Crítica

«Fidelio» regresa a Sevilla

La Razón
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De Beethoven. A. Erod, T. Gazheli, R. Saccà, E. Pankratova... Sinfónica de Sevilla. Coro de la AA del Maestranza. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 24-X-2017.

«Fidelio» ha vuelto a casa después de diez años. Fue entonces una buena idea proseguir con las óperas de temática local en producciones propias que pudiesen ser referencia internacional. Se consiguió con «El barbero de Sevilla» y «Bodas de Fígaro», pero no con esta producción de José Carlos Plaza, que ha dormitado para resucitar ahora y viajar más tarde a Bilbao. Escena minimalista en toda la gama de colores ocres dominada por un enorme paralelepípedo en forma de losa que cubre la acción simulando la opresión tenebrosa de la prisión, ambiente al que ayudan escenas traseras en segundo plano de las torturas que en ella tienen lugar. Este realismo, junto al de algunos elementos sevillanos choca con la visión general muy conceptual de Plaza y no digamos ya la escena final, en la que los presos levantan la losa para descubrir el «skyline» sevillano con la especial luz de la ciudad. Sin duda una concesión al público de fácil efectismo, que ayuda a pasar por alto la escasa caracterización escénica de los personajes. Sin primeras figuras, se ha logrado un reparto correcto y adecuado a los precios de las localidades, aspecto siempre importante. Debutaba en España la rusa Elena Pankratova como Fidelio y convence vocalmente en un papel de gran dificultad. Tanto su aria como la de Florestán son casi insalvables. Ella y Roberto Sacca las salvaron. La primera porque su voz proyecta bien. En cambio, la del segundo ya denota cansancio y ataca el aria con rudeza, sin jugar con la dinámica y el matiz en el «Gott» inicial y la concluye no sin algunos apuros. Funcionan correctamente las tres voces graves masculinas. El ministro del barítono Adrian Erod, un punto falto de personalidad, aparte de su blanca vestimenta, al Rocco del barítono-bajo Wilhem Schiwnghammer, algo más de volumen y el Pizarro del bajo Thomas Gazheli abusó de lo mejor de su voz, que es el centro, para acentuar histrionismo. Tanto Mercedes Arcuri, como Marzelline, y Beñat Egiarte, como Jaquino, eran apuestas por la juventud con aprobado suficiente. Pedro Halffter, que dirigió el estreno de 2007, ha madurado en estos diez años. Su Beethoven es ahora más seguro y sólido. No es fácil sacar una versión con una orquesta con la que hay más diferencias que complicidades y sonaron especialmente bien la obertura, la «Leonora III» y los dos números corales. Lleno total, público entusiasmado, incluso con algún espectador hablando de «lujo sonoro», pero sin aquel que hace diez años gritó «¡Gracias, Dios mío!». Sevilla es agradecida.