Literatura

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Michael Connelly: «Siempre he intentado no dar sermones»

Comenzó investigando casos cuando era periodista y ha terminado convirtiéndose en uno de los mejores escritores de género negro. Ahora vuelve con Harry Bosch, su detective más emblemático, en el que será su último caso en el Departamento de Policía de los Ángeles.

Michael Connelly: «Siempre he intentado no dar sermones»
Michael Connelly: «Siempre he intentado no dar sermones»larazon

Comenzó investigando casos cuando era periodista y ha terminado convirtiéndose en uno de los mejores escritores de género negro. Ahora vuelve con Harry Bosch, su detective más emblemático, en el que será su último caso en el Departamento de Policía de los Ángeles.

Tiene la fórmula mágica del «best sellers», aunque asegura ser una persona humilde que únicamente escribe las novelas que le gustaría leer como lector. Unas historias que, de momento, se han traducido a 39 idiomas. Michael Connelly (Filadelfia, 1956), autor de una treintena de libros, todos exitosos, empezó a comprar novelas de misterio por su madre, una seguidora del género. Pero antes de internarse en esas aguas, trabajó como reportero de sucesos en el diario «Daytona Beach News Jorunal» de Florida, y después en el «Fort Lauderdale News» y el «Sun-Sentinel» en 1981. En este último cubrió las guerras por el control de la cocaína en el sur de Florida. Más tarde se fue a «Los Angeles Times», pero ya con un Pulitzer debajo del brazo por una serie de reportajes y entrevistas a los supervivientes del accidente aéreo del vuelo de Delta 191 del año 1985. Entonces, escribió su primera novela: «El eco negro» (1992), que dio a conocer al público su legendario detective: Hieronymus «Harry» Bosch. A este título se sumaron «El hielo negro» (1993), «La rubia de hormigón» (1994) y «El último coyote», todas protagonizadas por su mítico investigador.

eastwood se fijó en él

Con «El poeta» presentó a otro de sus más conocidos personsajes: el reportero Jack McEvoy. Pero sería en 2002, cuando Clint Eastwood dirigió la versión cinematográfica de su libro «Deuda de sangre», cuando su nombre alcanzó el cénit del éxito. Era el comienzo de su relación con el cine, prolongada en 2011 con Matthew McConaughey, que se metió en la piel del abogado Michael «Mickey» Haller en «El inocente». Ahora llega a las librerías «La habitación en Llamas» (editorial Alianza ADN), un nuevo caso del carismático Harry Bosch, el detective de ficción con el que Connelly convive desde hace décadas. Su nueva compañera es Lucía Soto, que se acaba de convertir en una estrella en el departamento de Los Ángeles. Ahora se les encarga resolver un asunto con implicaciones políticas.

–¿Cómo se le ocurrió el comienzo de esta historia, que se remonta a un crimen que sucedió diez años antes del inicio del libro?

–Cuando era reportero pasaba bastante tiempo con detectives de la policía de Los Ángeles. Escuchaba sus historias, y algunas de ellas me han inspirado para escribir mis novelas. En este caso, recuerdo que presencié un incendio increíble en el que murieron muchos niños. Nadie fue arrestado por esa catástrofe. Por coincidencia, a dos policías que conozco se les asignó el caso, que, desde el principio, despertó mi interés. A partir de aquí desarrollé la historia y la con-vertí en una novela.

–Lleva mucho tiempo con Harry Bosch. ¿Ha pensado algo para él?

–Sí es cierto que he estado escribiendo sobre ese personaje durante mucho tiempo. Han sido 25 años. Por eso intento llevarle por diferentes caminos. Este es su último caso. La verdad es que no sé si se puede decir. Pero, bueno, lo voy a decir. Es su último caso en Los Ángeles. Es cierto que he encontrado otra manera de seguir escribiendo sobre él. De hecho, estaba escribiendo esta mañana en su siguiente narración. Lo voy a convertir en un detective privado. Va a ser una especie de voluntario en una pequeña comisaría. Llevará casos abiertos. Todavía tiene que hacer muchas cosas.

–¿Cree que la clave para que funcionen los personajes es que los lectores se sienta identificada con ellos?

–Sí, creo que todo el mundo choca contra la burocracia de alguna manera en su vida, como sucede en este libro. Tiene que resolver el asesinato de unos niños. Pero tiene delante muchos obstáculos. Y de alguna manera creo que los lectores también se pueden sentir identificados por todos los obstáculos con los que se encuentra. Todos nos hemos enfrentado a este tipo de situaciones en las que se nos intenta frenar y no se nos deja hacer lo que queremos. Creo que de alguna manera hay cierta relación y a la vez puede servir como modelo o inspiración.

–¿Cómo hace para seguir vendiendo millones de libros después de tantos años?

–La verdad es que lo más raro de todo es que no pienso en ello. Sigo siendo humilde, y no pienso en ello. No pienso en mis lectores. No significa que no me importen. Pero sé que en realidad tengo que mantenerme humilde y escribir para mí mismo. Si escribo una historia sobre un personaje con el que quiero pasar tiempo eso es lo que vale. Si me gusta, sé que a la gente también le va a gustar. Esa ha sido mi filosofía durante todos estos 25 años. Mantenerme humilde, escribir el libro que me gustaría leer y hacerlo lo mejor que pueda.

–¿Cómo ve el futuro de la pelea entre el papel y el digital?

–Para mí, no es en realidad una pelea. Es otro soporte. Yo soy un contador de historias e intento llegar al mayor número de personas posible. La evolución de los libros en digital es simplemente otra dimensión y otra forma de contar historias. Por lo que a mí respecta, estoy contento. Supone otra manera de ampliar la audiencia. Por supuesto, estoy preocupado por las librerías porque es donde empecé mi carrera. Y sí es verdad que cuando yo comencé a hacer esto en los años 90 no había libros digitales. La gente iba a las librerías. En ese sentido, soy muy consciente. Y sí, me parece que es ahí donde está la pelea. Y eso es lo difícil. Las librerías sí que están peleando para poder sobrevivir en este mundo digital. Son para mí como una familia. En ellas, la relación es personal. Entrar en una de ellas y tener expertos a los que puedes preguntar sobre libros. Eso no se puede perder.

–Siempre incluye a políticos locales en sus novelas. ¿Ha pensado en contar con personajes de política nacional debido a la situación actual?

–Intento tener cuidado y no dar sermones. No quiero ser alguien que diga si esto está bien o mal. Es verdad que lo que sucede ahora plantea muchas preguntas. De hecho, lo incluyo en mis libros. Pero intento que no sea la historia. No soy un escritor político, aunque sí soy consciente de que tengo una oportunidad maravillosa que me permite reflejar lo que está sucediendo en la actualidad. El escenario es perfecto. Por ejemplo, hoy un detective puede ir a cualquier lugar del mundo. Por eso tengo una oportunidad de reflejar lo que ocurre.

–El presidente Clinton está entre sus lectores. De hecho, los dos se conocieron en el aeropuerto de Los Ángeles.

–(Ríe). Bueno, sí es verdad. Pero tengo que decir que fue un minuto. La verdad es que me resultó increíble conocer al presidente. En aquel minuto, me dijo que le gustaba Harry Bosch y que siguiera escribiendo sobre él. En ese momento no pensé mucho sobre el asunto. Pero, sí que el presidente y el personaje del detective podían tener cosas en común. Ninguno de los dos conoció a su padre. A ambos les afectó muchas cosas en su niñez. Los dos tocan el saxofón. Sí, hay cierta relación. Y ahora entiendo por qué.

–Ha cumplido usted el sueño de muchos periodistas: convertirse en escritor.

–Bueno, lo primero que quería ser era escritor de novelas policíacas. Cuando me convertí en periodista, empecé a investigar mucho el trabajo de la Comisaría de Policía: La burocracia, que hemos mencionado, y las escenas del crimen. Así, escribí tres libros. Creo que ocurrió en el momento correcto. Me causó una enorme impresión dejar la redacción y escribir únicamente. Pero era lo que siempre había deseado hacer, casi desde que era adolescente.

–¿Cómo es su rutina de trabajo?

–Bueno, intento pasar gran parte del día escribiendo. Pero un periodista tiene que escribir cada día y entregar los artículos cada día. Sobre todo uno de Sucesos. Por eso, puedo escribir mucho cada día. Sin embargo, pasé de tener que entregar artículos y cumplir los plazos cada día a simplemente tener uno al año. Esta es la parte más fácil de mi trabajo.

–¿Cómo se documenta?

–Gracias al periodismo. Hay que ir al sitio, conocer a la gente. Y ahora escribo ficción. Sin embargo, quiero que sea real. Por eso paso bastante tiempo en los lugares donde vive la gente de la que quiero escribir. Y en Los Ángeles, la mayoría de la población es latina. Cuento con muchos amigos de esta minoría. Ellos tienen restaurantes a los que suelo acudir. No es en el fondo que haga un proceso de investigación, sino que vivo ahí. Y, entonces, toda esa experiencia se convierte en investigación y luego en un libro policiaco.

–Muchas veces se inspira en sus amigos. ¿Les pide permiso a ellos para incluirlos en sus libros?

–Bueno, la gente sabe lo que hago. (Ríe). Hay veces que introduzco comentarios que dicen o rasgos propios de sus personalidades.

–¿Cómo se le ocurrió el apellido de Bosch?

–La primera vez era estudiante. Quería que el nombre fuese del Renacimiento. En España es muy conocido. Pero cuando yo empecé a escribir no lo era aquí. Ahora se puede ir a internet. Entonces pensé que iba a ser algo secreto.