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Charles Aznavour: «No sé si soy un genio, aún no he muerto»

Charles Aznavour: «No sé si soy un genio, aún no he muerto»
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El icono de la «chanson» actuará en Madrid los días 7 y 9 de mayo. A sus casi 91 años, aún compone. Su escuela, confiesa, fue la calle.

Sorprende la vitalidad con la que nos recibe este mito vivo de la «chanson», que actuará en Madrid y San Sebastián los próximo 7 y 9 de mayo coincidiendo con la publicación de último álbum, «Encores», escrito, compuesto y cantado en su totalidad –salvo un dueto con Benjamin Cementine– por este francés de origen armenio, que ese mismo mes cumplirá 91 años. Será el disco número 51 después de cuatro años sin grabar y millones de copias vendidas. Canciones como «Sur ma vie a», «La Boheme», «La Mamma», «Venecia sin ti» o «Isabelle»... son clásicos que no suelen faltar en sus conciertos. Con repertorio en francés, inglés, español e italiano, ha cantado y grabado con multitud de artistas de la talla de Liza Minnelli, Compay Segundo, Elton John, Sinatra, Paul Anka, Céline Dion, Carole King, Raphael y Julio Iglesias, ha compuesto canciones para nombres como Edith Piaf o Juliette Gréco.

–Sus comienzos fueron difíciles por su condición familiar de emigrantes armenios.

–Fue una época dura donde hubo que buscarse la vida y donde la familia fue fundamental. Mis padres hablaban cinco idiomas, pero no francés. Querían ir a EE UU, pero había cupo y, cuando pudieron, ya no quisieron.

–Empezó de actor y componiendo para otros. ¿Pensaba entonces en ser cantante?

–Empecé bailando, con tutú incluso, y actuando, y también cantaba. Cuando comencé a componer para gente como Edith Piaf o Gilbert Bécaud, todo el mundo me pedía canciones. Necesitaba dinero y dado mi éxito como compositor, no me planteaba cantar.

–¿Se considera un cantante que actúa, un actor que canta, un cantautor...?

–Un poco de todo, las tres valen para ser artista y comunicarse con el público, pero a pesar de haber hecho bastantes películas y actuado mucho, finalmente, lo que me siento es un cantante y un compositor.

–Como cantante fue muy criticado por la prensa y el público.

–Me odiaban, decían que era bajito y feo, que no sabía cantar. Me dijeron y me tiraron de todo, pero yo nunca tuve la tentación de abandonar. Al contrario, es algo que me impulsó. Cuando triunfé, eso se acabó.

–Vivió varios años con Edith Piaf, ¿cómo fue su vida a su lado?

–Viví ocho años con ella. Fui chófer, amigo, confidente, compositor, pero no amante. Dejé su casa para despegar y subir en mi carrera. Curiosamente, ahora está más valorada que entonces

–Usted es uno de los grandes de la «chanson». ¿Con cuál de sus representantes se identifica más?

–Para mí, el más grande fue Charles Trenet, él fue el verdadero maestro. La canción francesa es única. Yo quizá sea ahora el más conocido, pero la “chanson” está llena de enormes artistas y no sólo franceses como Leo Ferré, Georges Brassens, Charles Trenet... también de otros llegados de fuera, como Jacques Brel, Guy Béars o Georges Moustaki.

–Ha colaborado y grabado con cantantes de muy diversos estilos e incluso se han hecho versiones raperas y de hip-hop de sus canciones ¿Qué le parece esto?

–La mayoría con los que he colaborado ha sido en el estudio de grabación más que en conciertos en directo. En España lo hice con Raphael. Para mí es importante no romper con las nuevas generaciones. Que se hagan versiones raperas y de hip-hop de mis canciones es algo que me encanta. Me parece muy bien. Yo empecé con una forma nueva de cantar y es normal que los jóvenes inventen cosas nuevas. Yo estoy encantado.

–Con un repertorio en español, ¿por qué ha actuado tan poco en España?

–Eso nunca ha dependido de mí, sino de los productores. No he actuado porque no han requerido mis servicios para hacerlo.

–Usted también cultiva la faceta de escritor. ¿Hasta qué punto es importante en su vida?

–Escribí una autobiografía. Lo mismo hago letras de canciones que una novela o un libro de cuentos. Es algo que me gusta mucho, pero no es para mí lo principal.

–Además tiene un lado solidario. Creó una fundación de ayuda a los damniicados por el terremoto de Armenia. ¿Qué labor hace?

–Reconstruye escuelas, dota de quirófanos y material sanitario a hospitales. También da leche y productos alimenticios de primera necesidad... Son muchas actividades. Fui nombrado embajador de Armenia en Suiza y en Francia por la UNESCO.

–¿En qué se inspira para componer? ¿Es más decisivo el talento o la disciplina?

–En la vida, en las noticias de los periódicos y la televisión, en la gente con la que hablo y convivo. El talento no es nada si no tienes disciplina. Del trabajo y la disciplina es de donde sale el talento. Sin trabajo no tienes nada. Los genios sólo se encuentran cuando se han muerto. Una vez un periodista me preguntó: «¿Es usted un genio?», y yo le dije: «No lo sé, porque todavía no me he muerto».

–¿De dónde le viene la fuerza para estar dos horas en el escenario y mantener emocionado al público?

–Adoro el escenario y lo prefiero antes que estar haciendo «footing» por la calle –risas–. Nado todos los días y procuro estar en forma. La emoción está en el momento de hacer la canción y, cuando la interpretas en directo, el público te la devuelve.

–Dejó pronto el colegio, ¿cuál ha sido su escuela?

–La calle, la vida, el barrio. Mucha vida de barrio. Tengo bastantes amigos en la calle. Luego yo he procurado leer y formarme.

–De su vida, ¿con qué época se queda?

–Con la de mis padres sobre todo. La familia es muy importante para mí. Un hijo mío va conmigo como representante y mi hija me acompaña en los coros. No le gusta, pero lo hace por mí.