. Hemos desertado de la política y nos limitamos a votar. Debemos estar más presentes y recordar a los políticos que gobiernan para nosotros.

–Si Isabel levantara la cabeza, ¿qué opinaría del soberanismo catalán?

–(Risas) No lo sé. Pero buscaría alguna forma de superarlo. Era una mujer muy pragmática.

–¿Y si los independentistas estudiaran Historia?

–De la Historia se pueden hacer lecturas muy interesadas.

–Más del 36% de los españoles no lee libros nunca o casi nunca...

–Es preocupante. Yo hago lo que puedo. Muchos lectores se han estrenado con alguna de mis obras.

–Es que la novela histórica parece ser el género literario preferido.

–Lo ha sido durante mucho tiempo. La que está bien hecha entretiene, intriga, emociona...

–Y enseña.

–Sí, tiene una función didáctica. Pero hay mucha falsa novela histórica, quizá la mayoría.

–¿Cree que conocemos de nuestro pasado?

–No mucho, y lo peor es que no nos interesa. El conocimiento de la historia es importante, aunque sólo sea para no repetir los errores. Somos hijos de la historia.

–Imparte usted clases en Salamanca. ¿Sigue buscando la rana?

–Busco otros enigmas. La rana se ha convertido en un emblema que ha eclipsado otros muchos.

–¿Pero da suerte encontrarla?

–De joven la busqué y la encontré. Ha debido traerme suerte puesto que me quedé allí y he escrito bastante sobre la ciudad.

–Si nos remontáramos al pasado para que escribiera sobre el futuro, ¿sería su novela un retrato fidedigno de la sociedad actual?

–Escribir sobre el futuro es complicado. Y no es factible hacerlo con la esperanza de que se vaya a cumplir. Lo bueno del futuro es que no está escrito. Me resisto a creer que pueda predecirse.

–¿Pero hubiera sido un personaje de la corte?

–(Risas) Quizá un poeta cortesano. O un bufón que saca partido al privilegio de poder decir las verdades a la cara al rey para escribir un libro para la posteridad.