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Muñoz Machado, director de la RAE: «El abandono del español en Cataluña no se ha combatido»

Lamenta el uso de la leyenda negra con fines políticos, considera que la apuesta institucional exclusivista por el catalán «es una torpeza» para la región y avanza a LA RAZÓN que la Academia debatirá este año la tilde de los demostrativos

Entrevista con Santiago Muñoz Machado / Foto: Alberto R. Roldán
Entrevista con Santiago Muñoz Machado / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Lamenta el uso de la leyenda negra con fines políticos, considera que la apuesta institucional exclusivista por el catalán «es una torpeza» para la región y avanza a LA RAZÓN que la Academia debatirá este año la tilde de los demostrativos.

Hace siete años, Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, entró en la de Ciencias Morales y Políticas con un discurso que hoy, al calor del recrudecimiento del debate en torno a la leyenda negra, publica en forma de libro: «Civilizar o exterminar a los bárbaros» (Crítica). «Me ha parecido oportuno recuperarlo ahora que este asunto está tan de moda», señala a escasos días de viajar a Sevilla para presidir el XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que tendrá lugar en Sevilla del 4 al 8 de noviembre de 2019.

–El debate sobre la leyenda negra está más vivo que nunca. Y diría que recrudecido. Ahí están las declaraciones de López Obrador, la retirada de estatuas de Colón... ¿Cómo ve el rebrote instrumental de este asunto?

–Hay opiniones encontradas. Personas que creen, como yo, que la exageraciones de la leyenda negra habría que desterrarlas, afrontarlas y aclararlas. Y personas e instituciones, e incluso estadistas, que retoman los argumentos históricos de hace 500 años para criticar nuestro pasado.

–¿En qué medida su libro entra en este debate?

–Aquí no hago revisiones históricas en profundidad sobre el colonialismo, ni cuentas de si hemos sido más «mata-hombres» y crueles que los ingleses. Se trata de un análisis filosófico, jurídico e ideológico sobre el pensamiento según la colonizacion española, comparándola con la inglesa en América.

–Lo que está claro, y en su obra queda patente, es que se produjo en el seno de España un debate de altura no carente de controversias, y que incluso ese armazón jurídico-ideológica fue usado por los ingleses en su propia colonización.

–Sí, al principio fue así. Lo que está claro es que las herramientas, los libros, las discusiones en España fueron muy superiores a las producidas de cualquier país. Se plantearon desde el principio qué hacíamos colonizando América, con qué títulos, cómo justificábamos el desplazamiento o la servidudumbre de los indios. Es un debate intelectual de enorme importancia y altura, sobre todo a partir de 1510 con las denuncias de la situación en La Española y luego desde 1512 con los asesores teólogos y juristas de Fernando el Católico.

–Un debate que ni cesa durante todo el siglo XVI ni es ignorado por Fernando y Carlos V luego.

–Así es. Y fue un debate de enorme importancia. Por ejemplo, yo me detengo en el padre Vitoria, que con su obra sienta las bases nada menos que del Derecho Internacional moderno. Los españoles se plantearon las relaciones entre territorios soberanos, los titulos con los que un Estado puede interevenir en otro... La doctrina que establecieron fue utilizada en todas partes, también por los colonos ingleses en los primeros años.

–Luego esos caminos son divergentes...

–Los españoles siguieron siempre vinculados a las razones de evangelización, que era el título principal del debate y que venía de la bula papal que entregaba las Indias a cambio de evangelizarlas. Ese fue el argumento dominante. Los ingleses siguieron esa pauta al principio, pero luego nunca pretendieron evangelizar América, ni establecieron reglas con que hacerlo. Su visión fue la de establecerse ahí y ocupar esas tierras por las buenas o por las malas.

–¿El gran problema de la leyenda negra sería, no solo que no la hayamos combatido, sino que la hayamos suscrito y fomentado los españoles?

–Somo conformistas y bastante dados a aceptar verdades a medias, si no simplemente mentiras, y encima las alimentamos en contra de nosotros mismos. Somos muy poco combativos frente a insultos, infamias y calumnias.

–¿De qué manera puede revertirse esa situación?

–Pues difícilmente. Son muchos años en los que se han repetido las mismas cuestiones. Lo que hay que fomentar es la idea de que ningún colonizador ha sido un santo; todas las colonizaciones europeas fueron crueles y sangrientas para los nativos, pero no cabe decir que España ha sido una excepción o la más cruel y bárbara. Los excesos pueden repartirse en terminos de igualdad, y quizá incluso España no solo no fue la peor, sino que ha dejado más huella cultural en América.

–Bueno, ahí está el mestizaje, que sí practicaron los españoles, y el idioma común.

–La cultura en general. España trasladó a América la totalidad de su cultura: la lengua, las universidades... Un patrimonio inmenso.

–¿El gran problema de la leyenda negra es la perspectiva, analizar el pasado con los ojos del presente?

–Mirando hacia atrás no hay que hacer enjuiciamientos con valores de hoy. Es más, habría que poner en juego la importancia de valores culturales de entonces como la religión. Aunque hoy seamos escépticos, para los conquistadores fue fundamental. Y en ese sentido evangelizar era una acción cultural de enorme calibre en la época.

–¿Por qué España mira con recelo a sus grandes figuras históricas de la época? Empezando por Colón, siguiendo con Cortés o con el perfil bajo del 500 aniversario de Elcano-Magallanes.

–Es cierto que somos muy poco generosos con nuestros grandes personajes, es una actitud de distanciamiento con quienes construyeron la nación y la cultura españolas. Es muy propio del carácter español, pero hay que reconocer que se está produciendo una revisión, que tenemos ahora menos vergüenza y se celebra con mas sinceridad a los grandes personajes de la época imperial.

–El Instituto Cervantes acaba de publicar un estudio que hace de Estados Unidos el segundo país hispanohablante en 2050. ¿Esto puede ayudar también a cambiar mentalidades respecto a lo hispano?

–Estamos muy contentos con esa proyeccion del español en Estados Unidos. Se trata de un lugar en el que ya, en buena parte de su territorio, se puede hablar en nuestro idioma y se usa habitualmente. Es un camino que hay que fomentar, tanto para cambiar mentalidades como para las áreas de la ciencia y la cultura.

–La ciencia y la tecnología, o sea, el español de las máquinas, es también otro de los campos de batalla. Pero es una batalla ardua contra el inglés.

–Y es complicada, aunque desde la Academia queremos dar esa batalla. Estamos a tiempo en toda la actividad de herramientas y sistemas de inteligencia artificial, no ya de superar al inglés, que es imposible, pero sí de que se use también el español en las máquinas, que se proyecte esa normalización del español a las máquinas.

–Y del español en el extranjero a nuestras propias fronteras. ¿Se ha descuidado su implantación en Cataluña frente al catalán institucionalizado en la región? ¿Se le ha abandonado a su suerte?

–Es una evidencia. El catalán ha sido promocionado con mucha fuerza en las instituciones y el español no se ha compensado ni se han contrarrestado esas políticas para hacer una defensa del castellano. Me gusta vivir en un pais plurilingüe y la conservación y el apoyo de lenguas territoriales está muy bien, pero marginar la lengua común, no. Es una torpeza además que deje de ser utilizada en Cataluña una lengua que es un patrimonio común de 580 millones de personas.

–Esta «batalla» español-catalán muestra que la lengua es un arma de doble filo.

–Usarla en sentido supremacista, integrista y nacionalista, para marcar fronteras y espacios políticos, es un gran error.

–Hablemos del «solo/sólo». Peréz-Reverte, un académico con enorme predicamento entre el público, es contrario a la nueva doctrina.

–Este año vamos a debatir el tema de las tildes de los demostrativos, fundamentalmente el «solo». La Academia no es absolutamente rigída en esto, sino que tiene una postura flexible. Hay gente que, como Arturo Pérez-Reverte, prefiere mantenerlas y la Academia no excluye la posiblidad de usar esa tilde.

–¿Hay posibilidad de una vuelta atrás?

–Lo debatiremos porque nos llegan muchas preguntas y tal vez convenga revisarlo, pero no necesariamente para revocarlo. Porque de todos modos la doctrina de la Academia no es rígida.

–El próximo diccionario, ¿será en papel o no será?

–Yo soy muy de libro. Se me hace difícil pensar en romper con 300 años de historia. La razón de ser ahora es el digital, que predomina, aunque los editores me dicen que hay repunte en los diccionarios de papel. Hasta el próximo diccionario, previsto para el año 2026, quién sabe qué pasará, pero mi voluntad, si sigo, es que haya en papel, aunque sea bajo demanda.

–¿Les preocupa el lenguaje inclusivo, tan de moda en la política, y el cambio de acepciones machistas?

–No hay motivos fundamentales para que la doctrina de la Academia cambie radicalmente en este sentido, pero estamos muy abiertos a incorporar todas las fórmulas de feminización, todos los giros. La lengua es flexible y si hay una excesiva masculinización, se puede aligerar. Pero lo que no estamos dispuestos es a ordenar a la gente cómo tiene que hablar ni a aceptar formas de hablar que no existen en la práctica o que se nos imponga una realidad distinta que vaya contra la belleza de nuestro idioma y contra su economía. No son formulaciones puramente tópicas.