Conciertos

Dave Gahan Superstar

Depeche Mode convencen en el Palau Sant Jordi de Barcelona gracias a la entrada de su cantante y a su sobriedad británica.

El verdadero efecto especial de la noche fue el cantante de la formación inglesa, que conserva intacta su capacidad escénica
El verdadero efecto especial de la noche fue el cantante de la formación inglesa, que conserva intacta su capacidad escénicalarazon

Depeche Mode convencen en el Palau Sant Jordi de Barcelona gracias a la entrada de su cantante y a su sobriedad británica.

Tirando de tópicos, a Depeche Mode se les podría aplicar eso de que, a estas alturas, no tienen nada que demostrar a nadie. Se trata de un grupo básico para entender la música pop de los últimos cuarenta años, pionero en eso del pop electrónico para las masas. Poseen una discografía sólida y una colección de hits generosa. Es más, han conseguido envejecer de manera digna; sus últimos discos así lo atestiguan, trabajos que a pesar de estar lejos de sus mejores obras, mantienen el tipo y no ensucian su trayectoria. Ahora bien, donde de verdad dejan claras sus buenas constantes vitales es sobre un escenario. Y es que el terceto británico sigue ofreciendo un show acorde a su leyenda. Es más, puede que sea la formación de su quinta que mejor se desenvuelve en directo, muy por encima de la ley del mínimo esfuerzo de Bono y sus chicos de U2.

Depeche Mode se plantaban anoche en Barcelona en la decimoctava gira de su carrera, un Global Spirit Tour que coincide con su disco más políticamente comprometido, Spirit, editado este mismo 2017, que pone de vuelta y media a la Europa de la troika y el dedo en la llaga al señalar la progresiva deshumanización de Occidente. De ahí que su opción de iniciar la noche con el Revolution de los Beatles para, acto seguido, atacar la canción más explícita de su último álbum, la combativa Going Backwards, fuera de lo más normal. Como viene siendo habitual en sus giras, la puesta en escena es sobria y casi sin fuegos de artificio; cinco músicos encima de las tablas con una pantalla gigante rectangular a sus espaldas donde se proyectan visuales e imágenes del concierto (esto último en un elegante blanco y negro). De hecho, el verdadero efecto especial de la noche fue Dave Gahan, cantante y frontman de la formación inglesa que supera la cincuentena pero que aún conserva intacta su capacidad escénica. Gahan, que no para quieto sobre el escenario –su movimiento favorito bascula entre un zapateado frenético y un molinillo con los brazos abiertos–, está flanqueado en todo momento por sus dos compañeros de viaje desde los ochenta: Martin Gore –la otra prima donna del grupo. Algo que quedó cuando se atrevió en solitario y en clave acústica con Sister of the Night- a las voces, guitarra y teclados, y la sobriedad de Andy Fletcher a los sintetizadores.

La mayoría de canciones que se escucharon ayer en el Sant Jordi fueron de los Depeche Mode del siglo XX. Son conscientes que su mejor repertorio se encuentra en sus primeros diez discos y juegan sobre seguro. De sus éxitos más celebrados, que reinterpretan con respeto y sin retocarlos demasiado –otra muestra más de su sobriedad-, escogieron Everything Counts –canción que mantiene su frescura y gancho pop y con la que Gahan estableció un juego vocal con el público-, Enjoy The Silence –la más coreada por el Sant Jordi e ilustrada con unas imágenes en alta definición de animales–, Never Let Me Down –solmene y épica en vivo–, A Question Of Time, Policy of Truth, Walking in My Shoes, una inesperada versión de Strangelove al piano de Gore (no estaba prevista en el setlist) y una poderosa Personal Jesus que sirvió para cerrar un show sin sorpresas. Y es que los ingleses son como esa película clásica de los ochenta que nunca pasa de moda; a pesar de que sabes lo que vas a encontrar y como acaba todo, aun merece la pena repetir porque la historia ha envejecido bien y porque en su momento fue una novedad. Una mezcla equilibrada de nostalgia y canas bien puestas que, ojo, gana nuevos adeptos con el paso del tiempo. Ayer solo había que echar un vistazo a las gradas para descubrir a un buen número de millenials que, seguro, veían a Depeche Mode por primera vez en directo. Algunos de ellos iban acompañados por sus padres y sus madres. Sí, ayer también quedó claro que Dave Gahan y Cía son una banda intergeneracional.