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Mabel Lozano: «No tenía cualidades para la interpretación»

«Chicas Nuevas 24 horas» fue el primer documental que dirigió y por el que fue nominada a los Goya; ha estrenado «Tribus de la Inquisición» y en 2017 comienza el rodaje de «En el vientre de las sirenas».

Mabel Lozano
Mabel Lozanolarazon

«Chicas Nuevas 24 horas» fue el primer documental que dirigió y por el que fue nominada a los Goya; ha estrenado «Tribus de la Inquisición» y en 2017 comienza el rodaje de «En el vientre de las sirenas».

Era conocida por ser una más de esas actrices a las que, tras la divina juventud, se les pierde la pista. Ahora se ha pasado al otro lado y es directora de documentales de contenido social con los que ha recibido grandes reconocimientos, como una nominación a los Goya y a los Premios Platino de cine iberoamericano con «Chicas nuevas 24 horas».

–¿Cómo pasó de ser presentadora con José Luis Moreno a estar detrás de la cámara?

–Antes no había conocido a mujeres cineastas, aunque las había. A nosotras nos han faltado referentes en muchos ámbitos y ahora hay que romper esos techos de cristal. Cuando hice «Los ladrones van a la oficina» con tantos actores maravillosos, me volvía loca el trabajo de Tito Fernández. Yo quería ser el realizador y contar esas historias. Por eso, cuando lo hice, nunca volví a ser actriz. Hay gente que nace con unas cualidades magníficas en el mundo de la interpretación. Yo creo que no las tenía.

–¿Qué le queda de ese mundo?

–Todo lo que he aprendido de mis compañeros y de la gente con la que he trabajado.

–¿Cuál fue el detonante que le cambio el «chip»?

–Irina, una rusa que vino con su novio a España y fue vendida a un club de carretera de Madrid. Muchos hombres pagaron por ella y nadie la ayudó porque aún se piensa que la que es prostituta lo es porque quiere, pero detrás de este mundo, en la mayoría de los casos, hay trata, violencia, abuso y explotación. No lo queremos ver porque al mirarlo de frente tendríamos que tomar partido. Es una once años, aunque lleva existiendo muchos más. Lo malo es que se relaciona con el ocio y en realidad es un delito que vulnera todos los derechos.

–¿Por qué cree que ha ascendido el consumo de pornografía y de mujeres prostituidas entre los jóvenes?

–Ellos adquieren la información a través de internet y todo lo que les llega lo ponen en un saco común: lo que forma parte del ocio. Ahora, que imparto conferencias en institutos, me he dado cuenta de que a los menores no se les enseña a tener relaciones afectivo-sexuales sanas. También son culpables los medios de comunicación por reproducir siempre los mismos patrones, que tienen más que ver con la desnudez de sus cuerpos que con la desnudez de sus derechos. No se hace un seguimiento de lo que ocurre cuando se desarticula una red y de cómo quedan esas mujeres. Ellas prensentan las mismas lesiones físicas y psicológicas que los judíos del holocausto nazi. Las víctimas son tratadas como deshecho porque venden más unos tacones y un tanga.

–¿Cómo podríamos cambiar esta situación en España?

–Sobre todo, educando. Educando a hombres y mujeres, porque me he encontrado con que nosotras hemos sido muy tibias con la trata. Si eso nos tocase de cerca, cambiaría, pero lo vemos muy lejano. La violencia puede estar en el ámbito familiar. La trata no. Aunque no hay que olvidar que está en nuestras calles, en nuestras plazas, y en los clubes, esas cárceles de neón.

–¿Cree que «Tribus de la Inquisición» llegará al Goya como ya lo hizo «Chicas nuevas 24 horas»?

–No, porque este año no nos hemos presentado (risas). Pero esto nos pilla mucho más lejos, porque es la historia de los linchamientos de civiles a manos de otros civiles en Bolivia, el «ojo por ojo», que allí se ha convertido en quemar y enterrar viva a la gente.

–¿Qué cambió después de la nominación?

–Fue una presión tremenda porque todo el mundo confía en que ganes. Si lo haces, también es injusto para los otros tres porque todos lo merecen. En el caso de «Chicas nuevas 24 horas» no nos ha restado, sólo hemos sumado. Nuestro documental ha recorrido mucho y se está hablando de él en el mundo entero, pero el mejor premio que tenemos es que se está proyectando todas las semanas en muchísimos institutos.

–¿Cree necesario que este nuevo filme sea visto por los jóvenes?

–No. «Tribus de la Inquisición» tiene una edad y es un documental salvaje. «Chicas nuevas 24 horas» se hizo para que lo viesen chavales con 14 años y se concienciasen, pero este nuevo documental es para un espectro de mayor edad. Es una denuncia y un grito alto y claro, tanto que si se hiciese en Europa caerían cabezas. Allí vamos a ver lo que pasa. Por el momento, sólo hemos recibido amenazas, aunque la visibilidad de este documental nos protege.

–Nadie es profeta en su tierra, ¿se ha sentido querida y reconocida en España?

–Me siento muy bien con el reconocimiento que se le da a mi trabajo, sobre todo en los últimos años, que se ha premiado a nivel cinematográfico y social.

–¿Se ha planteado alguna vez dirigir ficción?

–No. Lo tengo clarísimo porque hay que tener mucho talento para crearla y seguro que no lo poseo. Ya hay mujeres que son maravillosas directoras de ficción y no creo que pueda superarlas. Además, no sería capaz de contar en un guión las barbaridades que le hacen a una mujer víctima de la trata de género porque no concibo que una persona le pueda hacer eso a otro ser humano.

–¿Y cuáles son sus próximos proyectos?

–El año que viene empezamos a rodar «En el vientre de las sirenas», un documental en Latinoamérica que narra la falta de derechos sexuales y reproductivos de las niñas que por una violencia sexual dentro de sus propias familias terminan siendo víctimas de trata de género por tener menores a su cargo.