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¡Axl Rose, bienvenido al infierno AC/DC!

Crítica de música / Concierto AC/DC. AC/DC. Gira «Rock or Bust». Voz: Axl Rose. Guitarra: Angus Young. Guitarra rítmica y coros: Stevie Young. Bajo y coros: Cliff Williams. Batería: Chris Slade. Estadio Olímpico de La Cartuja. Sevilla, 10-V-2016.

Axl Rose, en silla de ruedas, ayer en Sevilla
Axl Rose, en silla de ruedas, ayer en Sevillalarazon

Después de actuar en Lisboa, AC/DC aterrizó en Sevilla con el público dispuesto a darlo todo. Axl Rose centró la atracción del concierto de La Cartuja. Y es que la banda es mucha banda, aunque sea con la pierna quebrada. Luces, sonido atronador y una brutal descarga de adrenalina

¡Ay de quien pensara que AC/DC cortocircuitaría sin Brian Johnson! Estos tipos siguen siendo duros, hasta cantando en una silla. El «hard rock» revive más que nunca, aunque sea por el temor al coste de la supensión de una gira de tales dimensiones. Ni la incesante lluvia que caía sobre Sevilla hasta instantes antes del espectáculo, ni las críticas por un cambio de vocalista obligado por las circunstancias ni la merma que suponía para el show las condiciones físicas en las que tenía que actuar un cojo Axl Rose, megaestrella «invitada» a prisa y corriendo, impidieron que más de 60.000 fans disfrutaran de casi dos horas de un concierto de alto voltaje (siempre «High Voltage») en el estadio de la Cartuja. Un idilio «heave» que continúa.

- Axl, mala pata

La legendaria banda australiana del escocés Angus Young hizo saltar al público desde el inicio con «Rock or Bust», un primer tema con el que el cantante de «Guns N’Roses», con el pie izquierdo inmovilizado con una embarazosa férula, despejó dudas vocales entre los escamados que no terminaban de creerse los vídeos de Youtube que desde el sábado en Lisboa circulan por internet, aunque sin hacer olvidar del todo el sello propio de Brian, carismática voz desde 1980 –¡36 años, se dice pronto!–, que ha puesto en jaque toda una gira por el temor más que real a una sordera permanente. «¡Gracias, España!», gritó Axl en torno a las 22:00, nada más saltar al escenario. En la división de opiniones, la crítica fue menor y el miedo de muchos se esfumó a golpe de guitarra y la desgarradora voz de Axl. Los más feroces se atrevieron a bautizarla como la versión menos potente de AC/DC, aunque, claro está, esa versión da para un sobresaliente a estos gigantes de la música que jamás, nunca jamás, dejan indiferente.

Axl Rose, cuarto vocalista desde que los hermanos Young fundaron la banda en 1973 –tras Dave Evans (1973-74), Bon Scott (1974-80) y Brian Johnson (1980-2016)– regresaba a Sevilla casi 24 años después de aquel derroche de energía que en el Benito Villamarín (1992) dejó impresionada a toda una generación hoy compuesta por cuarentones que ayer cerraban los ojos para volver a sentirse adolescentes. Y eso que no hace tanto que AC/DC visitó la capital andaluza (2010), y que la pasada primavera actuaron dos veces en Madrid y una en Barcelona, agotando el papel siempre. Pero al tratarse del único concierto en suelo español de la gira europea 2016 la expectación despertada estaba justificada –no quedó una cama libre en un hotel de la capital hispalense–. Más tras el fichaje de Axl, al menos desde el punto de vista mediático, después de ese estrambótico estreno en Lisboa que ha dado la vuelta al mundo.

No es el primer grupo que cambia de cantante, ni mucho menos. Sí lo son las circunstancias. Otros grandes referentes como Iron Maiden alternaron con Bruce Dickinson y Blaze Batley y Phil Collins incluso hizo mejor al Genesis de Peter Gabriel. Ejemplos hay muchos, más y menos recientes. La propia formación australiana ha sufrido los lógicos vaivenes del tiempo. Un desgaste humano de quienes llevan más de cuatro décadas en los escenarios y han vendido más de 200 millones de copias de sus discos. De hecho, ya en junio de 2015, el grupo se presentaba en Madrid sin Malcolm Young, sustituido por su sobrino Stevie, aquejado de alzhéimer, mientras que el batería Phil Rudd tuvo que ser reemplazado por Chris Slade debido a sus problemas con la justicia.

Pero el reto de Axl es de otro nivel superior y la exigencia, una constante; líder natural en «Guns and Roses», le falta aún el lógico poso en la banda nacida en Australia. La interacción con el público fue ajustada a su escasa movilidad, aunque no faltó el «We salute you Seville». Un clásico. Le resta por delante un examen permanente e igualar el listón resultará difícil incluso para él. En interpretación –sentado, lógicamente, mejora la vocalización– no decepcionó.

Si en Portugal sorprendió la aparición del vocalista de «Guns N’Roses» con una pierna lesionada, en Sevilla no se puede decir que se escondiera. Alojado en el Hotel Colón, la estrella se dejó ver por el centro de la ciudad, fotografiándose con fans y dando muestras de una evidente mejoría que le permitía al menos apoyar su pie izquierdo en el suelo. Una forma de transmitir tranquilidad antes del concierto y lanzar un mensaje a los futuros destinos de la gira, donde se supone que la evolución será mayor y le permitirá ofrecer una versión más cercana al cien por cien e imponer una mayor conectividad con el público.

Estas enormes expectativas anoche quedaron en parte mitigadas por la petición de las asociaciones de consumidores, que habían pedido sancionar a la promotora Live Nation por suspender sin previo aviso la devolución del dinero de las entradas anunciada por el cambio de cantante (Facua argumentó que la promotora anunció, en primera instancia, que devolvería el dinero de los pases a todos los fans que decidieran no ir al concierto tras conocerse la baja de Brian Johnson, pero el 3 de mayo suspendió las devoluciones).

De hecho, no se colgó el cartel de no hay billetes (hasta 65.000 a la venta) por este motivo. Y es que no hay que ocultar que el espectáculo se vio mermado por la cojera de Axl –que alternó una peculiar silla-trono, con mecidas constantes y poco más, mientras cantaba sentado con algún mínimo paseo–, recayendo el peso visual en un incombustible Angus Young (1955)capaz de patearse un escenario de punta a punta sin demostrar síntoma alguno de cansancio. Con su atuendo colegial, todo un icono de la música, y sus eléctricos dedos sobre la Ginson SG es capaz de inflamar un ambiente ya de por sí caliente en un escenario clásico AC/DC, con los efectos visuales de toda la vida y donde los golpes de luz parecían salir de las cuerdas de la guitarra. Especialmente llamativos, cómo no, fueron las pasarelas de Young con sus clásicos solo de guitarra durante la interpretación de obras maestras como «High to hell» o «Thunderstruck», esperadas desde el primer minuto.

Camisetas negras, cuernos rojos y fans de todas las edades, rockeros jóvenes y menos jóvenes, peleando en las gradas por la pureza de un estilo de ayer, pero siempre vigente, llegaron al éxtasis a medida que el «setlist» avanzaba ajustándose al guión. Por supuesto, no faltó un bis del himno «Highway to hell». Mucho antes, «Shoot to thrill», «Hell Ain’t a Bad Place to Be», «Back in black»... La intensidad fue subiendo hasta llegar al mítico «Thunderstruck», y manteniendo la fuerza con «Hells Bells», «High Voltage», «Sin City», «TNT», sin dejar de recuperar algún tema para los más nostálgicos.

Próxima parada, si el gafe que parece perseguir la gira no lo impide, en el Velódromo de Marsella (13M). Después, Bélgica, Austria, Alemania, Inglaterra... hasta ocho conciertos más antes de cerrar la gira europea el 12 de junio en Aarhus (Dinamarca) y se anuncie si el matrimonio «Young-Rose» tiene futuro musical o se queda en una aventura puntual, que muy pocos se quisieron perder, al menor ayer.

Casi 30 conciertos... y una placa

La primera vez que el público español vio a AC/DC fue en frebrero de 1980. Eso sí, no fue en directo, sino por televisión. La banda, por entonces jovencísima, actuó en el mítico programa «Aplauso». Debieron caerse mutuamente bien los rockeros y sus fans españoles, pues al año siguiente Madrid y Barcelona fueron agraciadas con una parada dentro de la gira «Black in Black». Y así hasta un total de 27 visitas musicales, contando con ésta última de la capital andaluza. Sevilla la descubrieron en 2010, pero dentro de España también han tocado en San Sebastián (1981 y 1984) y en Bilbao (2009 y 2010). Evidentemente, Madrid y Barcelona son las dos capitales fijas de las giras de AC/DC. En Madrid el paroxismo llegó entre 1996 y 2000, con hasta seis conciertos en Las Ventas y el Palacio de los Deportes. En plena fiebre infernal, Leganés les colocó una calle a su nombre y vinieron a descorrer la cortinilla. La placa original fue robada, las réplicas también. El Ayuntamiento cortó por lo sano: regaló placas a quien las pidiera.