Escritores

Maigret, con el rostro de Mr. Bean

Maigret, con el rostro de Mr. Bean
Maigret, con el rostro de Mr. Beanlarazon

El hijo de Georges Simenon visita Barcelona para cerrar la nueva adaptación del clásico del género negro que interpretará Rowan Atkinson

En 1964, Georges Simenon ya era uno de los grandes fenómenos literarios en el género policiaco. Fue en la primavera de ese año cuando, junto con su hijo John, entonces con 14 años, visitó Barcelona. «Recuerdo que pasamos una semana y que me llevó a ver torear a El Viti, algo que me impresionó muchísimo. Otro lugar asombroso fue El Molino. Tengo memorias encantadoras de ese sitio porque era como estar en la escuela, pero las profesoras estaban desnudas. En algún lugar guardo aún el programa de mano de El Molino. También recuerdo que estuvimos alojados en el Ritz, donde todo era decadente, menos el lavabo con una bañera de mármol romano enorme. Caminamos mucho por las Ramblas porque le gustaba andar. No visitamos ningún museo o monumento».

De esta manera hablaba ayer con LA RAZÓN John Simenon de paso por Barcelona para cerrar la adaptación para la pequeña pantalla de dos novelas escritas por su padre: «Maigret pone una trampa» y «Maigret y su muerte». ITV se encargará de producir las dos películas, que transcurrirán en el París de los 50 con un protagonista tan sorprendente como es el británico Rowan Atkinson. «Mucha gente lo ve como Mr. Bean, pero es un actor tremendamente humano y bastante más cercano que otros. Vamos a darle un toque nostálgico a estas adaptaciones porque el comisario Maigret ha sido un modelo para muchos detectives. Yo no soy su dueño. Cada uno debe darle su lectura», dijo John Simenon, quien admitió que su padre sentía especial afecto por el Maigret interpretado por Jean Gabin. A esa labor de divulgación se suma lógicamente la presencia del legado literario de Georges Simenon en las librerías, algo de lo que se encarga en nuestro país Acantilado desde hace pocos años. El próximo mes aparecerá «El arriero de “La Providence” (Los casos de Maigret)», al que seguirá en verano la recuperación de la voluminosa novela autobiográfica «Pedigree». El heredero del autor belga sostiene que su padre «vivía todo lo que escribía. Sus libros forman parte de mis raíces y leerlos me aportan una profundidad como hijo y como lector». Lo que siente es que no aparezcan textos inéditos porque «no dude que si saliera alguno lo publicaría». También hay otros títulos que le gustaría revisar, como «Mes dictées», del que se publicaron 21 tomos, «aunque sé que no a todo el mundo le interesa esa obra formada por pensamientos dictados, no pensados para que fueran publicados. Me gustaría realizar una selección de ese material y que se pudiera comprobar lo sumamente sensible y perspicaz que era mi padre ante las personas. Fue alguien muy agudo».

El hombre desnudo

El tiempo está haciendo que Georges Simenon consiga «un público más femenino y joven. Ven a mi padre como una persona bastante humana, el hombre desnudo, como decía él. Todavía conmueve a la gente hablar de lo que son los seres humanos. Por eso les interesa más su obra que su persona». A ello se le suma la personal manera que tenía el autor de «La habitación azul» o «La nieve estaba sucia» hacia el hecho criminal. «Cuando lees sus novelas hoy te das cuenta de que todo los sucesos que vemos actualmente estaban ya en sus historias. Por ejemplo, en “Maigret y su muerte” tenemos una banda sumamente violenta que viene del Este de Europa para robar joyas . Por eso no creo que el mundo haya cambiado tanto. Lo que hace Maigret es abordar ese mundo con un sentido de revuelta e intentar comprender a los culpables, no solamente buscarlos y apresarlos. Demuestra que las gentes que investigan crímenes también son seres humanos y que todos somos monstruos potenciales», afirmó.

John Simenon se define como admirador de autores del género negro como Mankell, Camilleri o Indridason, «un Maigret islandés por el enfoque humano que da a sus novelas», en palabras de John Simenon. La asignatura pendiente son los escritores españoles policiacos, «de los que tengo estos días algún libro en mi mesilla de noche, pero aún no he podido leerlos». El heredero de Georges Simenon reconoció que se lleva bien con los biógrafos de su padre, como el francés Pierre Assouline, «aunque no comparto al cien por cien todo lo que dice. A veces tenemos discusiones acaloradas, pero acabamos volviendo a ser amigos».