Conciertos

Coldplay demuestra que la épica existe

Los británicos arrasan ante 55.000 personas que corearon todas las canciones de la banda

Un momento del concierto
Un momento del conciertolarazon

Los británicos arrasan ante 55.000 personas que corearon todas las canciones de la banda

Coldplay, A Head Full of Dreams Tour. Voz, guitarra, piano: Chris Martin. Guitarra: Jonny Buckland. Batería y voz: Will Champion. Bajo: Guy Berryman. Estadi Olimpic, Barcelona.

Cuando un artista convoca a 55.000 personas, está claro que algo excepcional está pasando. Cuando lo repite al día siguiente, la excepción se convierte en regla, y esto quiere decir que algo grande va a pasar, seguro. El Estadio Olímpico de Barcelona se llenó hasta la bandera en el primero de los conciertos de Coldplay, que volvieron a demostrar que son la banda más popular del planeta. ¿Demostraron algo más? Por supuesto, y ésta es la crónica de lo que pasó.

Después del caos que supuso poder entrar al estadio, obra de algún genio del mal que le gusta atormentar a ratones con un larguísimo laberinto, el concierto arrancó con media hora de retraso. Los ratones todavía no habían llegado a su sitio. Pero todo el malestar se olvidó en un segundo, cuando aparecieron Chris Martin y los suyos, después de una intro de Maria Callas que anunciaba la apoteosis, y ya se sabe, la apoteosis es de lo más terapéutica. Las pulseras que habían repartido a la entrada se encendieron y 55.000 manos rojas de levantaron al grito de «A Head Full of Dreams», lo más parecido a U2 que tienen en su repertorio. La primera canción y ya había «ohhh ohhhs» épicos y fuegos artificiales. Está claro que vivimos una época en la que la emoción tiene que ser ya y ya, a veces, es demasiado tarde.

«Yellow» cambió a verde las pulseras, lo que le sentó fatal al amarillo, pero el verde no tiene una canción de Coldplay, así que se fastidie. Chris Martin, camiseta azul con mangas blancas, gritó en castellano «buenas noches amigos» y pidió más ruido y más ruido tuvo. Con «Every Teardrop Is a Waterfall» el público volvió a vibrar entusiasmado, demostrando que su repertorio es a prueba de bombas. Martin, con una guitarra que arrastraba una senyera, acabó con la senyera en la cabeza y otra vez fuegos artificiales y ahora confeti y más épica y más fuegos. No había tiempo para tomarse ni un descanso, hasta que Martin se sentó al piano y con «The scientist» todos se pusieron tiernos y dejaron la épica a un lado. No hacía ni un cuarto de hora del concierto y ya todos estaban emocionalmente exhaustos. «Por favor, canta con nosotros», dijo Martin y todos cantaron, pero bien, en plan 55.000 Maria Callas. Oír a la Callas debe ser contagioso. Y entonces un poco de «dancing party» con «Birds» y otra vez el delirio con «Paradise» y más «ohhh ohhhs» y palmas y sobre todo «ohhh ohhhs» y a estas alturas todos debían ser un metro más altos, tanto era el entusiasmo. El viento empezó a bajar la temperatura, pero el impacto del arranque del concierto había sido grande y no importó, aunque un poquito sí, ¡hacía mucho frío! Las pulseras empezaron a reflectar mil colores y la épica volvió. Los épicos no tienen frío y Coldplay aceleró la marcha e hizo bailar con guiños electrónicos hasta a los vasos de cerveza. Todo el público quedó perdido.

Entonces la banda cruzó una pasarela y se situó en el centro de la platea, donde Martin, con dificultades, presentó a la banda en español. El medio tiempo de «Everblow» supuso un pequeño bajón en intensidad, pero recuperaron el ánimo con «Mágic», aunque lo cierto es que todos necesitaban un descanso en esos momentos. Incluso Martin hizo volver a empezar la canción, disculpándose por el error. Nadie se lo tuvo en cuenta, la verdad. Recuperados del descanso del escenario central, volvieron a los altos vuelos del grande con «Clocks», con Martin corriendo para sentarse al piano y lazers rojos lanzados para caldear el ambiente. «Midnight» puso el piloto automático hacia las estrellas y con «Charlie Brown» los fans de la banda, definitivamente todo el público, ya eran seres lunares a punto de colonizar Saturno. «Vamos a saltar juntos» y saltaron juntos. El magnetismo de estos ingleses en directo está fuera de toda duda. ¿Existe la superépica? Sí, porque entonces tocaron «Hyme for the Weekend» y «Fix You» y aquello ya fue el delirio, con llamaradas de fuego incluidas y el público cantando hasta la última letra o teniendo el hipo más hermoso de la historia, tanto da, sonó de fábula. La anécdota de la versión de «Heroes» de David Bowie dio paso al tramo final del concierto con éxitos como «Viva la Vida» o «A Sky Full of Stars». En definitiva, una gran noche, seguro que muchos repiten hoy.