Conciertos

La herencia de Helga Schmidt está viva

«Idomeneo», de Mozart. Voces: G. Kunde, M. Bacelli, L. Mendes, C. Romeu. Orquesta y Coro Titulares. Director musical: Fabio Biondi. Dirección de escena y escenografía: Davide Livermore. Iluminación: Antonio Castro. Palau de les Arts. Valencia, 21-IV-2016.

La escasa acción de este «Idomeno» se traslada a tiempos siderales
La escasa acción de este «Idomeno» se traslada a tiempos sideraleslarazon

«Idomeneo» fue una ópera casi olvidada durante muchos años y no llegaría de verdad al gran público hasta que Luciano Pavarotti y Plácido Domingo decidieron que para completar sus respectivos Guiness habían de cantar alguna ópera de Mozart. El personaje de Idomeneo les brindaba una de las mejores alternativas, pues no se trata del típico tenor ligero mozartiano, sino que requiere más peso vocal. No en vano Mozart hasta pensó en él para tenores en decadencia.

La partitura está escrita por un genio, aunque apenas contaba con veinticinco años cuando la estrenó. Ciertamente marca un punto de inflexión en su carrera operística, pues deja atrás «Mitridate» y abre el camino a las que serán sus grandes obras líricas. Sin embargo no es ni mucho menos una partitura redonda, pues antes que nada responde a una sucesión de arias individuales, algunas de muy buena factura, entrelazadas por recitativos, salvo la excepción de un cuarteto y las páginas corales. No hay apenas acción escénica. Ambas características apuntan a que «Idomeneo» podría presentarse muy bien como ópera en versión de concierto y con numerosos cortes. No hay que escandalizarse si un director los ejecuta o incluso altera algún orden puesto que el propio Mozart puso y quitó según donde se fuese a representar. A partir de ahí se podía escoger la versión en concierto o una escénica y, en este caso, los apuros son muchos. ¿Qué hacer con una obra tan estática? Ponelle lo resolvió maravillosamente, pero apenas tenemos ya genios así.

nnegable talento

La producción ha servido para la presentación oficial del equipo Livermore&Biondi y también para comprobar que la herencia de Helga Schmidt está viva. Ella contrató a Livermore como director de escena porque confió en su innegable talento y Livermore soluciona inteligentemente los problemas apuntados de «Idomeneo». Un gran ciclorama en el que impresionan las tormentas, un suelo dividido en arena de playa y agua donde se baila y chapotea y el traslado de la escasa acción a tiempos siderales le sirven para añadir a la naturaleza como octavo protagonista y para quitar peso a la partitura. Acierta al añadir un par de ballets que permiten un sólo descanso. Schmidt contrató para el Palau el formidable coro de la Generalitat y formó la orquesta que envidiaron todos los demás teatros españoles. Fabio Biondi se encuentra con ellos y les saca todo su jugo en una lectura más viva que detallista. Y, tampoco lo olvidemos, Schmidt creó la Escuela de Perfeccionamiento de donde salen tres de los siete protagonistas.

También ella llevó a Gregory Kunde al teatro. Si Idomeneo alcanza el notable, no el sobresaliente por su dificultad en las coloraturas, lógico en quien canta Otello. Estupendas las tres voces femeninas, con la revelación de Lina Mendes como Illia y la gratísima sorpresa de Carmen Romeu como Elektra, un papel vocalmente histérico que en principio parecía no irle. Correctas , a menor nivel, las masculinas.

Una representación que no desmerece el nivel que ha mantenido el teatro. La herencia de Helga Schmidt está viva y el Palau funciona.