Artistas

Carmen Linares: «La verdad de los poemas de Miguel Hernández casa muy bien con el flamenco»

La artista acaba de publicar su primer disco de estudio en ocho años, «Verso a verso», con las letras del poeta alicantino, la música de Pablo Suárez y la colaboración de otros artistas como Silvia Pérez Cruz.

Carmen Linares: «La verdad de los poemas de Miguel Hernández casa muy bien con el flamenco»
Carmen Linares: «La verdad de los poemas de Miguel Hernández casa muy bien con el flamenco»larazon

La artista acaba de publicar su primer disco de estudio en ocho años, «Verso a verso», con las letras del poeta alicantino, la música de Pablo Suárez y la colaboración de otros artistas como Silvia Pérez Cruz.

Carmen Linares lleva escrita la poesía en su mirada de agua transparente y azul, en su sonrisa de mujer sincera y en paz con la vida y hasta en su propio movimiento. Pero, además, le pone música. En este caso, a la de Miguel Hérnandez, en su álbum «Verso a verso», el primer disco de estudio que hace después de ocho años. Y se atreve incluso con algún tema que cantó previamente Serrat. «Con un poco de miedo, claro, después de Serrat –me dice, humilde, la gran Carmen Linares–; pero entiendo que cada uno tiene su forma y el hecho de que lo haya compuesto Pablo Suárez, uno de los músicos del trío de jazz que me acompaña, ya es una garantía. En cuanto me lo dio, enseguida lo hice mío». Otra música, pero la misma letra y la voz de Carmen Linares. Y su amor a la poesía de este poeta alicantino a quien la artista se enorgullece de poder llevar hasta ese mismo pueblo tan presente en su obra: «Yo creo que si Miguel Hernández hubiera escuchado “Para la libertad” de Serrat, este tema mío o “La elegía de Ramón Sijé”, que hemos hecho con tanto respeto y tanto cariño, se sentiría muy bien. Sobre todo por escuchar que sus poemas los canta el pueblo. Como decía Machado, si los canta la gente ya son un éxito».

Tres heridas

Le pregunto a Carmen si en la intensidad del flamenco y de sus desgarros cabe fácilmente el discurso de Miguel Hernández y me asegura que los versos del alicantino le han resultado más fáciles de conjugar con el flamenco que otros: «Creo que los poemas de Hernández tienen tanta verdad, por todo lo que ha vivido en primera persona, que combinan muy bien con la música flamenca y con esa intensidad de la que hablabas, tan fuerte y tan profunda. Hay algo que los une y es que, tanto en el flamenco como en la poesía de Miguel Hernández, las penas y las alegrías son muy fuertes». En el caso del poeta, además, hay mucho compromiso social, del que Carmen también quería dejar constancia en su disco: «Uno de los poemas llegó con tres heridas, habla de la de la vida, de la del amor y de la de la muerte. Y yo le añadiría, además, la del compromiso social».

Además del mensaje de los temas de «Verso a verso», en el nuevo disco de Linares está su voz y la de otros artistas que la acompañan, como Silvia Pérez Cruz, con su garganta prodigiosa: «Nuestras voces se mezclan muy bien porque expresan de manera muy igual y, a la vez, muy distinta. La suya es una voz joven y sensible, la mía está algo más desgastada. Con los años se baja un poquito el tono, pero mientras no te dediques a la ópera puedes cantar hasta los 70 o los 80 con un tonito más bajo. Los cantantes de lírica tienen menos suerte, porque las partituras están escritas en un tono determinado y si no llegas, no llegas», afirma Linares.

De entre los títulos escogidos para las canciones del disco sobresale «Casida del sediento», y me pregunto por qué la habrá elegido: «Hace seis años hice un espectáculo sobre Miguel Hernández, con el que actuamos cuatro o cinco veces. Luego no se volvió a hacer y a mí me daba pena no rescatar el trabajo discográfico que incluía la composición de Luis Pastor de esa “Casida del sediento”, esa composición literaria de origen árabe, escrita en la cárcel de Ocaña en 1941, de la que luego ha hecho los arreglos, como en los demás temas de este disco, Pablo Suárez. Ponerle, además, la voz de Silvia Pérez Cruz ha hecho que el tema crezca más y que todos estemos contentísimos. Pero me encanta poder recuperar en este disco-libro los temas, las voces, las actuaciones, el espectáculo...», asegura la cantaora. Y hacerlo, además, con la satisfacción del deber cumplido. Ese deber del que habla Pablo Neruda en esa frase que dice: «Miguel Hernández desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz es un deber de España. Un deber de amor». «Esa frase es maravillosa –dice Carmen– por eso es uno de los testimonios que aparece en este disco-libro, que es un formato estupendo donde se recogen, además de las fotitos de la grabación, información y fotografías del poeta y testimonios de la gente que lo conoció».

Un concurso de radio

Miro a Carmen y pienso en quién le iba a decir a aquella niña que un día se presentó a un concurso de radio queriendo emular a Marisol que dedicaría su vida entera a la música: «Yo adoraba a Marisol, a Rocío Durcal, a Joselito; eran mis ídolos de niña. Y fui a un concurso de radio, con mi padre a la guitarra, primero en Linares y después en Ávila, donde le trasladaron (era ferroviario). Y allí me apunté a un concurso que patrocinaba una marca de chocolate donde, ganaras o no, te regalaban un lote de chocolates que me daba para mi familia y para todos los vecinos. Eran concursos muy limpios que no creaban traumas y donde todos recibíamos premios», recuerda.

Pocos más ha necesitado Carmen Linares en su vida para ser considerada una de las grandes en el mundo de la música, que creo que habrá cambiado desde sus inicios: «Pues, mira, echo de menos los tiempos en los que trabajaba en el Café de Chinitas, en el Tablao, en el que estaba Morente, Serranito, Carmen Mora y luego Torre Bermeja, donde también actuaban Camarón, La Perla, en fin, mucha gente buena... Echo de menos aquella época porque había muy buena comunicación entre los artistas. Terminábamos del tablao y bueno, ¿qué hacemos? ¡Vámonos a tomar algo! O sea, el día que no íbamos después de actuar –que te quedas con los cinco sentidos despiertos y no te puedes meter en la cama a dormir–, nos faltaba algo. Había muchísima conexión con los artistas y nos escuchábamos más».