Historia

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Magda Goebbels, la primera dama del Tercer Reich, era judía

Era todo un ejemplo. «La madre perfecta», rezaba el nazismo. Aria pura. Junto a Joseph, ministro de Propaganda, formaba. El tándem idóneo para los ideales que quería el Führer en las familias. Sin embargo, más de 70 años después de que se quitara. La vida sale a la luz el certificado de nacimiento de su padre en el que se demuestra que no era tan ideal como Hitler pensaba

Muerte documentada. Este certificado demuestra que Richard Friedlander, del que consta su origen judío, falleció en 1939 en Buchenwald
Muerte documentada. Este certificado demuestra que Richard Friedlander, del que consta su origen judío, falleció en 1939 en Buchenwaldlarazon

En junio de 1934 Joseph Goebbels escribía en su diario: «He descubierto algo terrible del pasado de Magda». Pero ahí quedó el asunto. A pesar de que el hallazgo, según reconociera unas líneas más adelante, les «separara internamente»... ¿Qué iba a ser eso tan horrible para escandalizar al mismísimo ministro de Propaganda nazi? Nada importante. Ni sospechoso. Total, eran la familia ideal. No existía nada capaz de alterar la paz en un matrimonio al que todo ario debía aspirar. Hasta sus hijos, seis, eran un ejemplo. Con h de Hitler, a quien llamaban «tío» los adorables monstruitos, capaces, a su vez, de sacar una sonrisa al Führer en los momentos más tensos bajo tierra.

Él, Joseph Goebbels, «un hombre educado, de exquisitos modales e impecables vestidos. Aunque una persona inaccesible», reconocía la que fuera secretaria del jerarca, Brunhilde Pomsel. Lo hacía en «Una vida alemana» –«Ein Deutsches Leben», documental que se presentó a finales de primavera y en el que ésta narraba la relación con su jefe–. «Tenía un gran carisma. Probablemente, de haber sido estrella de cine, también me hubiera embaucado con su encanto». Hasta se hacía la manicura todos los días. Unos piropos que no empañaban la realidad, y Pomsel reconocía que lo justo para el ministro era la pena de muerte. Pero eso también lo sabía él, así que decidió ponerle solución antes de que le apresaran.

- Perfume eterno

Ella, Magda Goebbels y «la madre modelo del Tercer Reich», como se la bautizó. Aparentemente perfecta: «La atmósfera y el olor del perfume que desprendía permanecía en la habitación mucho después de haber salido. Me caía bien». Es la confesión de Käthe Hübner en «Los hijos del ministro del Reich» (2005) –de Petra Fohrmann–, libro en el que la berlinesa contó su experiencia como niñera de los Goebbels. Sesenta años después de servirlos, entre 1943 y 1945. Una mujer digna de todos los focos y sólo a la altura de dos «grandes» como Margaret Himmler –esposa de Heinrich Himmler– y Eva Braun –pareja del líder supremo–.

Dos seres envidiables a vista de la propaganda de Hitler. Arios puros. Sin ningún tipo de mancha en su historial y capaces de salir decenas de veces en los noticiarios alemanas rodeados de sus impolutos hijos. Aunque, a medida que se ahonda en la vida de la pareja, la perfección va perdiendo «pureza». Y así lo certifica el hallazgo del historiador Oliver Hilmes en los archivos de Berlín, donde se certifica que el padre biológico de «la madre ideal», Richard Friedländer, era judío. Convirtiendo automáticamente la sangre de la buena de Magda en impura y confirmando los rumores que la Prensa alemana persigue desde hace años. Ya hace quince años «Der Spiegel» tanteó la posibilidad.

Johanna Maria Magdalena Behrend nació el 11 de noviembre de 1901. Con el apellido de su madre soltera e inscrita como católica. Nada de lo que sospechar. Aun así, pronto su madre le encontraría un padre político: Oskar Ritschel, que se negó a adoptarla. Igual de normal. Pero el amor de la pareja Behrend-Ritschel no iba a ser eterno, y, apenas cuatro años después, se separaron. Y aquí es cuando vuelve a escena Richard Friedländer, el judío. El hombre que, de haber sido enfocado por los focos de entonces, hubiera sonrojado el ideal nazi, así como ridiculizado su sistema –pero para eso ya podemos hacerlo hoy, por si quedaba alguna duda–. Este comerciante volvió en 1908 a una senda comenzada nueve años antes y que en 1901 había traído al mundo una criatura bastarda. Fue en este año cuando se casaron. Después la vida de la familia prosiguió.

Magda se hizo mayor y empezó a ir con chicos –incluido un noviete judío en su adolescencia– hasta que con 19 años se casó con el multimillonario señor Quandt –con quien tendría a Harald, con h, claro–. Sólo sería el primero, porque su pasión por Hitler le iba a hacer dar un paso al frente para estar cerca de él, primero, afiliarse al Partido Nazi y, después, casarse con Goebbels –por interés–. «Amo a mi marido, pero mi amor por Hitler es más fuerte. Por él estaría dispuesta a dar mi vida. Cuando tuve claro que Hitler no podía amar a ninguna mujer, sino sólo a Alemania, acepté el matrimonio con el doctor Goebbels», reconoció.

Tan fría para una cosa como para matar. Parece que la obsesión por el Führer traspasaba el ansia aniquilador. Si bien por salvar la vida de su padre biológico no movió un dedo, tampoco le temblaría la mano a la hora de acabar con la de sus seis hijos, antes de hacer lo propio con la suya –como su esposo–. Lo hizo porque, como ella misma dijo en la carta de despedida a Harald, no merecía «la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer. Por eso también he tomado a los niños, porque sería dolorosa la vida que llevarían después de nosotros. Un dios misericordioso me comprenderá cuando yo misma les dé la salvación».

Una extraña fijación por la letra «h»

Magda Goebbels vino al mundo el 11 de noviembre de 1901 y durante ocho años de su infancia fue internada en un convento de ursulinas. Durante aquel tiempo, la que llegaría a ser esposa del jerarca nazi más poderoso se acercó a la filosofía budista y defendió una cultura de la no violencia. Cuando se casó con Joseph Goebbels (ella ya había contraído un primer matrimonio a los 19 años) se trasladaron a vivir a una lujosa residencia en la Reichskanzlerplatz que se convertiría en centro de reuniones de la alta burguesía y cuartel general privado de Hitler. Los nombres de todos sus hijos empezaban por la letra «h»: Helga, Hildegard, Helmuth, Holde, Hedda, Heide y Harald, fruto de su primera unión.

Friedländer murió en Buchenwald

El padre de Magda Goebbels acabó sus días internado en un campo de concentración, como prueba su partida de defunción que reproducimos abajo. Era un comerciante judío. Fue arrestado en Bruselas y enviado a Buchenwald en 1938, donde falleció un año después. Quizá su hija,la esposa del todopoderoso Joseph Goebbels, podría haber librado a su progenitor de morir en un campo de concentración. Sin embargo, no lo hizo, no movió un solo dedo para liberarle, pues habría significado poner al descubierto un secreto de familia que se fue con ella a la tumba. No obstante, el propio marido escribió en 1934 que algo «terrible» había descubiertpo su amada esposa en relación con su vida. ¿Qué otra otra podría haber más «terrible» que saber que por las venas de la primera dama del Tercer Reich corría sangre judía?.