Barack Obama

Mordaza a a 50 millones de hispanos

La polémica decisión de eliminar la versión en castellano de la web oficial de la Casa Blanca ha provocado una cascada de reacciones contra la medida, lo que ya ayer obligó a la Administración Trump a repensar ponerla de nuevo en marcha.

Pantallazo de ayer de la web oficial de la Casa Blanca, cuando ya no era posible acceder a la versión en castellano
Pantallazo de ayer de la web oficial de la Casa Blanca, cuando ya no era posible acceder a la versión en castellanolarazon

La polémica decisión de eliminar la versión en castellano de la web oficial de la Casa Blanca ha provocado una cascada de reacciones contra la medida, lo que ya ayer obligó a la Administración Trump a repensar ponerla de nuevo en marcha.

Apenas les extrañó a los periodistas de los medios hispanos la enésima iniciativa de Trump: retirar la versión española de la página web oficial de la Casa Blanca, donde se podía consultar, entre otras cosas, los detalles de la reforma sanitaria de su antecesor Barack Obama –«Obamacare»–, a la que declaró la guerra durante la campaña. Dentro de su particular, y ya cotidiana, batalla con el presidente republicano, los informadores de los medios hispanos, comprometidos con el legado, la cultura y el idioma español en aquellas tierras, criticaron la controvertida decisión de Donald Trump en su recién estrenado mandato. Y, en medio de la polémica y tras ser interrogado por los medios, el secretario de Prensa de Trump, Sean Spicer, sonrió y dijo: «Estamos trabajando con nuestro equipo informático en ese asunto, estas cosas llevan un tiempo...». Sin aclarar la vuelta de la versión borrada. «Iremos trabajando pieza por pieza», agregó Spicer sobre el desarrollo de la página web, aunque no precisó si la versión en español estará lista en breve o dejará de existir para siempre.

Trasladándolo a los datos, no deja de ser algo similar a cerrar la puerta del cuartel general norteamericano –e, inevitablemente, mundial– al 15,5% de sus ciudadanos (47,8 millones), según la Oficina del Censo de EE UU con datos de 2010. Ahora, en 2017, la cifra está más cerca de 50 millones, si se cumplen las expectativas de este mismo organismo, que prevé una progresión, de aquí a tres años, de la población hispana hasta representar el 17,8% y, por tanto, rozar los 60 millones. En una frase lo resumió ayer el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo: «La lengua con mayor crecimiento en EE UU». Así se refería a un idioma que «durante siglos ha ayudado a cohesionar la multicultural sociedad norteamericana», continuó en referencia a una información que calificó de «no ser buena» porque el «uso de diferentes lenguas es algo que sirve para vertebrar a un país y demuestra la riqueza cultural de una nación».

Un solo latino

En clara muestra de desprecio, tan sólo una hispana forma parte del nuevo equipo de la Casa Blanca. Se trata de Helen Aguirre Ferré, de 58 años, nombrada directora de Comunicación y asesora especial del presidente. El canal de televisión Univisión –la cadena en español con más audiencia en EE UU y demandante de más «representación hispana» en la nueva Administración–, destacó que «la relación del presidente con la comunidad ha sufrido un traspié tras otro desde el mismo día en que anunció en 2015 su aspiración presidencial insultando a los mexicanos con epítetos como “criminales” y “violadores”. En sus más recientes decisiones también ignoró a los latinos al no incluir a ninguna en su gabinete». Mientras, en el canal de la competencia, Telemundo, se dio muestras de este visible abandono, pues tras «la llegada de Trump a la Casa Blanca no se ha nombrado a un nuevo responsable de Prensa para medios hispanos», un cargo que ocupaba hasta la fecha el periodista Luis Miranda.

Por su parte, el abogado y escritor colombiano Manuel López, residente en Estados Unidos desde hace 16 años, explica que «me parece un error de la Administración, pero, a la vez, es la forma de advertir a la comunidad latina cómo van a ser próximos cuatro años. Hay que leer entre líneas para entender el compromiso del nuevo Gobierno con los hispanos: ninguno. No estamos entre sus prioridades. Hay que recordar que hace meses Trump criticó a Jeb Bush –contrincante en las elecciones primarias– por hablar en español, al tiempo que no ha querido reconocer el poder de esta comunidad en el país que ahora preside», explica López. Ya entonces, Trump –de origen alemán– sacó pecho para decir que estaba en un país en el que «para integrarse hay que hablar en inglés. No español».

Muy en desacuerdo con ello se muestra el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, que habla de una «marcha atrás en un mundo que busca la pluralidad ligüística y la apertura de idiomas». Confiando en que «los estadounidenses tengan algo que decir al respecto», el filólogo se refirió al gesto simbólico como «preocupante y una doble falta de respeto: a la lengua de 550 millones de personas en el mundo y a la comunidad hispana de EE UU. Me resisto a decirlo, pero no presagia nada bueno. Prefiero pensar que es un gesto para resaltar el inglés como primer idioma», continuó.

Cabe destacar que en Estado Unidos no existe una lengua oficial como tal. Sin embargo, el inglés es el idioma que se utiliza para redactar regulaciones, decretos, tratados, órdenes judiciales... Aun así, existen leyes que obligan a que ciertos documentos se impriman en varias lenguas en las zonas donde se considere oportuno. Lo que, junto al flujo de inmigración, ha generado un rechazo que ha llevado a crear el Movimiento Sólo Inglés, y por lo que en 32 Estados se ha establecido el inglés como la lengua oficial. Dejando, como tradicionalmente se ha considerado, el español como un idioma de segunda hablado por camareros, cocineros, obreros... Así, durante los últimos años, las «celebrities» hispanas han trabajado en diferentes programas de concienciación en defensa del español y del legado de éste en Estados Unidos, donde su asentamiento más antiguo fue fundado en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés –almirante y explorador nacido en Asturias–: San Agustín (Florida).

Siempre aquí

Entre las críticas más destacadas sobresalen las de la actriz, Eva Longoria, de Corpus Christi, la cual recordó durante la campaña electoral –en la que apoyó a la candidata demócrata Hillary Clinton– que «mi padre no es un violador, ni un criminal. Siempre hemos estado aquí. Simplemente movieron la frontera hacia abajo», recordó la actriz considerada «tejana», término en EE UU utilizado para referirse a los colonos españoles que se asentaron en Texas cuando eraformaba parte de Nueva España. Más tarde se convirtió en México en 1821, y después en EE UU. Además de las palabras de Longoria, destacó el artículo de opinión que escribió el cantante puertorriqueño Ricky Martin en Univisión después de echar de una rueda de prensa al presentador estrella de este canal, Jorge Ramos –de origen mexicano–: «Ya es suficiente. Vamos a pedir respeto para los latinos de primera generación que nos abrieron el camino. Hemos tenido que luchar por cada derecho que tenemos hoy», indicó Martin.

De todos los enfrentamientos que Trump ha tenido con las celebridades, destaca, sin duda, su batalla legal con el cocinero José Andrés. Fue cuando el presidente le demandó por 10 millones de dólares a consecuencia de que el español se negase a continuar con el proyecto del restaurante que habían pactado para el hotel de Washington de Trump tras sus comentarios de que los mexicanos «son lo peor de lo peor. Son unos criminales y violadores».