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Masones: toda la verdad

Javier Alvarado analiza en su nuevo libro el papel de las logias masónicas en la nobleza española, descubre su funcionamiento y desmonta mitos aunque, a pesar de todo, su existencia siga resultando misteriosa

Alejandro Lerroux en una imagen de archivo
Alejandro Lerroux en una imagen de archivolarazon

Igual que no se puede afirmar que Dios incita a la monogamia, ya que depende de la religión y la rama que se escoja, o que en el fútbol no se puede tocar el balón con la mano (ahí está el ejemplo del portero), Javier Alvarado –catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones en la UNED– no quiere hablar de masonería, en singular. «Son organizaciones que tratan de crear espacios para limar las diferencias que separan a los hombres. Se las puede considerar unas de las primeras ONG», dice. «No existe una única», sino que habría que hablar de ellas en plural. Y más en España, donde se supera la decena de obediencias diferentes. Algo que choca con uno de los «leitmotiv» de este movimiento: la fraternidad, por el mero hecho de ser iguales. A más grupos, menos unión. Característica del mundo irregular, más próximo a aquellos países que rompen con la norma de reunirse todos en torno a un gran maestro, como el rey en Suecia o un príncipe o noble titulado en el caso de Inglaterra.

Pero España es diferente –que decía el lema en inglés–, y aquí las contradicciones son más que habituales. Se tiene la imagen de que la masonería es una organización izquierdista y anticlerical, «y, sin embargo, no es más que un cliché», comenta el historiador. Aquí radica una de las verdades que Alvarado destapa con la publicación de «Masones en la nobleza de España. Una hermandad de iluminados» (La esfera de los libros). Indagando en las vidas de los aristócratas consigue echar por tierra esa idea poniendo de relieve que la presencia de perfiles conservadores, católicos y monárquicos hace que la idea que se tiene sea falsa. Para ello aporta más de un centenar de casos que muestran la diversidad de estos entes.

Entonces, ¿de dónde viene esa idea revolucionaria? De una herencia que se arrastra desde la entrada del Trienio Liberal (1820-1823). «Gran parte de ese movimiento lo hicieron los masones a través de logias militares y civiles. El objetivo era obligar a Fernando VII a jurar y promulgar la Constitución de 1812». Tanto que tras el pronunciamiento del general Riego, que pone en marcha este periodo, el primer gobierno es exclusivamente masónico. Los siguientes ejecutivos irían perdiendo a estos integrantes y abriendo sitio a asociaciones y partidos políticos a medida que avanzaba la ley. Dejando, de esta forma, a la masonería al margen en la retaguardia. Así, recorriendo la historia a través de personajes como el marqués de la Ensenada, el rey José I, Narváez, Prim o Ramón y Cajal –entre otros–, Alvarado analiza la relación entre aristocracia y masonería desde su fundación en 1717 hasta hoy.

Regular e Irregular

Sin embargo, todos estos acontecimientos no dejan de contrastar con las bases originales de los masones, las cuales –fundamentadas en las Constituciones de Anderson (1723)– prohíben a sus miembros destacarse políticamente. Punto en el que Alvarado detiene cualquier conversación para aclarar: «Conviene distinguir entre la masonería regular, que es mayoritaria en países anglosajones y que exige a sus miembros creer en Dios, la inmortalidad del alma y prohíbe el debate sobre cuestiones políticas y religiosas –más la exclusión de la mujer–, y las irregulares, con varias tendencias, más abiertas y en cuyas logias no existen tales requisitos». De ahí que en España se haya dado siempre el segundo tipo, que, como se demostraba en el ejemplo del Trienio Liberal, siempre ha estado muy pegado a la política. Una situación que impidió el reconocimiento de regularidad de la masonería inglesa desde el siglo XVII y no fue hasta 1987 cuando lo consiguió.

Mirando a los vetos, surge una pregunta instantánea, ¿de qué hablan en las logias? El profesor y académico lo aclara: «Tienen un método tasado y riguroso –que explica detenidamente en la apertura del libro–: se reúnen y adoptan un sistema casi militar en el que no se puede hablar sin permiso y cuando se hace es con un texto escrito que previamente ha autorizado uno de los maestros. Así, abordan simbolismos, arte, poesía, virtudes y cualidades humanas...». Y cita el caso de obras de Goethe y Mozart que fueron compuestas para sus respectivas logias, cada uno en su parcela, y que ahora se han convertido en emblemas.

Con esta base, el catedrático de la UNED centra su estudio en una nobleza masónica que a día de hoy «es una rareza» en España, pero que del siglo XVIII a la Guerra Civil no lo fue. Hasta 200 personajes titulados, algunos de ellos desconocidos en su relación con la masonerías hasta estas investigaciones de Alvarado, ha contabilizado, con algunos casos tan «paradigmáticos como el de un marqués con grandeza de España –con el que cierra el libro–, que a pesar de ser de derechas, monárquico, católico, haber financiado el golpe de Primo de Rivera, de tener a dos hijos oficiales del bando nacional, que también subvencionó, de haber huido del Frente Popular y de revelar el sistema de defensa del Ebro fue condenado a veinte años de prisión por haber sido tres años masón y como consecuencia de una ley de represión que habían promulgado lo que, en teoría, eran los suyos», explica.

Leyes de este tipo no hicieron otra cosa que llevar a la clandestinidad unas logias que, para Javier Alvarado, hoy se caracterizan por el desconocimiento: «Además de tacharlas de izquierdistas, está el cliché de que son algo oscuro, secreto y que se dedican a conspirar. Lo cual es herencia de la España franquista». Aun así deja claro que es la propia masonería la que «tampoco hace nada por aclararlo, parece que se sienten cómodos en la incertidumbre». Quizá sea por ello por lo que en este lado de los Pirineos tenga «mala prensa», comenta. Todo lo contrario que en otros países, en los que «son como un club de bridge, son sociedades filantrópicas con finalidades de atender hospicios, orfanatos, hospitales y universidades (caso de Bruselas)». Otro ejemplo más de las diferencias que guardan las masonerías españolas con las anglosajonas, principalmente regulares. Pero lo que sí que tienen todas en común es ese afán por lograr la fraternidad total, en la que no es ninguna rareza ver budistas, cristianos, musulmanes y judíos unidos por el simple hecho de ser lo mismo.

«Masones en la nobleza»

Javier Alvarado

La esfera de los libros

520 páginas,

23,90 euros (e-book, 10,90)